Estas células se originan en la médula ósea
hematopoyética y usan la circulación sanguínea
como un medio de transporte hacia los tejidos conjuntivos, donde
realizan sus principales funciones. (Fig. 1)
Entre ellas se encuentran las células
cebadas(o mastocitos) y los macrófagos
(o histiocitos) que son componentes estables del tejido conjuntivo
al que llegan (Fig. 2)
Un grupo distinto lo forman las células
plasmáticas, los linfocitos
y los granulocitos polimorfonucleares,
todos ellos células de vida media relativamente corta y que
tienden a concentrarse en las zonas de tejido conjuntivo en que
ocurren reacciones relacionadas con la defensa. (Fig. 3)
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