Introducción

La hemorragia intraparenquimatosa espontánea (HIE) corresponde a la forma de enfermedad cerebrovascular (ECV) de mayor morbimortalidad en el mundo (1). Corresponde a un 15% de todas las formas de ECV en Estados Unidos de Norteamérica y Europa, en Asia y América Latina su prevalencia es mayor (20 a 30%) (2). Sin embargo, el desarrollo de terapias específicas para esta enfermedad ha sido limitado.

Se han identificado algunos factores de riesgo de HIE, los principales son: la hipertensión arterial crónica (HTA) (50 a 60% de los casos) y la edad (mayores de 65 años) (2,3,4,5). Otros factores son: hipocolesterolemia, uso de anticoagulante e ingesta excesiva de alcohol (2,6).

Estrategias terapéuticas

A diferencia de lo que ha acontecido con los avances en el manejo agudo y específico de patologías como la hemorragia subaracnoidea y la ECV de tipo isquémica, aún no se dispone de un tratamiento eficaz para la HIE. Su tratamiento es fundamentalmente de soporte, sobre la base del control de los siguientes parámetros: presión arterial, presión intracraneana, balance de fluidos, temperatura corporal y prevención de convulsiones (1).

Respecto al tratamiento quirúrgico de la HIE, un metaanálisis recientemente publicado de 7 trabajos, mostró una tendencia no significativa a una mayor mortalidad y dependencia en el grupo tratado con cirugía (7). Recientemente finalizó el estudio STICH, un trabajo prospectivo, multicéntrico e internacional, que evaluó a 1000 pacientes y que intenta determinar si la evacuación quirúrgica precoz de la HIE supratentorial mejora el pronóstico de los pacientes comparado con el mejor tratamiento médico. Las mediciones primarias del estudio fueron la mortalidad y la morbilidad a los 6 meses, sus resultados estarán disponibles en el año 2004 (8).

Algunos trabajos anecdóticos han evaluado el uso de la aspiración de hematomas intraparenquimatosos con trombólisis guiada por estereotaxia y tomografía computarizada (TC) (9). También se ha intentado la trombólisis de hemoventrículos (10,11). Se requiere de trabajos metodológicamente adecuados para determinar el real riesgo y beneficio de estas terapias.

El grupo de ECV de la Academia Americana de Cardiología reconoce la urgente necesidad de estudios sobre terapias específicas en la HIE y propone que "una terapia ultra-rápida será crítica para los pacientes que sufran una HIE" (12).

Una mejor comprensión de la fisiopatología de la HIE es necesaria para la aproximación adecuada a su tratamiento agudo y eficaz.

Fisiopatología

Históricamente se consideró que el deterioro neurológico precoz observado en pacientes con una HIE se debe al desarrollo de edema cerebral y al efecto de masa de la misma hemorragia (13).

Desde la década de los ’80 se ha descrito, en base a estudios retrospectivos con TC, que la HIE puede crecer precozmente en ausencia de una coagulopatía, siendo este crecimiento el responsable del deterioro neurológico precoz (14,15,16,17). Trabajos recientes con TC, han encontrado que este crecimiento precoz ocurre entre un 18 y 38% de los pacientes durante las primeras 3 horas de ocurrido el accidente vascular y que se correlaciona directamente con el deterioro neurológico (18,19,20,21).

Un trabajo prospectivo evaluó a 103 pacientes con HIE con una TC basal y otra dentro de las 3 primeras horas. Durante la primera hora, el 26% de los pacientes mostró un aumento de volumen de la hemorragia mayor a 33%. En total, el crecimiento de la HIE ocurrió en el 38% de los pacientes estudiados con una TC dentro de las 3 primeras horas de ocurrido el accidente vascular (18). Se ha considerado que este porcentaje está subestimado ya que algunos pacientes fallecieron o fueron sometidos a cirugía, y por lo tanto, no completaron el seguimiento con la TC. Se observó una mayor tendencia a la mortalidad y a la discapacidad a 30 días en el grupo que presentó crecimiento del hematoma (18).

Una mnemotecnia útil es que el 33% de las HIE crece hasta un 300%, las primeras 3 horas de producida la hemorragia.

Algunos estudios con angiografía por TC (angio-TC) han mostrado extravasación del medio de contraste hacia el hematoma dentro de las primeras 6 horas de ocurrido la HIE, en estos pacientes se ha observado un crecimiento del hematoma y una mayor mortalidad (22,23).

En resumen, estos trabajos correlacionan el crecimiento precoz de una HIE con un peor pronóstico clínico (18,21,24).

Crecimiento precoz del hematoma

Aún se desconoce el mecanismo por el cual la HIE crece, tampoco se dispone de modelos animales que reproduzcan el proceso hemodinámico involucrado.

Se ha propuesto que este crecimiento se debe a la persistencia del sangrado o a la ruptura de arteriolas adyacentes. Estudios histopatológicos, análisis de TC, de SPECT, de angiografía cerebral convencional y de angio-TC han sugerido que se produce una hemorragia secundaria multifocal en la periferia del hematoma inicial, una zona de penumbra de tejido dañado y de tejido congestivo (25,26).

Alternativamente, un ambiente de coagulopatía local puede aumentar la hemorragia e impedir el proceso de hemostasia en el tejido adyacente por medio de la inhibición de la trombina, de la agregación plaquetaria y la degradación de los factores de la coagulación.

De especial relevancia es que, además de los factores predictores de mal pronóstico de una HIE como: volumen del hematoma, presencia de hemorragia intraventricular y disminución del nivel de conciencia (27,28,29,30), uno de los más trascendentes, es el aumento del volumen del hematoma. Así, la existencia de una terapia ultra-rápida que disminuya la posibilidad de crecimiento del hematoma puede mejorar el pronóstico de estos pacientes.

En términos ideales, esta terapia debiera inhibir la fibrinolisis y activar la coagulación local, sin presentar efectos sistémicos.

A continuación se revisará la fisiología de la hemostasia, posteriormente se mencionarán algunos agentes farmacológicos que pueden intervenir como agentes procoagulantes. Por último, se hará énfasis en un antifibrinolítico específico, recientemente introducido en la práctica médica general y que se ha comenzado a utilizar en pacientes con hemorragias intracraneanas.

Fisiología de la hemostasia

El modelo clásico de la cascada de la coagulación se esquematiza en la figura. Este modelo se basa en la hipótesis de la existencia de una vía intrínseca y otra extrínseca, ambas llevan a la formación de fibrina.

Recientemente se ha propuesto un nuevo modelo para la coagulación (31,32), el modelo celular de la coagulación, el cual sería regulado por propiedades de las superficies celulares. Este modelo enfatiza la importancia de receptores celulares específicos para proteínas de la coagulación. Consiste no en una cascada, sino en tres etapas que se sobreponen:

  1. Iniciación: Ocurre en la célula que posee factor tisular (FT), después de formarse el complejo FT-FVIIa.
  2. Amplificación: Es la respuesta de activación plaquetaria, permite que cofactores activados se acumulen en la superficie plaquetaria.
  3. Propagación: Los factores de la coagulación activados se asocian con cofactores en la superficie de plaquetas activadas gatillando la formación de grandes cantidades de trombina, y así, la subsecuente polimerización de la fibrina.

Al producirse la ruptura de un vaso, el FT es expuesto en la capa subendotelial de la pared vascular, provocando la agregación local de plaquetas. El factor VII forma un complejo con el FT expuesto, lo que activa el mecanismo hemostático local para formar un tapón hemostático (33). El complejo formado inicia la activación de factor X, que a su vez transforma protrombina en trombina. Por lo tanto, el factor VIIa es un iniciador natural de la hemostasia, ejerciendo su efecto primariamente en forma local en la zona de daño endotelial (33,34).

Agentes hemostáticos

En los casos de pacientes con una hemorragia intraparenquimatosas asociada a una coagulopatía o al uso de warfarina se han utilizado terapias de reemplazo como: plasma fresco congelado, concentrado de complejo de protrombina y concentrado de factor IX. Sin embargo, no se espera que ellos mejoren la hemostasia en pacientes con una coagulación normal. (35,36).

Para algunas patologías determinadas se dispone de agentes procoagulantes específicos, por ejemplo, factor VIII y IX recombinantes en Hemofilia A y B respectivamente, crioprecipitados en pacientes con hipofibrinogenemias (37) y vasopresina arginina diacetato desmopresina (DDAVP) en pacientes con trastornos plaquetarios primarios o adquiridos (37). Ninguno de estas terapias tiene un efecto procoagulante significativo en pacientes que no presentas dichas enfermedades.

A diferencia de los fármacos anteriormente mencionados, existen algunos procoagulantes inespecíficos que pueden ser utilizados en pacientes con hemorragia y coagulación normal, dentro de estos antifibrinolíticos se encuentran: el ácido aminocaproico, el ácido tranexámico, la aprotinina y el factor VII activado recombinante (rFVIIa).

Los ácidos aminocaproico y tranexámico son derivados sintéticos del aminoácido lisina, siendo el ácido tranexámico el de mayor potencia y vida media. Su efecto primario es inhibir la fibrinolisis y estabilizar el coágulo, sin embargo, no activa la coagulación ni genera trombina. Además, se han descrito complicaciones trombóticas (38,39,40).

La aprotinina es un polipéptido que inhibe las serina-proteasas, incluyendo la plasmina y la calicreína, por lo que, de una forma indirecta, inhibe la formación del factor XII activado, alterando así la coagulación. No tiene efectos sobre la función plaquetaria. Ha sido utilizada en la prevención de hemorragias perioperatorias, por ejemplo, en cirugía cardíaca (41) y trasplante hepático ortotópico (42). No se utiliza en pacientes con hemorragias espontáneas (42). Se han descrito reacciones de hipersensibilidad, trombosis arteriales y venosas (43).

Basándose en el modelo celular de la coagulación, el rFVIIa es teóricamente, el que posee las características necesarias para limitar el crecimiento de la HIE durante las primeras horas. A continuación revisaremos este factor en más detalle.

Factor VII activado recombinante

El rFVIIa corresponde al factor VII activado desarrollado en forma artificial con técnicas de ingeniería genética por la industria NovoNordisk de Copenhague, Dinamarca, su nombre comercial es NovoSeven.

Este agente, en dosis farmacológicas, cataliza y amplifica la conversión de factor X a factor X activado en la superficie de las plaquetas en ausencia de FT, por lo tanto, según el modelo celular de la coagulación, actúa primariamente produciendo un aumento de la generación de trombina.

Aún se encuentra en evaluación la dosis óptima y la mejor estrategia para su administración.

Clínicamente ha sido utilizada desde hace 6 años en pacientes hemofílicos, el riesgo de coagulación sistémica o complicaciones tromboembólicas ha sido baja (ver tabla) (33,43). La eficacia reportada en pacientes hemofílicos, para detener el crecimiento de una hemorragia intracraneana es de hasta un 84%. Las dosis utilizadas han sido de 80 a 100 μg/kg. No se han descrito efectos sistémicos adversos (44,45,46).

Existen algunas indicaciones aprobadas para el uso de NovoSeven (47,48):

1. Tratamiento de hemorragias espontáneas o quirúrgicas en pacientes con hemofilia o inhibidores (excepto en Estados Unidos de Norteamérica).
2. Tratamiento de hemorragias en pacientes con hemofilia adquirida (aprobado sólo en Europa).

El riesgo de eventos trombóticos del rFVIIa es bajo y no provoca respuesta anamnéstica, es decir, la capacidad de desarrollar anticuerpos anti factor rFVIIa provocando tolerancia (45,47).

Desde su aprobación en 1996, hasta octubre de 2001, se utilizaron más de 480.000 dosis de NovoSeven. Se reportaron sólo 17 eventos trombóticos en pacientes con hemofilia hereditaria o adquirida (ver tabla) (49). No se encontró una relación entre los efectos adversos y la dosis utilizada. Se debe destacar que más de 1/3 de los pacientes que presentaron eventos trombóticos eran mayores de 70 años.

Dosificación e infusión

De acuerdo a estudios experimentales y clínicos se utiliza un bolo intravenoso en dosis de entre 90 y 120 μg/kg (50). En caso necesario se pueden repetir los bolos con intervalos variables de administración, en promedio 2 a 3 horas. Se han probado dosis de hasta 300 μg/kg, sin reportar efectos adversos (50).

El rFVIIa debe ser administrado en una solución salina por vía periférica para disminuir el riesgo de tromboflebitis local (50). No se recomienda su uso concomitante con heparina no fraccionada, ya que ésta reduce la actividad del rFVIIa (50). Tampoco se recomienda el uso de heparina de bajo peso molecular ya que se forman precipitados en la infusión (50).

Trabajos clínicos

Estudios clínicos preliminares indican que el rFVIIa promueve la hemostasia en pacientes con hemorragia y coagulación normal (51). Su acción es rápida con una vida media breve, de 2.5 horas (1,50).

Actualmente, dos estudios fase IIA están en curso para determinar si el rFVIIa es un tratamiento seguro y eficaz para pacientes con una HIE evaluados durante las primeras tres horas del inicio del accidente vascular. Un estudio fase IIB, randomizado, doble ciego, placebo controlado, multicéntrico, llamado NovoSeven ICH Trial (1, 8), compara tres dosis de rFVIIa (40, 80 y 160 μg/kg) versus placebo. El objetivo principal es determinar si este fármaco disminuye la expansión precoz del HIE en un grupo de 240 pacientes con coagulación normal. En la actualidad se encuentra en fase de reclutamiento y finalizará el año 2003 (1,8).

Se encuentra en curso un trabajo prospectivo con 36 pacientes con una coagulación normal que serán sometidos a una prostatectomía radical retropúbica, una cirugía acompañada tradicionalmente de una hemorragia perioperatoria significativa. Los pacientes serán randomizados a un grupo tratado con rFVIIa y otro a placebo. El objetivo del trabajo es determinar la eficacia y seguridad del rFVIIa. Los resultados preliminares mostraron una tendencia a un menor riesgo de sangrado en el grupo tratado, los resultados definitivos están aún pendientes (51).

Otro uso potencial de este agente es la hemorragia intracraneana debido a una complicación de anticoagulantes orales (warfarina y acenocumarol). Dichos fármacos reducen a un 10% el valor normal de factor VII (52, 53). Según estudios preliminares, el rFVIIa corrige el tiempo de protrombina o International Normalized Ratio (INR) (54, 55). La evidencia en modelos de ratas pretratadas con warfarina con prolongación del INR, muestra que el rFVIIa disminuye los tiempos de hemorragia y la cantidad de sangre perdida (55).

Un trabajo randomizado, placebo-controlado y doble ciego, evaluó a 28 pacientes voluntarios que recibieron acenocumarol dos veces al día para obtener un INR mayor a 2. La administración del rFVIIa, en dosis única de 5 a 320 μg/kg, normalizó el INR de todos los pacientes. La duración de la normalización fue dosis dependiente. No se detectaron signos de activación sistémica de la coagulación (56).

En otro estudio, un grupo de pacientes cirróticos con un tiempo de protrombina prolongado lograron la normalización de este parámetro al utilizar el rFVIIa (57). Otro trabajo con 7 pacientes en tratamiento con warfarina que tuvieron prolongación del INR (3.2-13.9) mostró que el rFVIIa, en dosis de 20 a 90 μg/kg, corrigió rápidamente todos los valores de INR prolongados, sin efectos secundarios (58).

Actualmente se encuentra en curso un trabajo que compara la eficacia y seguridad de diferentes dosis del rFVIIa respecto a la terapia médica estándar, en pacientes con hemorragias severas durante el tratamiento con antagonistas de la vitamina K (49).

En patologías del sistema nervioso central existe dos trabajos anecdóticos de pacientes que presentaron una hemorragia asociada a una coagulopatía y que recibieron rFVIIa antes de la cirugía, revirtiendo rápidamente las alteraciones de la hemostasia. El primer trabajo comunica a 9 pacientes que presentaron una hemorragia intracraneana y una coagulopatía. Todos pudieron ser sometidos a una cirugía de urgencia, previo tratamiento con rFVIIa. La corrección de los parámetros de la coagulación se obtuvo en 20 minutos. No se presentaron complicaciones postquirúrgicas hemorrágicas ni tromboembólicas (59). En el otro trabajo se presentan tres pacientes anticoagulados con warfarina, dos con una hemorragia en el canal espinal y uno con un hematoma subdural intracraneano, el uso de rFVIIa en dosis de 16 a 22 ug/k antes de la cirugía normalizó en dos horas el INR de todos los pacientes (60).

Conclusión

La HIE corresponde a una patología prevalente de elevada morbilidad y mortalidad sin tratamiento específico. Una terapia hemostática ultra-rápida es una nueva aproximación. Ésta podría limitar su crecimiento en el período agudo y con ello mejorar el pronóstico de este grupo de pacientes. Si se demuestra su eficacia, sería la contraparte de activador tisular del plasminógeno de la ECV isquémica en el período agudo.

Esperamos que los resultados de los estudios clínicos con uso de rFVIIa (NovoSeven) sean positivos y aplicables a nuestros pacientes en el futuro próximo.

Figura

Cascada de la coagulación

La vía intrínseca se inicia con el contacto de la sangre y la superficie endotelial expuesta. La vía extrínseca se inicia luego de daño vascular, con exposición de factor tisular (FT). Ambas vías convergen en la activación de factor X a factor X activado (FXa), el cual a su vez activa protrombina a trombina. Finalmente, la trombina transforma fibrinógeno en fibrina.

 

TABLA
Número de eventos trombóticos reportados en pacientes hemofílicos que recibieron rFVIIa (49).

EVENTO TROMBÓTICO

N° de pacientes

Infarto al miocardio

6

Trombosis venosa cerebral

3

Coagulación intravascular diseminada

2

Tromboembolismo venoso

5

Embolia pulmonar

1

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