Introducción

El síndrome neuroléptico maligno (SNM) es un cuadro infrecuente pero potencialmente mortal. En el año 1950 se introducen los neurolépticos (NL) a la práctica clínica y una década después, Delay y Denikes describen por primera vez el SNM en Francia. La tríada clásica corresponde a: hipertermia, encefalopatía y rigidez muscular (1).

En este capítulo se quiere destacar la importancia de mantener una alta sospecha de este cuadro para realizar un diagnóstico precoz logrando así reducir la morbimortalidad asociada.

Epidemiología

En pacientes psiquiátricos ambulatorios se describe una incidencia de uno cada 500 a 1000 tratados con NL (2,3). Se ha presentado en todos los grupos etarios (4)

Etiopatogenia y fisiopatología

Se ha postulado que la etiología del SNM es una desregulación del sistema dopaminérgico (5,6), produciéndose un bloqueo de transmisión dopaminérgica en los ganglios basales e hipotálamo a nivel del receptor D2.

También se ha observado este cuadro en pacientes con enfermedad de Parkinson, en la cual existe un estado de deficiencia relativa de dopamina. La suspención brusca de los fármacos dopaminérgicos desencadena un síndrome similar al SNM (7).

El sistema glutamatérgico también se encuentra involucrado, lo que explica el beneficio de la amantadina, agonista del receptor de glutamato, en el tratamiento de este síndrome.

El SNM corresponde a una reacción a drogas de tipo idiosincrático, en que cualquier fármaco bloqueador del receptor de la dopamina puede producirlo, incluso antiheméticos como la metoclopramida y la proclorperazina.

Inicialmente se adjudicó a NL de alta potencia como el haloperidol, pero se observa también con NL de baja potencia como la clorpromazina (8). Finalmente se han descrito casos con NL atípicos como: clozapina, risperidona y olanzapina (9,10,11,12).

Se ha descrito una predisposición genética, que posiblemente se localiza en el gen del receptor de la dopamina D2 (13,14).

El SNM se presenta habitualmente durante los 3 a 9 primeros días de tratamiento, pero también se ha descrito en pacientes tratados por largo tiempo. Luego de un período mayor a dos semanas se puede reinstalar la terapia con el mismo NL sin volver a repetir el cuadro, las recurrencias se describen en un 15% (15).

Factores de riesgo

El SNM es más frecuente en pacientes jóvenes, de sexo masculino, con daño cerebral de base (compromiso de la vía dopaminérgica), agitados, deshidratados, con déficit nutricional, catatónicos y con trastornos del ánimo.

Dentro de los factores extrínsecos se describe mayor riesgo en un ambiente cálido, cuando el fármaco se administra en altas dosis, se utiliza la vía parenteral o se infunde rápidamente (16,17).

Manifestaciones clínicas

Se desarrolla compromiso de conciencia, lo más frecuente es obnubilación, confusión y catatonia, el paciente puede eventualmente evolucionar hacia el coma.

El paciente desarrolla inestabilidad autonómica caracterizada por hipertermia, generalmente mayor a 38°C, inestabilidad de la presión arterial, diaforesis, taquicardia e incontinencia urinaria.

Se presentan síntomas piramidales como: hipertonía de predominio axial, llegando incluso al opistótono, postura flexora o extensora y alteración de los reflejos, incluyendo la aparición del reflejo de Babinski. Pueden aparecer síntomas extrapiramidales como: temblor, disartria y disfagia.

Exámenes de laboratorio

Se observa un aumento de la creatinin kinasa, generalmente mayor a 2.000 UI/L e incluso superiores a 60.000 UI/L. Además es frecuente una leucocitosis de 10.000 a 40.000 GB/mm3. Habitualmente hay una elevación de las enzimas hepáticas, acidosis metabólica y mioglobinuria.

Criterios diagnósticos

El DSM-IV establece como criterios diagnósticos la presencia de: hipertermia e hipertonía acompañada por 2 ó más de los síntomas descritos (18). En una amplia revisión se encontró que en un 98% de los casos los primeros síntomas son la hipertonía y cambios en el estado mental (19).

Se debe sospechar una comorbilidad si el paciente persiste febril pese a una disminución de la cretinin kinasa o si los síntomas persisten por más de dos semanas, período clásico en que se resuelve el SNM.

Por último, debemos mencionar que existen formas frustras del SNM, en las que alguna de las características clásicas como la hipertermia y la hipertonía puede estar ausente.

Diagnóstico diferencial

Se deben distinguir todas los síndromes que se presentan con encefalopatía, fiebre e hipertonía, entre ellas destacan: la hipertermia maligna, la catatonia letal, la distonía aguda, el síndrome serotoninérgico, la Infección del SNC. Y la toxicidad por drogas como: los inhibidores de la monoaminooxidasa, fármacos colinérgicos y litio (21).

Se debe considerar especialmente a la catatonia letal o catatonia maligna, la cual cursa con encefalopatía y fiebre. Algunos autores han propuesto que este síndrome es un pródromo del SNM (22,23).

Tratamiento

El paciente debe ingresar a una unidad de cuidados intensivos y se debe suspender inmediatamente los NL.

El resto de las medidas generales consisten en una hidratación agresiva para evitar la falla renal secundaria a la alta carga de mioglobina en el riñón. El balance hídrico debe ser monitorizado cuidadosamente, manteniendo un flujo urinario mínimo de 50 ml/hr. La inestabilidad autonómica lleva a un aumento de la pérdida insensible, con una pérdida adicional de 500 ml por cada grado Celsius que aumenta la temperatura. Se deben usar medios físicos, antipiréticos y controlar focos infecciosos como factores de comorbilidad. Además se debe evitar la aspiración con el uso de sonda nasogástrica y utilizar profilaxis de trombosis venosa profunda.

El tratamiento específico no tiene una base sólida y se basa sólo en información a partir del reporte de casos y nuestra experiencia.

El dantroleno produce un bloqueo de la liberación de Ca+ por parte del retículo sarcoplásmico de las fibras musculares, evitando así la contracción muscular. Se utiliza en dosis de 3 a 5 mg/kg. IV (24). Se debe tener precaución en la protección de la vía aérea y de la ventilación, además de el desarrollo de una posible depresión miocárdica.

La bromocriptina es un agonista dopaminérgico que se usa en dosis de 2.5 mg cuatro veces al día, hasta un máximo de 40 mg/día. Se debe usar con precaución pues se ha descrito que puede agravar la psicosis. Algunos autores recomiendan agregar carbidopa/levodopa en dosis de 25/100 mg. por SNE.

Otros fármacos que se han propuesto son relajantes musculares como pancuronio, el uso de carbamazepina, amantadina e incluso plasmaféresis. La anestesia general y la terapia electoconvulsiva también puede ser utilizada en los casos refractarios.

Se han sido utilizado esteroides con buenos resultados en pacientes con enfermedad de Parkinson que desarrollan el síndrome similar al SNM al suspender bruscamente los dopaminérgicos (25).

De ser necesario reiniciar los NL, se deben esperar al menos dos semanas de resuelto el SNM, para intentar evitar una recurrencia del cuadro. Idealmente se debe utilizar un NL de menor potencia, de todas formas el riesgo de recurrencia es de un 15%.

Morbimortalidad

La mortalidad es de un 12 a 20%. Las causas más frecuentes son la insuficiencia renal secundaria a la mioglobinuria debido a la rabdomiolisis (20); la insuficiencia respiratoria secundaria a neumonía aspirativa, debido al compromiso de conciencia y disfagia; e infarto al miocardo, insuficiencia cardíaca y arritmias.

Otras complicaciones potencialmente mortales son: trombocitopenia, coagulación intravascular diseminada, embolia pulmonar, alteraciones electrolíticas como hiperkalemia e hipernatremia.

Un daño cerebral residual y la degeneración cerebelosa son complicaciones infrecuentes.

Conclusiones

En pacientes que utilizan NL se debe mantener una alta sospecha del SNM. Descartar su diagnóstico diferencial es difícil, dado el tipo de pacientes en que se desarrolla y la polifarmacia que utilizan. Una vez hecho el diagnóstico se debe suspender inmediatamente el NL e iniciar las medidas generales del tratamiento. Se pueden utilizar la bromocriptina y el dantroleno. Se espera en un futuro próximo contar con trabajos bien diseñados que establezcan el mejor tratamiento para este cuadro.

Referencias:

  1. Delay J, Deniker P. Sur quelque erreurs de prescription des medicament psychiatrique. Bull Mem Soc Med Hop Paris. 1965; 116: 487.
  2. Caroff S, Mann S, Campbell E. Neuroleptic malignant syndrome. Adverse Drug React Bull. 2001; 209: 799-802.
  3. Caroff S, Rosenberg H, Mann S, Campbell E, Sullivan K. Neuroleptic malignant syndrome in the perioperative setting. Am J Anesthesiol. 2001; 28: 387-93.
  4. Rodintzky R. Drug-induced disorders in children. Sem in Pediatr Neurol. 2003; 10: 80-7
  5. Carbone J. The neuroleptic malignant syndrome and serotonin syndrome. Emerg Med Clin North Am. 2000; 18: 317-25.
  6. Henderson V, Wooten C. Neuroleptic malignant syndrome: A pathogenetic role for dopamine receptor blockade? Neurology. 1981; 31: 132-7.
  7. Sakkas P, Davis JM, Janicak P, Wang ZY. Drug treatment of the neuroleptic malignant syndrome. Psychopharmacol Bull. 1991; 27: 381-4.
  8. Caroff S, Roenberg H, Mann S, Campbell E, Sullivan K: Neuroleptic malignant syndrome in the critical care unit. Crit Care Med. 2002, 30: 2609.
  9. Suh H, Bronson B, Martin R. Neuroleptic malignant syndrome and low-dose olanzapine. Am J Psychiatry. 2003; 160: 796.
  10. Berry N, Pradhan S, Sagar R, Guta S. Neuroleptic malignant syndrome in an adolescent receiving olanzapine-lithium combination therapy. Pharmacotherapy. 2003; 23: 255-9.
  11. Spivak M, Adams B, Crockford D. Atypical neuroleptic malignant syndrome with clozapine and subsequent haloperidol treatement. Can J of Psychiatry. 2003; 48: 66.
  12. Kontaxakis V, Havaski_Kontaxaki B, Christodoulou N, Paplos K. Olanzapine associated neuroleptic malignant syndrome. Prog Neuropsycchopharmacology & Biol Psychiatry. 2002; 26: 897-902.
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  15. Mancall E, Munsat T .Drug-induced movement disorders. Continuum. American Academy of Neurology. 2001; 7: 20-38.
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  20. Gurrera R. Is neuroleptic malignant syndrome a neurogenic form of malignant hyperthermia? Clin Neuropharmacol. 2002; 25: 183-93.
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  22. Northoff G. Catatonia and neuroleptic malignant syndrome: psychopathology and pathophysiology. J Neural Transm. 2002; 109: 1453-67.
  23. Buckley PF, Hutchinson M. Neuroleptic malignant syndrome. J Neurol Neurosurg Psychiatry. 1995; 58: 271-3.
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  25. Bertorini T. Myoglobinuria, malignant hyperthermia, neuroleptic malignant syndrome and serotonin syndrome. Neurol Clin. 1997; 15: 649-71.