Introducción
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad
crónica del sistema nervioso central, caracterizada por focos de
desmielinización y daño axonal, asociado a actividad inflamatoria
(1). Afecta característicamente a pacientes jóvenes y tiene,
en consecuencia, un alto impacto personal y social.
Hasta hace algunos años, el tratamiento de
la EM estaba constituido únicamente por la terapia de apoyo o sintomática.
Es importante mencionar que esta forma de tratamiento sigue siendo fundamental
e irremplazable.
En el presente trabajo se revisan los fundamentos
de la inmunoterapia en EM y se describen las terapias actualmente demostradas
como clínicamente eficaces en el manejo a largo plazo de esta enfermedad.
Fundamentos fisiopatológicos de la terapia inmunomoduladora
en EM
Hasta ahora, el mejor modelo de estudio de la EM
ha sido la encefalomielitis alérgica experimental. En ésta,
se produce desmielinización del sistema nervioso central por un
mecanismo autoinmune gatillado por el contacto del animal experimental
con antígenos de la mielina o por la transfusión de linfocitos
activados contra estos antígenos (2).
Este modelo, junto con distintos estudios histopatológicos,
han sido claves en la comprensión de la enfermedad. Sin embargo,
hasta ahora no se logrado identificar si la causa es intrínseca
o extrínseca al organismo (parece ser una suma de ambas) ni determinar
el o los agentes etiológicos.
En lo que sí ha habido grandes avances ha
sido en la comprensión de los mecanismos fisiopatológicos
de la enfermedad, en los cuales el sistema inmune juega un papel central.
La lesión característica de la EM es
la desmielinización focal (3).
Estudios de resonancia magnética en EM sugieren
que la alteración inicial es una disrupción de la barrera
hematoencefálica. Probablemente esta alteración está
mediada por linfocitos T helper tipo 1. Estas células generan una
cascada inflamatoria mediada por una variedad de citoquinas, con activación
del sistema monocito-macrófago y reclutamiento de diferentes poblaciones
de linfocitos T.
También existe evidencia de la participación
de linfocitos B, con formación de autoanticuerpos, en los focos
de desmielinización (3).
La cascada inflamatoria desencadenada por estas células
es lo que finalmente lleva al daño de los oligodendrocitos, desmielinización
y lesión axonal secundaria.
Por otra parte, la presencia de inflamación
es un hallazgo frecuente y característico de lesiones crónicas.
Se postula entonces que la respuesta inmunológica juega un papel
fundamental en la evolución a largo plazo de los pacientes.
En lesiones inactivas también se han encontrado
células inflamatorias, lo que sugiere que participan, junto con
los oligodendrocitos, en el proceso de reparación de la desmielinización
(3).
Por último, es importante mencionar que existe
un alto grado de variabilidad en las características inmunopatológicas
de las lesiones de diferentes pacientes con EM. Trabajos recientes han
mostrado distintos patrones de desmielinización con una amplia
gama de marcadores inmunológicos y neurobiológicos (4).
Todos estos hallazgos sugieren que la EM es un síndrome heterogéneo,
más que una sola enfermedad.
La identificación de los principales mecanismos
de daño en la EM ha orientado la búsqueda de terapias que
modulen la reacción inflamatoria.
Terapia inmunomoduladora
La terapia inmunomoduladora en EM se ha utilizado tanto
para el manejo de la crisis (definida por consenso como un deterioro neurológico
de más de 24 horas de duración), como en el manejo a largo
plazo.
Tanto el uso de corticoides como de ACTH han demostrado
eficacia en el manejo de la crisis. El beneficio clínico de esta
terapia se prolonga hasta por 5 semanas. El resultado es aún mejor
para el uso de metilprednisolona intravenosa, tal como se publicó
recientemente en una revisión sistemática del grupo Cochrane
(5).
Por otra parte, la inmunoterapia orientada al control
de la enfermedad a largo plazo ha demostrado reducir clínica
e imagenológicamente los indicadores de actividad de EM.
En este sentido, es importante tener presente que las
terapias inmunomoduladoras han sido probadas principalmente en grupos
de pacientes con EM variedad remitente recurrente. Ésta es la forma
más frecuente de la enfermedad y en la cual la evidencia obtenida
a favor del tratamiento inmunomodulador es más sólida al
hacer un análisis metodológico estricto (1). En una segunda
etapa los trabajos han incluido la variedad secundariamente progresiva
y en series más pequeñas otras formas menos frecuentes (tabla
1) (6).
En los estudios realizados para la evaluación
de terapias inmunomoduladoras en EM existen dos objetivos clínicos
fundamentales: la disminución en el número de crisis por
año y la disminución en deterioro neurológico acumulado
en el tiempo. Este último, se mide en la mayoría de los
trabajos a través de la escala de discapacidad Kurtzke (Expanded
Disability Status Scale o EDSS) (tabla 2) (7).
Entre las terapias que han demostrado eficacia clínica
en el control a largo plazo de la EM en trabajos en fase III (evidencia
tipo 1) están: el Interferón B 1-a, Interferón B
1-b y el Copolímero 1 (Copaxone).
Esta revisión se enfocará fundamentalmente
en estas terapias.
Terapias con eficacia clínica en el manejo a
largo plazo de la EM
Interferones
Los interferones son una familia de proteínas
producidas por células del sistema inmune. Participan en la respuesta
inflamatoria normal del ser humano. Existen tres subtipos: alfa (A), beta
(B) y gama (G). En la actualidad, a través de técnicas de
ingeniería genética, se han logrado sintetizar copias de
las formas endógenas. Específicamente para el manejo de
la EM, se utilizan dos subtipos de IFN B: 1-a y 1-b.
La investigación en torno al interferón
(IFN) nació estimulada por la hipótesis de que la EM puede
ser una enfermedad viral y la observación de una frecuente asociación
de esclerosis múltiple con infecciones virales. Éstas últimas
son conocidos gatillantes de exacerbaciones y están presentes en
forma de infecciones asintomáticas (evaluada a través de
marcadores serológicos y de líquido cefaloraquídeo)
en un alto porcentaje de pacientes con EM (1).
Estas observaciones, sumadas al hecho de que el interferón
tiene reconocidos efectos antivirales e inmunomoduladores in vitro e in
vivo, se constituyeron como los fundamentos para iniciar la investigación
en torno a IFN.
El mecanismo de acción del IFN B en la EM es poco
conocido. Dentro de las propiedades inmunomoduladoras del IFN B está
la capacidad de inhibir la síntesis de interferón G, aumentar
la actividad inmunosupresora e inhibir la expresión del complejo
de histocompatibilidad tipo II en la superficie de las células
presentadoras de antígenos, todos mecanismos que probablemente
limitan la respuesta inflamatoria a nivel de los focos de desmielinización.
Otros mecanismos de acción posibles son la potenciación
de la actividad corticoesteroidal y la disminución del efecto del
factor de necrosis tumoral, de acción tóxica sobre los oligodendrocitos
(8).
1. Interferón beta 1-b
Su nombre comercial es Betaseron. Es una proteína de 165 aminoácidos,
producido en escherichia coli, a través de tecnología
con DNA recombinante. Cada miligramo de Betaseron contiene 32 millones
de unidades internacionales (MIU) de IFN B. Se aplica por vía
subcutánea, día por medio, las dosis estudiadas son: 1.6
y 8 MIU.
Fue el primero de los agentes inmunomoduladores de efectividad probada
en el manejo a largo plazo de la EM.
a. EM remitente recurrente
En 1993, se publicó el primer trabajo que mostró un
tratamiento inmunomodulador eficaz para el manejo a largo plazo de
la esclerosis múltiple (8).
Es una serie de 372 pacientes con EM remitente recurrente que se
randomizaron al uso de IFN B 1-b, 1.6 u 8 MIU por vía subcutánea
día por medio o placebo, con un seguimiento a dos años.
El tratamiento con IFN B 1-b mostró una disminución
significativa de la tasa de recurrencia anual con ambas dosis de IFN,
siendo más eficaz la dosis más alta.
La tasa de recurrencia fue: 1.27 recurrencias/año en el grupo
placebo, 1.17 en el grupo que recibió la dosis menor y 0.84
para la dosis mayor.
En el grupo tratado se constató además un aumento significativo
en la proporción de pacientes libres de recurrencias a los
dos años y un aumento del promedio de tiempo libre de recaídas
(8).
Con los resultados de este estudio se calcula que se necesita tratar
2.3 pacientes con una alta dosis de INF B 1-b para prevenir una exacerbación
anual y a 5.6 pacientes para mantener un paciente libre de crisis
por dos años (1).
En vista de los resultados de este primer estudio, el seguimiento
se prolongó hasta completar 5 años (9). La intención
de esta segunda etapa fue evaluar el impacto del uso del IFN B 1-b
en el daño neurológico acumulado, medido como la proporción
de pacientes con caída de 1 punto en la escala EDSS por tres
meses.
Este seguimiento mostró una tendencia no significativa a favor
del interferón en dosis altas. La disminución de la
tasa de recurrencia se mantuvo durante todo el seguimiento y se describieron
recurrencias de menor gravedad en el grupo tratado (9). Debido a problemas
metodológicos, estos resultados no son considerados como evidencia
clase 1 (1).
b. EM secundariamente progresiva
El principal estudio es una serie de 718 pacientes con puntajes iniciales
de 3 a 6,5 en escala EDSS. Los pacientes fueron randomizados a IFN
B 1-b (Betaseron), 8 MIU por vía subcutánea día
por medio o placebo, con un seguimiento a tres años (10).
El uso de IFN B 1-b mostró una disminución estadísticamente
significativa del daño neurológico acumulado (de 49,7%
a un 38,9% en tres años). Este efecto se mantenía en
el análisis por subgrupos de acuerdo a la escala EDSS, aunque
era menor para los pacientes con puntaje inicial mayor a 6 (10).
Este estudio mostró además que el IFN B 1-b prolongaba
significativamente el tiempo de llegada a la etapa de invalidez (puntaje
de 7 en EDSS) y disminuía el número de recaídas
en los pacientes con EM secundariamente progresiva (10).
Según este estudio se necesitan tratar 9,2 pacientes con EM
secundariamente progresiva (con un puntaje menor a 6 en escala EDSS
inicial) para prevenir la progresión en 1 punto en la escala
EDSS a tres años (1).
2. Interferón B 1-a
Actualmente existen dos formas de presentación para el Interferón
B 1-a: Avonex y Rebif. Ambos han mostrado eficacia en el manejo de pacientes
con EM en trabajos en fase III. Sin embargo, tienen diferentes formas
de presentación, vías de administración y según
opinión de expertos, se reconocen ciertas diferencias en cuanto
a su eficacia (2).
Avonex
Es una glicoproteína producida por tecnología
DNA recombinante usando células ováricas de hámster.
Su secuencia aminoacídica es igual a la del IFN B humano. Se utiliza
en dosis de 6 MIU, presentes en 30 ug administrados por vía intramuscular
una vez por semana (2).
Un trabajo reciente mostró que la dosis de 60
ug semanales no otorga mayor beneficio y tiene mayores efectos colaterales
(11).
Rebif
Es una glicoproteína de similares características
fisicoquímicas y forma de elaboración. Se presenta en 22
ó 44 ug en 0.5 cc para inyección subcutánea. La dosis
eficaz es 22 ó 44 ug tres veces por semana (2).
Existe un trabajo comparativo reciente entre ambas
formas de presentación de IFN B 1-a. En éste, se trataron
677 pacientes, randomizados a Avonex 30 ug semanales o Rebif 44 ug tres
veces por semana (12).
El objetivo primario de este trabajo fue evaluar el porcentaje
de pacientes que permanecieron libres de crisis a las 24 semanas. El trabajo
resultó favorable para Rebif, (74 versus 63.3%). El beneficio se
mantenía además a las 48 semanas. Sin embargo, es importante
notar que el seguimiento es a corto plazo y que el objetivo primario no
está dentro de los definidos como centrales desde el punto de vista
clínico (reducir el daño acumulado y disminuir el número
de crisis) (12).
a. EM recurrente remitente
El uso de IFN B 1-a ha mostrado una disminución del número
de exacerbaciones y del daño neurológico acumulado en
pacientes con EM recurrente remitente (13,14).
Un trabajo multicéntrico, randomizado, que incluyó trescientos
pacientes con EM, con al menos dos exacerbaciones en los tres años
previos y con un seguimiento de dos años, mostró que la
inyección semanal de IFN B 1-a (Avonex) disminuye la tasa anual
de exacerbaciones en forma significativa, de 0.9 a 0.6 anualmente (13).
Este estudio mostró además una disminución significativa
del daño neurológico acumulado, medido como la caída
en al menos un punto al menos de la escala EDSS. El grupo placebo progresó
en esta escala en un 34.9%, mientras que el grupo tratado progresó
en un 21.9% (13).
De acuerdo a este trabajo es necesario tratar 7.7 pacientes por dos
años para prevenir el deterioro neurológico en al menos
1 punto medido en la escala EDSS (1).
El estudio realizado con Rebif mostró resultados similares.
Fue un trabajo fase III con 560 pacientes randomizados al uso de interferón
B 1-a 22 ug, 44 ug (ambas dosis trisemanales) o placebo (14). En un
seguimiento a dos años, el número de exacerbaciones disminuyó
de un 2.56 en el grupo placebo a 1.82 con Rebif en dosis bajas y 1.73
a dosis altas. Además, el tratamiento aumentó significativamente
el grupo de pacientes libres de exacerbaciones al año y a los
dos años, así como el número de exacerbaciones
moderadas o severas (14).
Este trabajo mostró además un efecto favorable en el
daño neurológico acumulado. Deben tratarse 12 pacientes
con dosis bajas ó 9 pacientes con dosis altas de Rebif para prevenir
la caída sostenida de 1 punto en la escala EDSS en dos años
(1).
En vista de los resultados obtenidos, el trabajo fue prolongado por
dos años, en los cuales se mantuvo el beneficio mostrado en la
primera etapa y se confirmó que la eficacia era dosis dependiente.
La metodología de esta segunda etapa se considera tipo 1 (15).
b. EM secundariamente progresiva
Un estudio randomizado recientemente publicado, incluyó
436 pacientes con EM secundariamente progresiva con EDSS inicial de
3.5 a 5.6 recibieron Avonex (60 ug semanal) o placebo, por dos años
(16).
Este trabajo incorporó una nueva medición funcional
(Multiple Sclerosis Functional Composite, MSFC-Z) que incorpora la evaluación
de deambulación, función de extremidades y evaluación
cognitiva.
Con esta medición, el grupo tratado con Avonex obtuvo resultados
40.4% mejores que el placebo, menor tasa de remisión y mejores
resultados en escalas de evaluación de calidad de vida, sin embargo,
no hubo cambios significativos en la escala EDSS (16).
Un estudio con 618 pacientes con EM secundariamente progresiva
con puntajes EDSS iniciales de 3 a 6,5 que fueron randomizados a Rebif
22 ug o 44 ug tres veces por semana o placebo, no mostró diferencias
significativas en el daño neurológico acumulado entre
el grupo tratado y el placebo en un seguimiento a tres años.
Sin embargo, el tratamiento disminuyó la progresión de
la enfermedad en el subgrupo de pacientes mujeres y, en un análisis
posterior, en pacientes que tenían más recaídas
los meses previos al ingreso al estudio (17).
c. EM probable
En un estudio reciente se randomizaron 383 pacientes a Interferón
B 1-a (Avonex, 30 ug por vía intramuscular 1 vez/semana) o placebo,
después de un primer episodio clínico de desmielinización
con evidencia de al menos dos lesiones previas en la resonancia magnética.
Mostró que el tratamiento disminuía en un 30% la posibilidad
de desarrollar esclerosis múltiple definitiva en el seguimiento
a tres años (de un 50 a un 35%) (18). Este beneficio se mantenía
en el análisis por subgrupos según forma de presentación:
está presente en pacientes con neuritis óptica, síndromes
cerebelosos, de tronco y de médula espinal (18).
Un trabajo realizado con Rebif (22 ug por vía subcutánea
1 vez /semana), confirmó la eficacia del uso de IFN en esta etapa.
El tratamiento disminuyó de 45 a 34% la posibilidad de desarrollar
esclerosis múltiple definitiva, en un seguimiento a dos años
(19).
Es importante mencionar que existen grandes esfuerzos por identificar
qué subgrupos de pacientes con un primer episodio desmielinizante,
son los que se beneficiarían más con el inicio precoz
de IFN B (20).
d. Efectos adversos del uso de Interferones
En las series previamente mencionadas se han descrito:
1. Síndrome tipo influenza: es el efecto adverso más
frecuente, se describe hasta en un 54% de los pacientes. Para prevenir
su aparición se recomienda el uso de paracetamol desde el día
previo a la inyección (2).
2. Reacción en el sitio de la inyección: se describe
en forma variable en las distintas series hasta en un 60% de los casos.
Es importante mencionar que se produce también en forma significativa
por el uso de placebo (1).
3. Depresión: es controversial como efecto secundario al tratamiento.
En las series que lo mencionan como efecto, se describe hasta en un
20% de los pacientes (1).
4. Fiebre: se produce en alrededor de un 30% de los casos
(1).
5. Calofríos: descritos en alrededor de un 10% (1).
6. Alteración de enzimas hepáticas: en un 20 a 30%
de los pacientes, generalmente no significativas (1).
7. Trastornos hematológicos: se ha descrito leucopenia hasta
en el 36% de los casos, pero excepcionalmente se constituye como un
problema (1).
8. Formación de Anticuerpos Neutralizantes: se han descrito
en el uso crónico de IFN B 1-a y 1-b, en un 20 a 30% de los
pacientes. Es claramente más frecuente en las formulaciones
de administración subcutáneas (21). El efecto más
importante descrito hasta ahora en relación a la aparición
de anticuerpos ha sido la disminución de la eficacia del tratamiento
en pacientes con EM secundariamente progresiva (17).
9. Hipertonía: en el tratamiento con IFN B 1-b, de pacientes
con variedad secundariamente progresiva se describe un porcentaje
significativamente mayor de aparición de hipertonía
en el seguimiento (17).
10. Otros efectos colaterales graves descritos (en forma muy aislada)
son: rabdomiolisis y hepatitis autoinmune (1).
3. Copolímero 1
El Copolímero 1 es una mezcla de polipéptidos sintéticos
de cuatro aminoácidos: L-alanina, L-ácido glutámico,
L-lisina y L-tirosina. Fue sintetizado inicialmente en Israel, en 1967
(22).
La primera manifestación de su actividad inmunomoduladora fue
la supresión de la encefalomielitis experimental alérgica
en varias especies de mamíferos, incluidos primates no humanos.
Los dos principales mecanismos de acción postulados para
el Copolimero 1 en EM son: la inducción de células supresoras
antígeno-específicas y la interferencia de la activación
de linfocitos T por competencia con la proteína básica
de la mielina a nivel del complejo antígeno de histocompatibilidad
mayor clase II (22).
a. EM recurrente remitente
Un estudio fase III para Copolimero 1 en dosis de 20 mg por vía
subcutánea diario (Glatiramer, Copaxone) incluyó 251
pacientes que se randomizaron a Copolímero 1 ó placebo
(22). El tratamiento con Copolímero 1 disminuyó la tasa
de recaídas en un 29%, en un seguimiento a dos años.
Este valor alcanzó significación estadística,
cuando el análisis incorporó variables de gravedad de
la enfermedad (pero no en general). El tratamiento con Copolímero
1 no tuvo impacto en el daño neurológico acumulado (22).
En una segunda etapa, se prolongó el tratamiento con Copolímero
1 hasta completar 6 años (23). Un sesgo importante de este
trabajo es la baja tasa de recaídas anuales de los pacientes
que continuaron recibiendo tratamiento con Copolímero 1. Teniendo
presente las limitaciones de la metodología, este trabajo sugirió
que la eficacia del tratamiento se mantiene en el tiempo (23).
b. Efectos adversos del uso de Copolímero 1
Los efectos colaterales más frecuentemente descritos son:
1. Reacción en el sitio de la inyección: dolor (hasta
en un 64%), eritema, prurito, inflamación, equimosis e induración
(22).
2. Reacción sistémica transitoria: sudoración,
dolor torácico, disnea, palpitaciones y ansiedad. Descritas
en un 15,2% en la serie más grande (22).
3. Aparición de anticuerpos: a diferencia de lo que ocurre
con el uso de Interferón, los anticuerpos en éste
caso se describen como no neutralizantes (2).
Según opinión de expertos, el Copolímero 1 está
indicado en pacientes con EM recurrente remitente que: presenten discapacidad
leve a moderada y deseen iniciar tratamiento profiláctico, hayan
abandonado la terapia con IFN por efectos adversos y tengan mala respuesta
tardía al IFN, atribuible a la aparición de anticuerpos
(2).
Tratamientos posiblemente eficaces en EM
Están en estudio múltiples terapias inmunomoduladoras
en EM, para las cuales no existe todavía evidencia tipo 1 (24).
Las más de importantes son:
1. Mitoxantrona
Es una antracenodiona sintética. Por su efecto inhibidor de
la síntesis de DNA y RNA, ha sido utilizada en el tratamiento
de distintas formas de cáncer (principalmente hematológicos).
Actúa tanto en las células en desarrollo como en las
no proliferativas (24).
Su uso en EM ha sido avalado por un trabajo de 194 pacientes, con
EM recurrente progresiva o secundariamente progresiva, con puntajes
en la escala EDSS de 4.5 a 7 iniciales (24). Fueron randomizados a
Mitoxantrona 5 ó 12 mg/m2 cada tres meses o placebo. Los pacientes
tratados con Mitoxantrona en dosis de 12 mg, presentaron menor progresión
y tasa de recaídas, en un seguimiento a dos años (24).
Los efectos colaterales fueron mucho más importantes en el
grupo tratado (náusea, alopecia, leucopenia y trastornos menstruales)
(24).
2. Ciclofosfamida
Una revisión sistemática reciente realizada por el
grupo Cochrane concluye que la Ciclofosfamida puede tener algún
papel en el tratamiento de la EM, aunque éste se ve limitado
por los efectos colaterales de la droga (25).
3. Inmunoglobulinas
Un estudio de 148 pacientes con EM recurrente remitente mostró
que el uso de inmunoglobulinas intravenosa en dosis de 0.15 a 0.20
g/Kg. puede tener un impacto beneficioso en la tasa de exacerbaciones
(26).
4. Estatinas
El papel inmunomodulador de las estatinas se estudia desde
1995. En EM la investigación está en fase pre-clínica.
Un trabajo reciente sugiere que las estatinas son eficaces inmunomoduladores
in vitro en células hematológicas de pacientes con EM
(27). Por su bajo costo y perfil de efectos colaterales aparece como
una terapia de gran interés (28,29).
Otras áreas en estudio
Es importante mencionar que los trabajos realizados con Interferón
B y Copolímero 1, han dado mucha más información
de la que se ha expuesto aquí. Está, por ejemplo, toda una
línea de investigación en desarrollo en relación
al impacto favorable del tratamiento en la progresión de la enfermedad
evaluada en estudios de resonancia magnética. También se
ha reconocido que la terapia inmunomoduladora tiene un efecto protector
para el desarrollo deterioro cognitivo en pacientes con EM (2).
Conclusión
La EM es síndrome clínico heterogéneo,
con manifestaciones variables y distintas formas de evolución.
Sin embargo, en todos sus subtipos aparece fisiopatológicamente
relacionada al sistema inmune.
Actualmente hay evidencia sólida que terapias
inmunomoduladoras son capaces de modificar el curso de esta enfermedad.
A la luz de los trabajos revisados se puede concluir:
1. El IFN B 1-a y 1-b han demostrado consistentemente
disminuir la tasa de exacerbaciones en el tratamiento a los dos años
de pacientes con EM recurrente remitente y secundariamente progresiva,
en una proporción cercana al 30%.
2. El Copolímero 1 ha mostrado una eficacia similar,
pero es importante mencionar que la cantidad de trabajos realizados con
esta terapia es menor.
3. Estos mismos tratamientos han demostrado beneficio
en la disminución del daño neurológico acumulado
medido en la escala EDSS, en pacientes con EM remitente recurrente y secundariamente
progresiva. Sin embargo, es importante notar que este beneficio es de
magnitud variable y no aparece sistemáticamente en todos los trabajos.
4. Existe un impacto clínico claro del Interferón
B 1-a en la tasa de conversión a EM definitiva en pacientes con
un primer episodio clínico de desmielinización y evidencia
de dos o más lesiones en la resonancia magnética de cerebro.
5. Las terapias actuales parecen estar orientadas principalmente
a las etapas tempranas de la EM.
Queda pendiente como elemento fundamental para el desarrollo
de nuevas terapias el ser capaces de caracterizar mejor los diferentes
subgrupos de pacientes, así como los mecanismos de daño
presentes durante las distintas etapas de la evolución de la EM.
Tabla 1.
Variantes de la esclerosis múltiple (6)
|
1. Recurrente- remitente: caracterizada por crisis seguidas de recuperación
completa o parcial, sin deterioro en el período intercrisis;
2. Primariamente progresiva: progresión de le enfermedad desde
el inicio, con o sin mejorías temporales;
3. Secundariamente progresiva: después de una fase recurrente-remitente,
progresión continua de la enfermedad, con o sin crisis;
4. Recurrente progresiva: progresión desde el inicio, con claros
episodios de empeoramiento seguidos de recuperación importante. |
Tabla 2.
Escala de discapacidad de Kurtzke (7)
|
0 Examen neurológico normal
1.0 Sin incapacidad, mínimos signos en un sistema funcional
(SF)*
1.5 Sin incapacidad, mínimos signos en más de un SF.
2.0 Mínima incapacidad en un SF
2.5 Mínima incapacidad en dos SF
3.0 Moderada incapacidad en un SF o leve incapacidad en 3 ó
4 SF
3.5 Totalmente ambulante, pero con moderada incapacidad en un SF y
leve incapacidad en uno o dos SF; o moderada en dos SF, o leve en
cinco SF
4.0 Completamente ambulante, autosuficiente, a pesar de compromiso
grave de un SF o moderado de varios, camina sin ayuda 500 metros
4.5 Completamente ambulante, autosuficiente, puede tener alguna limitación
laboral, con compromiso grave de un SF o moderado de varios, camina
sin ayuda 300 metros
5.0 Ambulante, capaz de caminar sin ayuda ni apoyo 200 metros; impedido
de trabajar jornada completa sin medidas especiales, con acumulación
de varios déficit, generalmente con compromiso muy grave de
un SF
5.5 Capaz de caminar 100 metros sin ayuda, impedido en parte de las
actividades cotidianas
6.0 Ayuda intermitente o constante (bastón, muletas) requeridas
para caminar 100 metros
6.5 Ayuda bilateral constante para caminar 20 metros
7.0 Incapaz de caminar 5 metros aún con ayuda, principalmente
en silla de ruedas, capaz de trasladarse en silla de ruedas 12 horas
al día
7.5 Incapaz de subir pocos peldaños, en silla de ruedas, tiene
dificultades para trasladarse sin ayuda en ella
8.0 En cama o silla de ruedas, puede encargarse de su cuidado personal,
generalmente conserva el uso efectivo de brazos
8.5 En cama o silla, conserva algo de uso efectivo de brazos, conserva
algunas funciones de cuidado personal
9.0 Paciente postrado en cama, puede comunicarse o comer
9.5 Paciente totalmente imposibilitado, incapaz de comunicarse efectivamente
o deglutir.
10.0 Fallecimiento por EM
*Sistemas funcionales: piramidal, cerebeloso, tronco, sensitivo, cognitivo,
digestivo, urinario, visual. |
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