"Es imposible sobrevivir a una apoplejía severa"
Hipócrates
INTRODUCCIÓN
La enfermedad cerebrovascular (ECV) es, en Chile y a nivel mundial,
la tercera causa de muerte y la etiología más frecuente
de invalidez (1). El 80% de la ECV corresponde a infartos cerebrales,
el otro 20% a hemorragias. De los infartos, el 20% son debido a embolías,
un 20% a un accidente de placa (aterotrombosis), un 20% a infartos lacunares
y un 20% es de etiología desconocida (2).
A continuación se discutirá un tipo particular de infarto
cerebral, el infarto maligno de la arteria cerebral media (IMACM) (3).
Este infarto, debido a su extensión y a la aparición de
edema parenquimatoso, produce hernias cerebrales que pueden provocar la
muerte hasta en un 80% de los casos (3,4). En los últimos años
esta alta mortalidad ha sido drásticamente reducida con el uso
de técnicas quirúrgicas precoces y lo que es más
importante, con una morbilidad francamente menor a la esperada.
DEFINICIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA
El IMACM corresponde al infarto de al menos 2/3 del territorio de la
arteria cerebral media (ACM) (3). Pueden distinguirse tres tercios en
el área de esta arteria, un tercio profundo, irrigada por la rama
principal de la ACM, desde su nacimiento hasta su bifurcación,
denominada M1. Otro tercio corresponde a la zona irrigada por la rama
superior o anterior de la ACM (M2), y el tercer tercio, al área
irrigada por la rama inferior o posterior de la ACM (M2).
Se ha denominado infarto completo de la ACM cuando se comprometen sus
tres tercios, infarto extenso de la ACM cuando se compromete un 50% de
ésta e infarto panhemisférico cuando se compromete además
de la ACM, la arteria cerebral anterior (ACA) o la arteria cerebral posterior
(ACP) (5,6). Todas estos infartos pueden comportarse como un IMACM.
No existen estudios epidemiológicos adecuados de pacientes con
un IMACM, algunos reportes han estimado que corresponde a un 5% a 10%
del total de los infartos encefálicos (3,6,7). El grupo etario
más afectado es aparentemente el de los jóvenes y no existe
diferencia por sexo (6).
ETIOLOGÍA
La causa más frecuentes del IMACM es la embolía de origen
cardíaco o la embolia proveniente de una disección de la
arteria carótida interna (ACI), es decir, una embolía arterio-arterial
(8,9). En algunas oportunidades la embolía se localiza en la bifurcación
de la ACI, lo que se denomina la "T" de la arteria carótida.
FISIOPATOLOGÍA
Para que se produzca un IMACM deben coexistir las siguientes tres condiciones:
1. Una oclusión de la ACI o de la porción M1 de la ACM.
En el primer caso se comprometerán la ACA y los tres tercios de
la ACM. En el segundo caso, si la embolía se localiza en segmento
proximal de M1, se comprometerán los tres tercios de la ACM y si
se ubica en la porción distal de M1, se afectarán dos tercios
de esta arteria (ambas M2). 2. No debe existir una buena irrigación
por arteriolas colaterales piales provenientes de las ACA y ACP hacia
las ramas superficiales de la ACM. De existir estas colaterales puede
ocurrir un infarto limitado a la región profunda de la ACM denominado
infarto estriato capsular, el patrón tomográfico de este
infarto es una semi-coma que compromete la cápsula interna y el
núcleo lenticular (10). Este infarto habitualmente es de mal pronóstico
funcional (hemiplejia, hemianestesia, hemianopsia y, en el caso
del hemisferio dominante, afasia) pero no tiene el riesgo vital del IMACM,
ya que el edema no es suficiente para producir hernias cerebrales (11).
3. La cavidad craneana debe poseer un escaso espacio subaracnoídeo,
es decir, no debe existir atrofia cerebral (habitualmente jóvenes).
En este caso, el edema no tiene otra opción que la de producir
hernias cerebrales.
Un 10% de la población presenta una variante anatómica
del árbol vascular encefálico, en la cual persiste la irrigación
embriológica del territorio de la circulación de la ACP,
es decir, se encuentra irrigado principalmente por la arteria comunicante
posterior, la que proviene de la porción distal de la ACI, justo
antes de su bifurcación en ACA y ACM (12). En estos pacientes
la oclusión de la ACI producirá, además de un
infarto de la ACM y de la ACA, un infarto del territorio de la ACP, es
decir, un infarto panhemisférico. Otra causa de un infarto de esta
magnitud es la presencia de un IMACM complicado con un edema extenso y
hernias subfalcina y uncal. La hernia subfalcina puede provocar una compresión
de la ACA produciendo un infarto en su territorio y la hernia uncal puede
a su vez comprimir la ACP produciendo también un infarto en su
territorio.
El edema del infarto cerebral es fundamentalmente de dos tipos: citotóxico
y vasogénico. El edema citotóxico se refiere a una tumefacción
celular, tanto neuronal como glial y es producido por una pérdida
de la gradiente electroquímica debido a una falla de la bomba Na/K
ATPasa, lo que permite el paso masivo de sodio y agua al intracelular.
Este edema es precoz y resistente a los esteroides. El edema vasogénico
es tardío (días a semanas), se debe a una pérdida
de la integridad de la barrera hémato-encefálica, lo que
permite el paso de plasma del intravascular al parénquima encefálico.
Este edema puede responder a los esteroides (13).
El edema cerebral provoca un aumento de volumen del parénquima
encefálico comprometido, lo que producirá que éste
se desplace hacia donde el resto del encéfalo se lo permita.
Se ocupa el espacio subaracnoídeo y posteriormente se desplaza
hacia los otros compartimentos provocando las hernias encefálicas.
Las hernias que se producen en el IMACM son la subfalcina, la uncal y
la diencefálica (14). La hernia subfalcina no presenta una clínica
característica, en las neuroimágenes es fácilmente
apreciable ya que en la región frontal se observa una protrusión
del parénquima del lado tumefacto hacia el contralateral. La complicación
más temible de esta hernia es la compresión de la ACA ipsilateral,
lo que produce un infarto en su territorio, seguido por una compresión
similar de la ACA contralateral.
La hernia uncal, es decir, de la región medial del lóbulo
temporal del hemisferio tumefacto, comprime las estructuras que transcurren
entre esta región y la tienda del cerebelo: el tercer nervio, la
ACP y posteriormente el mesencéfalo. En las neuroimágenes
lo primero que se observa es la desaparición del espacio subaracnoídeo
de las cisternas de la base, posteriormente se visualiza el contacto entre
el uncus temporal y el mesencéfalo y más tardíamente
el desplazamiento del mesencéfalo hacia el lado contralateral del
hemisferio tumefacto. No es raro observar en etapas tardías una
dilatación del cuerno temporal, del cuerpo y cuerno anterior del
ventrículo lateral contralateral al hemisferio tumefacto, lo que
es denominado ventrículo atrapado. La explicación de este
fenómeno es que el desplazamiento de un hemisferio hacia el lado
contralateral comprime en primer lugar el cuerno lateral ipsilateral,
luego el agujero de Monro ipsilateral y posteriormente el contralateral,
en este momento persiste la producción de líquido cefalorraquídeo
por el plexo coroídeo del ventrículo contralateral pero
no es posible su drenaje hacia el tercer ventrículo a través
del agujero de Monro, produciéndose una verdadera hidrocefalia
localizada. Instalar un drenaje ventricular en este ventrículo
dilatado para aliviar la hipertensión intracraneana de estos pacientes
es un gran error, ya que provocará un cambio brusco de presión
y un desplazamiento también brusco de los hemisferios con un enclavamiento
y muerte del paciente.
Las manifestaciones clínicas de la hernia uncal se deben a la
compresión del tercer nervio ipsilateral y del mesencéfalo.
La compresión del tercer nervio produce una parálisis parasimpática
de la pupila, es decir, midriasis, la cual en un comienzo es fotorreactiva
(fase I de la pupila de Hutchinson) para posteriormente ser arrefléctica
(fase II de la pupila de Hutchinson). Posteriormente se afecta la óculomotilidad,
produciendo una exotropia del ojo ipsilateral.
La compresión del mesencéfalo posee dos componentes: 1.
La compresión del pedúnculo cerebral contralateral, y por
tanto de la vía piramidal contra la tienda del cerebelo,
lo que se manifiesta por una hemiparesia facio-braquio-crural y reflejo
de Babinski ipsilateral al hemisferio infartado (Kernohan). 2. Posteriormente
ocurre la compresión del resto del mesencéfalo, lo que se
manifiesta clínicamente por una midriasis bilateral debido a una
lesión de ambos núcleos de Edinger-Westphal en el tectum
mesencefálico. Por último, la hernia uncal es seguida de
la hernia transtentorial, la que se caracteriza clínicamente como
un descenso rostro-caudal en la pérdida de función neurológica,
finalizando con la muerte encefálica (14,15).
CLÍNICA
Las manifestaciones clínicas del IMACM corresponden a las de
una lesión hemisférica extensa, es decir, los pacientes
presentan: hemiplejia, hemianestesia, hemianopsia y desviación
de la mirada conjugada hacia la lesión, en le caso de comprometerse
el hemisferio dominante presentan afasia y si es el contralateral negligencias
(15,16,17).
Entre el tercer y quinto día de evolución comienzan las
manifestaciones clínicas de la hernia uncal (pupila de Hutchinson,
parálisis completa del III nervio, hemiparesia y signos piramidales
ipsilaterales al infarto). Finalmente, y debido a la aparición
de una hernia transtentorial, ocurre la muerte cerebral del paciente.
Se ha intentado predecir la evolución de un infarto de la ACM
hacia un IMACM. Un trabajo estudió retrospectivamente a los pacientes
que desarrollaron un IMACM en el grupo placebo de un estudio fase III
que intentaba determinar la eficacia de un neuroprotector (7). Del grupo
total de pacientes (353), el 25% falleció, el 6.5% debido a un
IMACM. Las variables clínicas que predijeron esta evolución
fueron un infarto clínicamente extenso y la presencia precoz de
náuseas y vómito, en la tomografía computarizada
una hipodensidad mayor al 50% del territorio de la ACM también
predijo la aparición de un IMACM (7). Otro trabajo, multicéntrico
y retrospectivo con 201 pacientes, realizó un análisis multivariado
regresivo de 17 variables clínicas y 14 de laboratorio. Sus resultados
mostraron que los predictores clínicos de un IMACM fueron el antecedentes
de hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca y la presencia
de leucocitosis al ingreso, los hallazgos tomográficos fueron una
hipodensidad mayor al 50% del territorio de la ACM y la presencia de otro
territorio vascular agregado (4).
Es frecuente observar complicaciones médicas en los pacientes
que sufren de un IMACM, las más frecuentes son: incapacidad de
proteger la vía aérea, neumonía, trastornos hidroelectrolíticos
(habitualmente hiponatremia), trombosis venosa profunda, úlceras
por decúbito, úlceras digestivas por stress, infecciones
urinarias y flebitis iatrogénicas. Debe considerarse que la causa
más frecuente de muerte de estos pacientes en la primera semana
es el enclavamiento, pero en la segunda semana es la neumonía.
Además, todas estas complicaciones médicas prolongan la
estadía en la unidad de pacientes críticos y la estadía
total en el hospital (6).
Un síndrome inhabitual de observar en pacientes que sufren un
IMACM es la desaparición espectacular de su gran déficit
neurológico "spectacular shrinking deficit", en el cual
el paciente recupera espontáneamente la totalidad de la función
neurológica perdida minutos antes. El mecanismo fisiopatológico
postulado para este cuadro es la fragmentación espontánea
de una embolía proximal y una lluvia de sus fragmentos a ramas
distales (18).
NEURORRADIOLOGÍA
La tomografía computarizada (TC) de encéfalo puede ser
normal en las primeras horas de un IMACM. Sin embargo, existen algunos
signos precoces que se pueden observar en estas primeras horas como: la
pérdida del fenestreado insular, la pérdida de la diferenciación
córtico-subcortical, la presencia de una arteria cerebral media
espontáneamente hiperdensa (trombo en su interior), la pérdida
de la delimitación del núcleo lenticular y la desviación
de los globos oculares hacia el infarto.
Después de 12 horas de evolución se puede observar el
infarto en la TC como un territorio hipodenso respecto al parénquima
normal. Dentro de dos a tres días se visualiza el edema cerebral
y la aparición de las hernias subfalcina y uncal. Como se señaló,
la presencia de un área hipodensa mayor a un 50% del área
de la ACM en la TC es un signo predictor de un IMACM (19).
La resonancia magnética (RM) de encéfalo posee varias
ponderaciones, una de las más útiles en el estudio de pacientes
con una ECV es la difusión. Esta ponderación es capaz de
detectar un infarto encefálico hasta en 39 minutos (20). La zona
de difusión alterada se observa hiperintensa y su mecanismo fisiopatológico
es detectar H2O intracelular, es decir, edema citotóxico,
y por lo tanto necrosis neuronal y glial. Otra ponderación es la
perfusión por RM, en ella se puede detectar un área del
encéfalo que se encuentra con un flujo sanguíneo cerebral
menor al normal (50ml/100g/min).
Se puede evaluar la presencia de una diferencia entre las áreas
de difusión y perfusión. Esta área es denominada
en RM como "mismatch" y permite al clínico poder diferenciar
dos áreas, la necrosis, donde se encuentran comprometidas la difusión
y la perfusión y el área penumbra, donde sólo se
encuentra comprometida la perfusión. En teoría, si existe
un área de mismatch extensa, el clínico se inclinará
a realizar una trombolisis intravenosa o intra-arterial. En cambio, si
no existe el área de mismatch, la trombolisis tendrá riesgos
(transformación hemorrágica) y baja posibilidad de beneficio,
ya que no existe tejido viable pues no existe un área penumbra.
Sin embargo, recientemente ha sido cuestionado el hecho de que una difusión
alterada sea equivalente a una necrosis, más bien, parece ser que
corresponde a una pérdida del umbral neuronal por falla de la bomba
Na/K ATPasa, con la correspondiente entrada de H2O a la célula
y que habitualmente va hacia la necrosis. Un trabajo recientemente presentado
mostró que un 15% de las difusiones alteradas en el territorio
carotídeo pueden disminuir definitivamente su volumen después
del uso de trombolíticos, y otro 25% en forma transitoria, reapareciendo
en pocos días, lo que sugiere apoptosis (21).
En el IMACM el área de difusión alterada compromete al
menos 2/3 del área de irrigación de esta arteria y no existe
mismatch. Un trabajo recientemente publicado mostró que un área
de difusión alterada mayor a 145 cc antes de 14 horas del evento
tiene una sensibilidad de 100% y una especificidad 94% para predecir la
evolución hacia un IMACM (22).
El FLAIR es otra secuencia de la RM, permite resaltar el edema citotóxico
y vasogénico, el área del infarto se observa hiperintenso.
Su alteración es más tardía que la observada en la
difusión. Recientemente se ha descrito con esta ponderación
en pacientes con un infarto de la ACM una señal hiperintensa dentro
de la arteria, lo que corresponde al trombo en el interior de la arteria.
La sensibilidad de este signo en las primeras 24 horas es de hasta un
100% y en los primeros 13 días de un 60% (23).
Otra ponderación de la RM es el ecogradiente de T2, la cual ha
sido desarrollada para detectar hemorragias antiguas, las que se observan
hipointensas. Con esta técnica también se ha detectado la
presencia de un trombo dentro de la ACM, la que se observa hipointensa
y dilatada (24).
La angiorresonancia también es una ponderación por RM
que puede o no utilizar medio de contraste y que permite observar las
grandes arterias extracraneanas, las arterias del polígono de Willis
y hasta las segundas porciones de las arterias intracraneanas. Hasta hoy,
no ha podido reemplazar en su sensibilidad ni especificidad a la angiografía
por sustracción digital, sus desventajas más importantes
son la sobre-estimación de las estenosis y la disminución
de su sensibilidad para alteraciones menores a 5 mm. En el IMACM se observa
una amputación de la ACM en su porción M1.
En la actualidad el grupo de Heidelberg se encuentra realizando su protocolo
de hemicraniectomías descompresivas en pacientes con un IMACM basándose
en la clínica del paciente, en la ausencia de mismatch en la RM
y la presencia de una amputación de M1 en la angiorresonancia (25).
La mortalidad de los pacientes sometidos a este protocolo disminuyó
a un 12% (25,26).
Por último, la RM puede ayudar a determinar la etiología
de la embolía a la ACM. En los casos con una disección de
la ACI y embolía distal, la RM con cortes axiales en el cuello
puede observar la disección como una semiluna hiperintensa en la
ponderación T1 en la ACI, a dos centímetros de la bifurcación
de la arteria carótida común (27). La angiorresonancia puede
mostrar una amputación o estenosis de la ACI.
OTROS EXÁMENES
Otros exámenes están destinados a detectar otras fuentes
embólicas como por ejemplo la cardiogénica con el ecocardiograma
transtoráxico, el transesofágico y el holter de arritmias.
Además, en casos seleccionados se puede evaluar la presencia de
trombofilias como: síndrome antifosfolípido (anticuerpos
anticardiolipinas, anti coagulante lúpico y anti beta glicoproteína
I), déficit de proteínas C, S y antitrombina III, mutación
de la protrombina G20210A, resistencia a la proteína C activada,
presencia del factor V Leiden e hiperhomocisteinemia. La angiografía
por sustracción digital se realiza para confirmar algunas alteraciones
observadas en la RM y en la angiorresonancia, para evaluar una ateromatosis
extra o intracraneana, una disección o una vasculitis. Antes de
realizar este examen se debe considerar sus riesgos y beneficios, teniendo
especial cuidado en obtener resultados que cambien la conducta terapéutica
(28).
NEURO-MONITORIZACIÓN
Los pacientes con un IMACM deben ser hospitalizados, salvo excepciones,
en unidades de tratamiento intensivo. Su monitorización debe ser
eminentemente clínica, evaluándose la presencia de signos
focales y su progresión, la aparición de un tercer nervio
y de una hemiplejia ipsilateral al infarto (ver clínica) (29,30).
El grado de conciencia cuantitativa es trascendente ya que existe una
estrecha relación entre ésta y el desplazamiento de la línea
media a nivel de la glándula pineal medida en la TC de encéfalo:
vigil entre 0-3 mm, somnoliento entre 3 y 6 mm, sopor entre 6 y 9 mm y
coma en los mayores de 9 mm (31).
La monitorización de la presión intracraneana (PIC) en
este grupo de pacientes es inútil. La PIC sólo se eleva
después de 24 horas de la aparición clínica de una
hernia uncal y por lo tanto su monitorización no aporta a la conducta
terapéutica del paciente con un IMACM (32,33). La explicación
fisiopatológica de este retraso de la elevación de la PIC
respecto a la producción de un enclavamiento es que para que exista
un desplazamiento de la línea media y por ende aparezca una hernia
cerebral, se requiere de una diferencial de presiones entre dos compartimentos,
pero no necesariamente que en uno de ellos la presión supere los
20 mm de Hg (32).
Un trabajo con 26 pacientes con un IMACM que fueron sometidos a una
hemicraniectomía descompresiva evaluó los potenciales evocados
somatosensitivos (PESS) de nervio mediano y los auditivos como factores
pronóstico. Los PESS no mostraron una correlación con la
evolución clínica del paciente, en cambio los auditivos
estuvieron siempre presente en los pacientes que sobrevivieron a la hemicraniectomía
(34).
La monitorización neuroquímica es una técnica recientemente
incorporada a la práctica clínica y se refiere a la evaluación
bioquímica del encéfalo de pacientes que han sufrido una
enfermedad catastrófica del encéfalo. Las técnicas
más utilizadas son la microdiálisis cerebral y la medición
de la presión parcial de oxígeno intersticial (PtiO2), ambas
se realizan a tiempo real y al borde de la cama del paciente (35,36).
Un reporte de un enfermo que sufrió de un IMACM evaluado con microdiálisis
mostró una elevación masiva de glutamato, gliceria y de
la relación de lactato/piruvato 24 horas antes de la elevación
de la PIC y de la muerte cerebral del paciente (37). Su real aporte al
tratamiento de estos pacientes debe evaluarse en futuros trabajos.
TRATAMIENTO
El mejor tratamiento médico para el IMACM tiene una mortalidad
de hasta un 80% (3). Este tratamiento consiste en la hospitalización
de los pacientes en unidades de tratamiento intensivo, utilización
de ventilación mecánica, monitorización hidráulica
(monitores de presión intracraneana), monitorización metabólica
con catéteres de bulbo yugular, de PtiO2 y de midrodiálisis
cerebral y la monitorización electrofisiológica con potenciales
evocados y electroencefalograma continuo. Además, se utilizan terapias
como manitol, glicerol, sodio hipertónico, barbitúricos
e hiperventilación (3,5,38,39,40,41,42,43). Debido a estos malos
resultados se ha intentado la terapia quirúrgica cuyo fundamento
fisiopatológico es favorecer una hernia encefálica hacia
fuera del cráneo y así evitar las hernias uncal y diencefálica
que son las causales directas de la mortalidad de los pacientes con un
IMACM (44).
El procedimiento quirúrgico denominado hemicraniectomía
descompresiva (HD) consiste en realizar una craniectomía de 11
a 12 cm de diámetro, con una extensa durotomía y duroplastía.
No se debe realizar una infartectomía ya que no es posible determinar
los límites exactos del infarto y podría extirparse parénquima
encefálico viable, disminuyendo las posibilidades de recuperación.
La craniectomía debe comprometer los huesos temporal, frontal,
parietal y parte de la escama occipital, deben evitarse los senos frontales
para disminuir el riesgo de infección (45). La plaqueta ósea
permanece en el tejido subcutáneo abdominal del paciente o en el
banco de huesos. Si el paciente sobrevive, se reinstala la plaqueta ósea
tres a seis meses después de la HD.
En teoría, la HD puede mejorar la perfusión cerebral del
área penumbra del infarto debido a que permite la irrigación
de ésta por colaterales piales (45). Este hecho puede explicar
que las secuelas observadas en los sobrevivientes sean menores a las esperadas,
por ejemplo, 2/3 de los pacientes permanecen autovalentes (46) y los pacientes
con un infarto en el hemisferio dominante desarrollan una afasia de menor
magnitud a la esperada. (comunicación personal Dr. Werner Hacke).
Las complicaciones secundarias a la HD son hemorragias, infartos e infecciones,
estas dos últimas anecdóticas. En un trabajo retrospectivo
se observó que un 70% de los pacientes desarrollaron una complicación
vascular, la más grave fue la hemorragia (45). La mayoría
fueron menores a 2 ml, dos pacientes presentaron un hematoma intraparenquimatoso
mayor a 10 ml y sólo un paciente un hematoma epidural mayor a 10
ml. (45). Las hemorragias pueden localizarse en el parénquima cerebral
(41%), en el espacio epidural (12%) y en el espacio subdural (5%). La
mortalidad de los pacientes que presentaron una hemorragia secundaria
a la HD fue de 45%, en cambio, en los sin hemorragia de 20%. El riesgo
de presentar una hemorragia después de una HD fue inversamente
proporcional al diámetro de la HD (45).
El momento de someter a los pacientes con un IMACM a una HD es controvertido.
Si se espera a que aparezcan signos clínicos de una hernia cerebral,
la mortalidad es de 35% (47). Si se realiza antes de las 24 horas, basándose
en las manifestaciones clínicas y los hallazgos tomográficos,
la mortalidad desciende a 16% (46). Por último, si se realiza basándose
también en la clínica y en los hallazgos por difusión
y perfusión por RM (sin mismatch) y la angiorresonancia, la mortalidad
baja a 12% (26). Algunos autores sostienen que la cirugía precoz
(< de 24 horas) puede incluir pacientes que no la requieren y que posiblemente
esta práctica explique en parte el buen pronóstico encontrado
(48,49,50,51). Otro autor favorece la cirugía precoz, antes de
la aparición de una paresia de un tercer nervio, pues su presencia
implicaría una lesión mesencefálica establecida (52).
Otros trabajos han mostrado resultados diferentes. Un estudio retrospectivo
con 42 pacientes sometidos a una HD mostró una mortalidad de 55%,
siendo sorpresivamente mayor en el grupo de pacientes jóvenes (53).
Además, los sobrevivientes presentaron una morbilidad mayor a los
datos previamente reportados (53). Otro trabajo retrospectivo con 10 pacientes
mostró una mortalidad de 20%, un 40% quedó en estado vegetativo
o en estado de mínima conciencia y un 40% quedó en buenas
condiciones (54). Otro estudio retrospectivo mostró que la HD en
pacientes mayores a 55 años con un IMACM tiene una mortalidad de
30%, sin embargo, sus resultados funcionales fueron malos, ninguno de
los sobrevivientes logró una vida independiente (55). Un trabajo
japonés con 24 pacientes sometidos a una HD mostró que el
33% falleció y el resto permaneció en estado vegetativo
o en estado de mínima conciencia, la crítica a este trabajo
es que el momento de decidir la cirugía fue tardía, todos
los pacientes presentaban signos clínicos de enclavamiento (56).
En la actualidad se encuentran en curso dos trabajos multicéntricos,
prospectivos y randomizados, uno estadounidense (HEADFIRST) y otro alemán
(DESTINY), destinados a demostrar el real beneficio de esta técnica.
Nuestro equipo, basándose en nuestra experiencia anecdótica
y hasta que estos trabajos no sean publicados, se encuentra a favor de
someter a un grupo seleccionado de pacientes con un IMACM a una HD.
En los últimos años, ha aparecido una terapia alternativa
para los pacientes con un IMACM, la hipotermia moderada (32-33°C).
Estudios con animales de experimentación han mostrado que la hipotermia
moderada disminuyen el daño neuronal debido a una isquemia focal
o global (57,58).
Un trabajo prospectivo recientemente publicado con 50 pacientes con
un IMACM sometidos a una hipotermia moderada con colchones de aire frío
por uno a tres días, mostró que el tiempo requerido para
lograr la temperatura deseada fue de entre 3.5 y 11 horas. Las complicaciones
fueron: trombocitopenia (70%), bradicardia (62%) y neumonía (48%).
Cuatro pacientes (8%) fallecieron durante la hipotermia debido a una coagulopatía
grave, insuficiencia cardíaca e hipertensión intracraneana
refractaria. Durante el recalentamiento falleció el 30% de los
pacientes, todos debido a una reaparición de una hipertensión
intracraneana refractaria. Un análisis retrospectivo mostró
una diferencia estadísticamente significativa de la mortalidad
entre los pacientes recalentados en más o menos de 16 horas. Mientras
menos demoraba el recalentamiento mayor era la mortalidad (59). El mismo
equipo recientemente publicó una serie de 19 pacientes con un IMACM
sometidos a hipotermia en el que, a diferencia del trabajo anterior, algunos
pacientes fueron enfriados con un catéter intravenoso lo cual favoreció
un enfriamiento más rápido (26). La mortalidad del IMACM
con una hipotermia moderada fue de 47%, menor al grupo control histórico
de 80%, pero mayor al grupo tratado con una HD que llegó a un 12%
(26). Actualmente se encuentra en desarrollo una depuración de
esta técnica, poniéndose especial énfasis en el rápido
enfriamiento con catéteres intravenosos y en un recalentamiento
lento y controlado (26).
PRONÓSTICO
La mortalidad reportada para pacientes con un IMACM es de hasta un 80%,
la morbilidad de los sobrevivientes es también elevada, quedando
la mayoría de ellos dependientes y en casas de reposo. El tratamiento
médico no ha mostrado eficacia en disminuir la morbi-mortalidad
de esta catastrófica enfermedad (3).
El tratamiento quirúrgico con una HD ha logrado disminuir la
mortalidad a un 32% si la cirugía se realiza después de
24 horas (47), a un 16% si se realiza precozmente (< de 24 horas) (46)
y a 12% si la cirugía se realiza antes de 24 horas y es guiada
por los hallazgos de RM (26).
Una observación interesante de estos trabajos es que, a pesar
de los pronósticos previos, 2/3 de los sobrevivientes mantienen
una vida independiente, incluso aquellos que presentaban el infarto en
el hemisferio dominante, es decir, también el grado de afasia era
menor al esperado. Debe considerarse que estos resultados han sido obtenidos
en un solo centro y que los estudios no han sido metodológicamente
adecuados, debido a la falta de randomización y de un grupo control.
Recientemente han sido iniciados dos estudios prospectivos, randomizados
y multicéntricos, uno alemán (DESTINY) y el otro estadounidense
(HEADFIRST), destinados a demostrar la real eficacia de la HD.
CONCLUSIÓN
El IMACM corresponde a un 5-10% de los infartos cerebrales, su cuadro
clínico es característico, el estudio con neuroimágenes
puede ayudar a su diagnóstico, su historia natural es bien conocida,
con la aparición de un enclavamiento uncal y muerte en 2 a 4 días
en un 80% de los casos. Recientemente la HD ha mostrado, en trabajos anecdóticos,
una reducción de la mortalidad de hasta un 12%, con 2/3 de los
sobrevivientes autovalentes. La hipotermia a 33C° también
ha logrado disminuir la mortalidad hasta un 47%. En la actualidad se encuentran
en curso dos trabajos de HD metodológicamente adecuados para evaluar
su real eficacia.
Nuestro grupo ha realizado con éxito la HD en tres pacientes
con un IMACM (datos no reportados) y hasta que no se publiquen los dos
trabajos prospectivos en curso, apoyamos esta técnica en pacientes
seleccionados: menores de 60-70 años, sin otras enfermedades subyacentes
con riesgo vital, preferentemente del hemisferio no dominante, con una
clínica característica, con neuroimágenes que apoyan
el diagnóstico e inmediatamente después de un deterioro
neurológico no explicado por otra causa que no sea el inicio de
una hernia uncal.
REFERENCIAS:
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