INTRODUCCIÓN
El dolor lumbar es un problema a nivel mundial, y sus consecuencias
han alcanzado proporciones relevantes (1). En EEUU es la primera causa
de discapacidad física y de consulta médica. Se calcula
que la quinta parte de los pacientes afectados hará múltiples
consultas, lo que incide en los altos costos que representa, en la aparición
y desarrollo de una gran variedad de terapias y en la importancia de
reconocer su etiopatogenia en la atención primaria de salud (4,13).
En este contexto es muy importante determinar el verdadero rol de las
diversas modalidades de tratamiento, ya que tienen diferencias importantes
en cuanto a efectividad, complicaciones, costos y efectos sobre la actividad
del individuo afectado. A manera de ejemplo no es igual tratar a un
paciente con inyecciones peridurales de medicamentos, que con analgésicos
que si bien tienen efectos colaterales, son menores en comparación
al primero; dentro de este mismo ejemplo, el costo de una infiltración,
que requiere de un área especial, equipamiento e incluso en algunos
casos de hospitalización por algunas horas, no es el mismo que
el indicar un analgésico o relajante muscular por vía
oral. Otra circunstancia importante a recalcar es el tiempo que se invierte
en terapias de rehabilitación, lo que determina problemas de
ausentismo laboral.
El objetivo de esta revisión es brindar un enfoque del tratamiento
del dolor lumbar en base a una revisión de la literatura publicada
y en la medicina basada en la evidencia, que le permita al médico
a cargo de un paciente el tener un argumento más sólido
con respecto a la modalidad de tratamiento que va a indicar. No nos
referiremos a elementos etiológicos ni diagnósticos de
esta patología.
Se define como dolor lumbar agudo (DLA) a aquel que dura 6 semanas
o menos y crónico (DLC) al que se prolonga más allá
de ese período (9).
Alternativas terapéuticas:
Entre las opciones de tratamiento médico cabe mencionar:
I.- Terapia postural:
- Reposo en cama,
- Técnicas de relajación
- Consejos y recomendaciones posturales, supervisados por un fisioterapeuta
- Ejercicios para fortalecimiento de la musculatura epiaxial,
abdominal, existiendo programas definidos como los de Wiliams
o McKenzie.
II.-Terapia Farmacológica:
La elección del medicamento según Worz, (citado en
2) depende de la fisiopatología y la duración del
dolor, así como del nivel en el que actuaría el fármaco.
Podemos distinguir:
- Acción Periférica: Antiinflamatorios no esteroidales
(AINES), analgésicos no opiáceos, relajantes musculares
- Acción espinal. Analgésicos opiáceos
- Acción cortical. Antidepresivos, neurolépticos,
neuroestimulantes
III.-Terapia local:
- Inyección local de corticoides. Se aplican en diferentes
zonas, que incluyen la región epidural, donde actúa
difundiéndose especialmente en este espacio y contactando
a las raíces; además difunde en el tejido paravertebral
a través de las foráminas. Lo que se produce en
esencia es un bloqueo nervioso.
- Inyección local de anestésicos: Se efectúa
en diversas zonas como ligamentos iliolumbares, intradiscal, puntos
que "gatillan" el dolor, aún cuando en un gran número
de casos no queda claro en que tejido se está aplicando.
- Estimulación nerviosa eléctrica transcutánea
(TENS),
- Tracción, que debe realizarse en forma controlada y periódica.
- Acupuntura (1,2,3,4,6,7,9).
- Bloqueo facetario. La aplicación a nivel de la articulación
facetaria se ha utilizado como prueba diagnóstica del denominado
síndrome facetario sin que exista un criterio objetivo.
Las inyecciones pueden ser aplicadas intra-articular o peri-articular.
IV.- Educación:
- Conductual: Consiste en la explicación al paciente sobre
los beneficios de la fisioterapia y del incremento gradual del
ejercicio, aunque exista un dolor basal, lo cual permite reafirmar
el tratamiento. Es importante advertir sobre normas de conducta,
rutinas o actitudes ante el medio.
- Educación (Back schools) acerca de la patología
y causas del dolor introduciendo conocimientos anatómicos
sencillos, que permitan al paciente familiarizarse y perder el
temor a su dolencia. Se complementa con la anterior.
- Actualmente se hace énfasis en el rol del auto-cuidado
de estos pacientes, y como pocos tendrán una patología
que requiera de indicación quirúrgica, se recomienda
estimular un rápido retorno a sus actividades habituales.
Dado que inicialmente puede aumentar el dolor, es conveniente
prescribir medicamentos (1) y apoyar constantemente al enfermo,
lo que puede hacerse a través de un equipo multidisciplinario
(3).
ANÁLISIS DE LAS ALTERNATIVAS TERAPÉUTICAS
La efectividad de muchas de estas intervenciones no ha sido comprobada
(9).
El principal problema radica en que la mayoría de las publicaciones
adolece de errores metodológicos, conduciendo a conclusiones
no válidas, lo que implica que exista incertidumbre frente a
los diversos tratamientos que actualmente se ofrece a los pacientes
(2,7,9). A modo de ejemplo:
- Worz (citado en 2) sugiere que en el dolor lumbar crónico,
los opiáceos y algunos antidepresivos, tendrían un perfil
de riesgo-beneficio más favorable que los AINES.
- La administración local de esteroides propuesta por algunos
especialistas no está en absoluto confirmada. En efecto, Nelemans
et al (7) concluyen que no hay elementos convincentes acerca de la
real efectividad de las diferentes modalidades de inyecciones para
el dolor lumbar, entre ellos la aplicación a nivel peridural
o facetario.
- La denervación de la articulación facetaria mediante
el uso de radiofrecuencia percutánea tampoco ha sido demostrada
(5)
- El rol de la acupuntura se ha determinado que depende de las expectativas
de beneficio que los pacientes tienen previo al tratamiento con esta
técnica, siendo los resultados significativamente variables
y dependientes de ese factor. En todo caso disminuye la dosis de AINES,
cuando estos están asociados a la terapia (4)
- Con respecto a la fisioterapia activa, reacondicionamiento muscular
con máquinas, y ejercicios aeróbicos de bajo impacto,
Mannion et al (6) señalan que no existen diferencias entre
ellos y que el factor psicológico (sobre la percepción
de su dolor y el temor a no recuperarse) era muy importante. Además
en términos de costos para el estado, era más recomendable
la realización de aeróbicos.
Clásicamente se ha considerado a las guías establecidas
por el Québec Task Force en 1987 (citado en 9), como la base
más sólida para evaluar las diferentes modalidades de
tratamiento. Según estas, el reposo en cama por menos de 2 días
y la instrucción dirigida (educación) eran las únicas
medidas eficaces en el tratamiento del dolor lumbar agudo, en individuos
no sujetos a grandes esfuerzos físicos. Señaló
además que ningún tratamiento aislado era por sí
solo efectivo en el tratamiento del dolor lumbar crónico.
Posteriormente se han hecho otros intentos en analizar científicamente
el real valor de las diferentes publicaciones sobre el tema. Tal vez
el principal estudio pertenece a un grupo holandés, encabezado
por Van Tulder (9) quienes designaron 4 niveles de evidencia:
Evidencia consistente o nivel 1 (N-1). Evidencia moderada o nivel 2
(N-2). Evidencia limitada o nivel 3 (N-3) y sin evidencia o nivel 4
(N-4).
Los primeros resultados fueron dados a conocer en 1997 (9) y destacaban
que del total de la información publicada referida a dolor lumbar,
sólo el 34% en el caso de dolor agudo y el 25% en dolor crónico
podía ser considerada confiable.
- Dolor lumbar agudo:
- El reposo en cama no demostró ser efectivo en
el tratamiento del dolor agudo (N- 1). Del mismo modo los aines
no eran más efectivos que los analgésicos, y los
diferentes tipos de antiinflamatorios (piroxicam, ibuprofeno,
diclofenaco) tenían eficacia similar (N-1).
- Se encontró superioridad de acción de los relajantes
musculares en relación a placebo (N-1 ) pero no existía
diferencia entre los diferentes tipos.
- En cuanto a la inyección de corticoide epidural, en los
pacientes con dolor agudo, irradiación radicular y déficit
neurológico su utilidad era limitada (N-3).
- La kinesiterapia no aparecía más efectiva que
otros tipos de tratamientos conservadores, e incluso que el no
tratarlos (N-1)
- La educación dirigida (Back school) no era de utilidad,
siendo la mayoría de los resultados contradictorios (N-4).
- La quiropraxia no fue más efectiva que otras aplicaciones
fisioterapéuticas, masajes, ejercicios, AINES o analgésicos
(N- 4), e incluso hubo evidencia limitada de que fuera mejor que
el placebo (N-3). La educación conductual no mostró
ser eficaz en el DLA (N-4).
- La aplicación de TENS, no demostró que fuera de
ayuda (N-4) y la tracción indicó evidencia limitada
en el DLA (N-3).
- Dolor lumbar crónico: .
- Se encontró evidencia limitada de que el paracetamol
fuera igualmente efectivo que los AINES (N-3), y moderada que
estos tuvieran utilidad (N-2). Sin embargo, era consistente que
no había ninguna diferencia según el tipo de AINE
empleado (N-1)
- El rendimiento de relajantes musculares adquirió un valor
escaso (N-3) y el beneficio de los antidepresivos alcanzó
nivel moderado (N-2)
- Las inyecciones epidurales de corticoides demostraron moderadamente
ser más efectivas que el placebo en el corto plazo (N-2),
pero no eran superiores a los anestésicos locales o a la
administración de relajantes musculares (N-1)
- La kinesioterapia probó ser efectiva (N-1), no existiendo
diferencias según el tipo de ejercicios.
- La quiropraxia resultó ser más efectiva que el
placebo (nivel 1) pero la evidencia fue moderada a que pudiera
ser mejor que el reposo en cama, analgésicos, o masajes
(N-2).
- En el corto plazo, la educación conductual tenía
eficiencia moderada , sin ninguna diferencia cualitativa (N-2),
pero adquiría importancia en la forma de un programa intensivo
frente a no hacer nada (N-1). No era claro que fuera mejor que
otros tratamientos conservadores (N-3).
- Al igual que en dolor agudo la indicación de tracción
demostró no tener base, lo mismo que la acupuntura y el
empleo de TENS (N-1)
En el año 2000, los mismos investigadores aportaron una nueva
experiencia respecto al tratamiento del dolor lumbar crónico
en la que confirmaban el concepto de que las terapias de ejercicios
si eran efectivas (N-1), en tanto que los AINES, la educación
y terapias conductuales jugaban un rol moderado (N-2). La tracción
no resultaba de utilidad y no existían evidencias importantes
(N-1) respecto a otras terapias comúnmente indicadas (citado
en 2).
CONCLUSIONES:
- Frente al dolor lumbar se han propuesto una variedad de alternativas
terapéuticas, lo que confirma la dificultad de su manejo y por
lo cual continúa siendo un problema vigente.
- Si bien es cierto, existe abundante literatura sobre el tema, de un
modo u otro, cada una de las publicaciones busca probar su propia modalidad
de tratamiento.
- Son escasas las investigaciones que cumplan con un diseño científico
que permitan obtener deducciones válidas. Por lo tanto, se debe
ser prudente en el momento de indicar un determinado tipo de tratamiento.
- Siempre se debe evaluar cada caso en particular, atendiendo al tipo
de dolor, estado psicológico y expectativas ante la vida del
individuo
- Se recomienda que ningún paciente debiera pasar más
de 6 semanas con dolor lumbar sin ser debidamente estudiado y considerado
por un equipo médico idóneo.
- Está establecido que el reposo en cama prolongado (más
de 4 días) no es de beneficio en el dolor lumbar agudo, y existe
equivalencia en usar analgésicos o antiinflamatorios.
- Los ejercicios terapéuticos son de utilidad en el dolor lumbar
crónico, así como el crear un ambiente psicológico
favorable y explicar claramente al paciente su patología.
- El rol de la acupuntura y TENS necesita de mayor investigación.
- La tracción de columna no se ha encontrado eficaz.
- Las infiltraciones de corticoides en el espacio epidural es debatible
y probablemente no reporte un claro beneficio.
- El bloqueo facetario no está demostrado como una alternativa
eficaz en esta patología.
REFERENCIAS:
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