Múltiples son las consideraciones prácticas que
deben tenerse en cuenta al tratar una mujer con epilepsia. Aunque
habitualmente se piensa acerca de las dificultades que enfrenta la
embarazada con epilepsia, especialmente por los efectos teratogénicos
de los fármacos antiepilépticos, de interés resultan
también la epilepsia catamenial, anticoncepción, fertilidad
y menopausia en pacientes portadoras de epilepsia, tópicos
que revisaremos a continuación.
I.- EPILEPSIA CATAMENIAL
La evolución de la epilepsia en brotes es frecuente en
ambos sexos. Dentro de las mujeres destaca un subgrupo con periodos
cíclicos de exacerbación de las crisis, que se producen
en estrecha relación con ciertas fases del ciclo menstrual,
forma de epilepsia a la que se denomina catamenial (derivado de
catamenia, del griego ____ y _____, menstruación).
A) Definición y frecuencia
No hay actualmente una definición universalmente aceptada
para el término epilepsia catamenial, lo que evidencia
falta de consenso al respecto. La expresión se usó
inicialmente para describir la ocurrencia de crisis exclusivamente
durante el período menstrual, sin embargo actualmente
se usa también ante patrones de exacerbación de
crisis durante las reglas. Herzog y cols. (1) proponen una definición
basada en la intensidad del incremento de las crisis, exigiendo
"aumento al doble del promedio diario de crisis en la fase de
exacerbación, respecto de la basal".
La frecuencia de la epilepsia catamenial es extremadamente
variable y depende de los criterios usados para definirla. Duncan
y colaboradores (2), en un trabajo que reunió a 40 mujeres
(y utilizando criterios más bien estrictos: aparición
de un 75 % de las crisis en período perimenstrual, días
4 a 6 del ciclo) reportaron que el 12.5 % de las mujeres
con epilepsia tenía exacerbación catamenial. Autores
que usan definiciones menos estrictas, muestran exacerbación
catamenial de las crisis en hasta un 78 % de las mujeres con
epilepsia. En cambio, si se toma otra definición, como
la propuesta por Herzog y citada arriba, aproximadamente un
tercio de las mujeres con epilepsia intratable cumpliría
con dicho criterio (3). Este mismo autor publicó en 1997
(1) un trabajo donde se estudiaron 184 mujeres con crisis parciales
complejas; en esta investigación los autores definieron
tres patrones de epilepsia catamenial, mediante el uso de diario
de crisis, calendario de reglas y medición de progesterona
sérica durante la mitad de la fase lútea, patrones
que se describen a continuación:
PATRÓN CATAMENIAL
|
DÍAS DEL CICLO
|
1.- Perimenstrual
|
-3 a +3
|
2.- Periovulatorio
|
10 a 13
|
3.- Segunda mitad ciclo con fase lútea anormal
|
10 a 3
(Ovulación determinada por nivel progesterona
día 22).
|
Día 1: inicio de la regla.
Niveles de progesterona > 5 ng/ml se consideraron
ovulatorios.
|
Respecto de la frecuencia relativa de cada uno de estos patrones,
encontraron que el 71.4 % de las mujeres con epilepsia catamenial
presenta el primer patrón (perimenstrual), en concordancia
con otros autores.
B) Identificación
Como es fácil de ver, el reconocimiento de la epilepsia
catamenial y de su tipo de patrón requiere instruir a
las pacientes en la confección de diarios de crisis confiables
además de calendario de las reglas. Para una evaluación
más objetiva del último patrón (de segunda
mitad del ciclo con fase lútea anormal), es necesario
la determinación de progesterona sérica durante
la mitad de la fase lútea (día 22 del ciclo, considerando
el inicio de la regla como el día 1); niveles de progesterona
mayores de 5 ng/ml se consideran como ovulatorios.
Aunque el diario de crisis nos aportará la frecuencia,
tipo, ritmo horario, etc, y nos permitirá una clara identificación
de los brotes es también muy importante considerar además
la percepción de la paciente respecto del comportamiento
de las crisis durante el ciclo menstrual. La historia clínica
debe incluir diversos otros aspectos, tales como tipo de fármacos
antiepilépticos usados (inductores enzimáticos
o no), dosis, niveles y tolerancia. También se deben
consignar antecedentes tales como la edad de la menarquia, inicio
o no de la epilepsia en relación a cambios de fase en
la vida reproductiva, variaciones en el patrón de las
crisis relacionados con la introducción de anticonceptivos
o terapia de suplementación hormonal, evidencias de disfunción
ovárico-endocrina en el calendario de reglas, etc. La
presencia de irregularidades menstruales y períodos anovulatorios
debe ser indicación de evaluación endocrina y
ginecológica. Como se ha mencionado, eventualmente puede
requerirse la medición de niveles de progesterona en
la mitad de la fase lútea, si se sospecha que, aunque
no haya rebrote de crisis en los períodos perimenstrual
y periovulatorio, pudiera haberlo en la fase lútea.
En relación a estos patrones de exacerbación
catamenial de las crisis tampoco hay consenso acerca de si sólo
es propio de las epilepsias generalizadas, parciales o ambas.
Herzog describe que tanto las crisis parciales complejas como
las secundariamente generalizadas presentan los tres tipos de
exacerbación catamenial (1). Por otra parte Backstrom
menciona que este patrón sólo se observa en las
crisis generalizadas y Helmchen lo describe sólo en las
parciales.
C) Fisiopatología
Los estudios practicados en orden a establecer las causas de
la epilepsia catamenial han demostrado que el aumento de la
frecuencia de las crisis se produce en las fases del ciclo menstrual
caracterizadas por una elevada proporción de estrógenos
versus progesterona. Dentro del ciclo menstrual humano hay tres
situaciones donde se manifiesta esta condición: a) fase
ovulatoria (peak de estrógenos), b) fase perimenstrual
(caída de la progesterona con predominio relativo de
los estrógenos) y c) ciclos con fase lútea anormal,
en los que los niveles de estrógenos siguen altos durante
toda la segunda mitad del ciclo, por ausencia del alza normal
de la progesterona en esta etapa.
Se sabe experimentalmente que los estrógenos tendrían
un efecto proconvulsivante mientras que, a la inversa, la progesterona
actuaría como anticonvulsivante. Los cambios catameniales
de estas hormonas, al inducir tanto modificaciones estructurales
como funcionales, predispondrían al circuito hipocampal
a hiperexcitabilidad y convulsiones (4). Así, se ha descrito
en modelos animales que durante la fase estrogénica,
cuando el umbral convulsivante llega al mínimo, aumenta
el número de espinas dendríticas y sinapsis excitatorias
en las células piramidales CA1 del hipocampo. Por otra
parte, el tratamiento con estradiol también aumenta estas
espinas y las sinapsis excitatorias, disminuyendo asimismo el
umbral convulsivante. Por último el estradiol también
aumenta tanto la ligazón del glutamato al receptor NMDA
como la sensibilidad de las células morfológicamente
alteradas a ese receptor, todo lo cual redunda en mayor excitabilidad.
Por el contrario, en modelos animales la progesterona deprime
las descargas neuronales y epileptiformes, eleva el umbral convulsivante
en ratas hembras y además potencia la inhibición
sináptica mediada por GABA, a través de su metabolito
alopregnanolona, el que actúa como modulador alostérico
positivo en el receptor GABA-A facilitando la apertura de los
canales de cloro y prolongando la acción inhibitoria
del GABA sobre las neuronas. La administración crónica
de progesterona reduce las espinas dendríticas CA1 hipocampales
y las sinapsis excitatorias más rápidamente que
si sólo se suspenden los estrógenos.
Evidencia en el mismo sentido se ha obtenido a partir de algunas
observaciones clínicas. Logothetis y Harner encontraron
que la administración intravenosa de estrógenos
conjugados aumentó las descargas epileptiformes en 11
de 16 mujeres, con crisis clínicas en 4 de ellas. Por
otro lado Backstrom observó que la infusión intravenosa
de progesterona disminuye significativamente la frecuencia de
espigas en 4 de 7 mujeres con epilepsia parcial.
El conjunto de esta evidencia muestra que, tanto en animales
como en humanos las hormonas ováricas (estrógenos
y progesterona) alteran la excitabilidad neuronal, de modo distinto
e inverso, lo que explicaría las oscilaciones en la frecuencia
de crisis que se observan frecuentemente en el ciclo menstrual.
Otros mecanismos involucrados incluyen la caída perimenstrual
de los niveles de anticonvulsivantes causada por el brusco descenso
de los niveles hormonales y alteraciones del equilibrio hidro-electrolítico
con retención de líquido (5).
D) Intervenciones Terapéuticas
Como en cualquier epilepsia el objetivo es la optimización
del tratamiento anticonvulsivante. No existe a la fecha un tratamiento
específico y los esfuerzos están dirigidos al
control de los brotes. En este contexto es útil el uso
de niveles plasmáticos como guía para los ajustes
de los anticonvulsivantes. Como parte de las estrategias empleadas
está el uso de dosis suplementarias de anticonvulsivantes
durante el periodo perimenstrual y la adición de benzodiazepinas
y acetazolamida (5). Dentro de las benzodiazepinas el Clobazam
usado intermitentemente es beneficioso y bien tolerado, en dosis
de 10-30 mg/día, mantenido por hasta 10 días durante
el periodo perimenstrual. La acetazolamida (6), un inhibidor
de la anhidrasa carbónica que también aumenta
los niveles cerebrales de GABA y tiene un efecto anticonvulsivante,
presentaría en esta entidad una de sus mejores indicaciones.
Se sugiere comenzar a usarla 10 días antes del probable
inicio de la regla y mantenerla por un total de 11-14 días,
en dosis de 10 mg/kg. Su uso intermitente evita el rápido
desarrollo de tolerancia, su gran limitante.
En relación al tratamiento hormonal medidas conducentes
a la supresión de los estrógenos o aumento de
la progesterona, teóricamente útiles para el control
de las exacerbaciones catameniales, tienen efectos colaterales
que las hacen inaplicables. No se ha demostrado que el uso de
anticoncepción hormonal oral con dosis bajas de estrógenos
y altas de progesterona disminuya el incremento catamenial de
las crisis. Las progestinas sintéticas pueden reducir
la frecuencia de crisis pero en dosis supresoras de la menstruación
y con efectos colaterales indeseables (sedación, depresión,
acné, dolor mamario y metrorragia). La suplementación
con progesterona natural (oral o en supositorios) estaría
especialmente indicada en mujeres con fase lútea anormal
(5). Sin embargo toda vez que se contemple el uso de cualquier
terapia de esta índole debe haber referencia al ginecólogo
y manejo coordinado entre ambas especialidades.
II.- EPILEPSIA Y ANTICONCEPCIÓN HORMONAL
Un problema significativo que deben afrontar las mujeres epilépticas
es la reducción de la eficiencia de los anticonceptivos
hormonales, producida por varios medicamentos antiepilépticos,
que las expone a un embarazo no deseado, con el riesgo de aumento
de crisis y teratogenicidad de los anticonvulsivantes (7). La
falla de la anticoncepción hormonal es significativamente
más alta en pacientes epilépticas no tratadas comparadas
con epilépticas no tratadas o no epilépticas y es
aún mayor con el uso de contraceptivos en "minidosis",
que contienen menor cantidad de estrógenos(8). Se ha descrito
que los antiepilépticos inductores enzimáticos (fenitoína,
fenobarbital, carbamazepina) disminuyen la eficiencia de los anticonceptivos
hormonales mediante a) inducción del sistema microsomal
hepático que lleva a un aumento de la metabolización
de las hormonas sexuales y b) aumento de la síntesis hepática
de globulinas que se unen a las hormonas sexuales, lo que disminuye
su fracción libre y por ende su actividad; como resultado
final se requieren mayores dosis de estradiol para evitar la ovulación
(9). Si bien lo anterior nunca se ha probado directamente, la
no ocurrencia de este fenómeno con los antiepilépticos
no inductores (p.e. ácido valproico) constituye un fuerte
argumento a su favor. La presencia de hemorragia intermenstrual
en esta situación constituye un signo de mal funcionamiento
de los anticonceptivos, y debe plantear la posibilidad de falla
anticonceptiva. Sin embargo, la ausencia de este fenómeno
no descarta una reducción de eficacia de los anovulatorios.
INDUCTORES ENZIMÁTICOS
|
NO INDUCTORES
|
Fenitoína
Fenobarbital
Carbamazepina
Oxcarbazepina
Primidona
Topiramato
|
Ácido valproico
Lamotrigina
Gabapentina
Vigabatrina
|
Recomendaciones para pacientes epilépticas que requieran
anticoncepción hormonal (10):
- Idealmente uso de antiepilépticos no inductores.
- Evitar uso de minidosis especialmente si existen antecedentes
de ciclos irregulares y hemorragia intermenstrual.
- Si se están usando antiepilépticos inductores
el anticonceptivo debe tener al menos 50 mcg de estrógenos.
- En el caso de uso de Medroxiprogesterona IM, el intervalo
de administración debe acortarse (cada 6-8 semanas).
III.- MENOPAUSIA
Este es un tema poco tratado en la literatura. En general se
describe que esta etapa de la vida de la mujer tendría
efectos variables sobre la frecuencia de las crisis (11). Conviene,
para una mejor comprensión del tema recordar que la perimenopausia
corresponde al comienzo de las reglas irregulares, periodo durante
el cual se mantiene una proporción estrógenos/progesterona
alta y errática, lo que como ya se discutió, al
menos en términos teóricos favorecería la
ocurrencia de crisis. El término menopausia propiamente
tal se refiere a la ausencia de reglas durante un año,
con niveles de estrógenos prácticamente nulos, lo
que de nuevo teóricamente favorecería un mejor control
de los ataques epilépticos. Hay algunas sugerencias de
que las crisis mejorarían en la menopausia si hay antecedentes
de patrón catamenial, con crisis de inicio tardío
y bien controladas. Así, Harden y cols. (12) encontraron
que el 68% de las mujeres con antecedentes de patrón catamenial
disminuía la frecuencia de crisis durante la menopausia;
en cambio, las pacientes sin este antecedente, mostraban reducción
del número de crisis en sólo el 24% de los casos.
Por el contrario, durante la perimenopausia se observa un claro
aumento en la frecuencia de las crisis, especialmente en mujeres
con antecedentes de patrón catamenial. Finalmente el uso
de tratamiento de sustitución hormonal durante la menopausia
se correlaciona con un aumento en la frecuencia de las crisis.
En resumen, el antecedente de patrón catamenial de exacerbación
de las crisis se asocia frecuentemente a una disminución
de la frecuencia de crisis durante la menopausia, pero hay un
aumento de los episodios epilépticos durante la perimenopausia.
De gran importancia es también el aumento en la frecuencia
de crisis relacionada al tratamiento de sustitución hormonal,
que debe alertar al tratante por cuando debe estar atento a esta
posibilidad. Todos estos cambios son coherentes con la repercusión
que los estrógenos presentan sobre el umbral convulsivante
IV.- TRASTORNOS REPRODUCTIVOS
Las mujeres epilépticas presentan frecuentemente trastornos
reproductivos variados tales como infertilidad, alteraciones endocrinas,
ováricas y del ciclo menstrual, incluidos ciclos anovulatorios.
En relación a las hormonas hipofisiarias se describen cambios
en la concentración basal de prolactina, de la hormona
luteinizante (tanto en la secreción basal como pulsátil)
entre otros, permaneciendo la incógnita de si estas alteraciones
son causadas por las crisis o son más bien secundarias
al tratamiento anticonvulsivante. Mejor conocido es el efecto
sobre los esteroides adrenales y gonadales, cuya reducción
en la concentración se estima secundaria a los efectos
de los antiepilépticos inductores sobre el sistema enzimático
P450, que aumentan su metabolismo. Además, como ya se dijo,
estos fármacos aumentan la síntesis de globulinas
que se ligan a los estrógenos y progesterona y disminuyen
sus fracciones libres (13). La mujer epiléptica tiene más
frecuentemente ciclos anovulatorios (23% versus 10% en controles),
proporción que aumenta a más de un tercio en mujeres
con epilepsia del lóbulo temporal. Según Morrell
y cols. se ha encontrado hasta un 25% de ovario poliquístico
en mujeres epilépticas, diagnosticado con ultrasonido (12%
en controles), cifra que aumenta a 50% en pacientes que ingieren
ácido valproico. No se ha establecido fehacientemente si
la aparición de esta anormalidad es producto de la epilepsia
o si es secundaria al tratamiento anticonvulsivante.
Los trastornos reproductivos de la mujer epiléptica, son
con toda seguridad multifactoriales. Por ejemplo, para explicar
cómo la epilepsia puede inducir ovario poliquístico
se ha postulado que las descargas epilépticas del lóbulo
temporal pueden comprometer la secreción pulsátil
de la hormona luteinizante y por esa vía favorecer la aparición
de ovario poliquístico. Estas mismas descargas temporales
pueden alterar el circuito hipotálamo-hipofisiario y la
liberación de hormonas hipofisiarias y ováricas,
lo que lleva a las mujeres con epilepsia del lóbulo temporal
a presentar además otros trastornos endocrinos e irregularidades
menstruales de origen distinto al ovario poliquístico.
Por su parte algunos fármacos antiepilépticos, como
el ácido valproico, pueden aumentar los niveles de andrógenos,
lo que lleva también a cambios reproductivos del mismo
tipo.
Todos lo anteriormente mencionado determina disminución
de la fertilidad en la mujer epiléptica, que afecta más
a las portadoras de epilepsia parcial (14). La fertilidad (considerando
recién nacidos vivos) en mujeres con epilepsia está
disminuida entre un 69 y 85% respecto de la población general.
Schupf y Ottman (15) encontraron que sólo el 37% de las
mujeres epilépticas tenía posibilidades de quedar
embarazada en comparación con sus parientes no epilépticas.
A los cambios hormonales causantes de infertilidad debe agregarse
una mayor tasa de abortos (el doble de las controles) y complicaciones
obstétricas.
REFERENCIAS:
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epilepsy. Epilepsia 1997;38:1082-1088.
- Duncan S et al. How common is catamenial epilepsy? Epilepsia
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- Woolley CS, Schwartzkroin PA. Hormones and the brain Epilepsia
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- Zahn Catherine. Catamenial epilepsy: clinical aspects. Neurology
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In: Wyllie E ed. The treatment of epilepsy. Philadelphia: Lea
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Lippincott-Raven, 1997:2017-2018.
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