Introducción
M. Noirtier de Villefort, el personaje de A. Dumas en "El conde de
Montecristo" imposibilitado de hablar o mover su cuerpo solo podía
comunicarse a través de los movimientos de sus ojos ."....Una
mente cubierta por un cuerpo sobre el cual ha perdido el poder de hacerse
obedecer...". Esta dramática descripción corresponde al
cuadro neurológico clásico de lo que se conoce como Locked-in
syndrome, término acuñado en 1966 por Plum y Posner
(1) para referirse a lesiones infratentoriales que preservan
la conciencia pero que pueden simular un coma al provocar tetraplejía
y parálisis de nervios craneanos de puente y bulbo. Si bien tradicionalmente
se ha atribuido a Kemper y Romacul (2) la primera descripción
de este cuadro, estos en su artículo original hacen mención
a otros previos (3 -8).
La literatura médica ha empleado distintos nombres para referirse
al mismo cuadro, síndrome (S) de deseferentación, S. de
enclaustramiento, S. de encerramiento (1, 9); y ha usado otras expresiones
para referirse a la ubicación anatómica de la lesión,
S. pontino ventral, S. de desconexión cerebrobulboespinal, S.
de desconexión pontina, estado pontino ventral y S. ventral de
troncoencéfalo (9). La presente revisión ha optado por
emplear el anglicismo síndrome de Locked-in (SLI) por sobre sus
traducciones al español, dada su universalidad y fácil
asociación con el cuadro clásico de Plum y Posner.
Definición
Considerando mínimas diferencias anátomo-clínicas,
se han hecho distintas definiciones del SLI (1, 10, 11, 12). El SLI
clásico tiene un alto valor localizatorio y etiológico
(infarto bilateral de la base del puente por trombosis de la arteria
basilar). Bauer (13) ha privilegiado un concepto amplio del SLI, en
cuanto a considerarlo como un espectro de situaciones clínicas
, de distinto perfil evolutivo y de distintas etiologías que
comparten el terrible hecho de enfrentarnos a un paciente tetrapléjico,
anártrico y consciente.
Clasificación multidimensional
En la Tabla 1 hemos clasificado el SLI considerando severidad, evolución
y etiología, siendo esta última la más importante
puesto que en general la causa determina la severidad y por tanto el
pronóstico.
Tabla 1
Clasificación del Sindrome de Locked-in (SLI)
1.- Por severidad (10,12,14)
|
SLI "Clásico"
|
Variedad descrita por Plum y Posner (1), mantiene sólo
movimientos oculares verticales. Crónico y de causa vascular.
|
SLI "Total"
|
Similar al anterior, pero con oftalmoplejía total.
|
SLI "Incompleto"
|
Agrega movimientos remanentes voluntarios de extremidades y/o
cabeza.
|
2.- Etiológica (9)
|
Vasculares
|
Sistema nervioso central (SNC).
|
No vasculares
|
Sistema nervioso périférico (SNP).
|
3.- Evolutiva (10)
|
SLI transitorio
|
Recuperable, habitualmente son de etiología de SNP.
|
SLI crónico
|
Con grados variables de recuperación o irrecuperable
|
Correlato anátomo-clínico
En el SNC, el SLI se produce clásicamente por una lesión
bilateral en la base del puente, provocando la interrupción de
las vías corticoespinal, corticopontina y corticobulbar (15).
Así se produce una tetraplejía, con imposibilidad de mover
la cara, mandíbula , faringe y laringe. Característicamente,
se respeta la parte dorsorostral del puente, manteniéndose intacto
el sistema ascendente reticular activante y por lo tanto la vigilia.
Caplan sugiere que para ello bastaría con la conservación
de al menos un lado del sistema reticular (16) . Las vías
supranucleares del tercer nervio cursan más rostral y dorsal
, conservándose la movilidad ocular vertical, de integración
mesencefálica; mientras que el centro de la mirada conjugada
horizontal pontino queda no funcionante (15).
Se han descrito lesiones pedunculares (16, 17) y capsulares bilaterales
(18) como causantes de SLI; como también por
patologías agudas del SNP , ya sean de nervio (19) o
de placa neuromuscular (20).
Etiología
Alrededor de un 60 % de los SLI son provocados por un infarto en la
base del puente debido a una trombosis de la arteria basilar (AB) (9),
dando cuenta de la mayoría de los SLI de causa vascular. La incidencia
de las causas no-vasculares varían según las series (9,
21, 22) , predominando el trauma, la mielinolisis pontina
y los tumores de tronco . En la Tabla 2 se hace un resumen sistematizado
de la principales causas de SLI. En el SNP, tanto una polineuropatía
fulminante tipo S. Guillain-Barré (19) como una crisis miasténica
o una parálisis hipokalémica pueden causar una tetraplejia
con parálisis de nervios craneanos bajos (15).
Tabla 2
Causas de Sindrome de Locked-in
1.- Vasculares :
|
- Infarto de base de puente (trombosis de arteria basilar)
(1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11,12,22,23,24,14,25)
- hematoma de la base del puente (5,9,12,15,24,25)
- infarto bilateral de pedúnculos cerebrales (14,22,26,17)
- infarto bilateral de la cápsula interna (25)
|
2.- No vasculares:
|
SNC :
|
- Mielinolisis pontina central (25)
- Procesos expansivos de base de puente (26)
- Lesiones traumáticas de tronco (13,27)
- Esclerosis múltiple fulminante (28,29)
- Romboencefalitis (30)
|
SNP :
|
- Polineuropatía severa (19,20)
- Crisis miasténica (10,15)
- Paralisis periódica (10,15)
- Bloqueadores neuromusculares (10)
|
Epidemiología
En la revisión de Patterson (9), el promedio de edad en el grupo
de SLI vasculares fue de 56 años, en el de causa no vascular
fue de 40 años. La relación masculino : femenino fue de
1,5 : 1. Los factores de riesgo más importante son hipertensión
arterial (HTA) , cardiopatía coronaria y diabetes mellitus .
Se debe resaltar el hecho que la mayoría de los pacientes que
sufrieron el SLI fueron jóvenes , las más de las veces
sin factores de riesgo cerebrovascular conocidos. No se encontró
información sobre las trombofilias como factor de riesgo.
Cuadro Clínico
El cuadro clínico clásico (1, 10, 13) se
define por la presencia de tetraplejía, parálisis de los
nervios craneanos bajos con conservación de la conciencia y de
la mirada vertical . En la Tabla 3 se resume la clínica y los
signos asociados que pueden observarse según la severidad y la
localización de la lesión causante. Además hace
mención a los signos premonitorios de trombosis de la AB (35),
principal causa de SLI.
Tabla 3
Cuadro clínico del Sindrome de Locked-in
1.- Signos premonitorios (11):
|
- vértigo
- "hemiparesia heráldica" (34)
- cefalea
- parestesias
- náuseas/vómitos
- disartria
- diplopía
- Risa patológica (Fou rire prodromique) (35)
|
2.- Conciencia y vigilia conservadas
|
3.- Signos motores :
|
- tetraplejía
- parálisis de nervios craneanos bajos : anartria, diplejía
facial
- rigidez de descerebración (36).
|
4.- Signos oculares:
|
- parálisis de la mirada conjugada horizontal bilateral
- mantención de los movimientos verticales
- parpadeo (compromiso variable)
- oftalmoplejía total
- reflejos oculocefálicos : alteración variable
- bobbing ocular
- oftalmoplejía internuclear doble
- síndrome de uno y medio (37)
|
5.- Actividad motora remanente (9, 22) :
|
- flexión de cabeza
- movimiento distal de dedos
- movimiento facial
- movimiento lingual
|
6 .- Fenómenos involuntarios (9,12) :
|
- llanto
- gruñidos
- trismus
- automatismos orales (21) :
|
Laboratorio
El diagnóstico de SLI es clínico. Exámenes complementarios
pueden ser de ayuda tanto para el diagnóstico diferencial, como
también para precisar etiología. Eventualmente, una oportuna
angiografía ante la sospecha de una trombosis inicial de la AB,
puede ser incluso terapéutica (14, 38, 39) .
- TAC/ RNM. La RNM es más sensible para visualizar lesiones
isquémicas de tronco (14, 22,) y la técnica funcional
(Difusión-Perfusión) ofrece corto plazo una gran herramienta
para su diagnóstico precoz (40).
La TAC presenta mucho artefacto en fosa posterior, pero para hemorragias
de tronco sigue siendo más sensible (41). Un signo sensible
pero poco específico de trombosis de la AB es la visualización
de la AB hiperdensa en la TAC (42).
- Angiografía. Su gran indicación es la sospecha
de trombosis de la AB, pudiendo ser diagnóstica y terapéutica
(14, 22, 38 ). Permite una adecuada visualización
del árbol arterial del territorio posterior, localizando las
oclusiones de arteria vertebral y/o basilar (generalmente en los tercios
proximal y medio) (22, 44).
- EEG. Revela un ritmo alfa de predominio occipital, reactivo,
propio de la vigilia. Ocasionalmente se han descrito lentitudes difusas
no específicas y alteraciones tanto del sueño REM como
no REM (9, 14, 45, 46, 47). Puede contribuir al diagnóstico,
en casos de SLI total.
- Potenciales evocados. Los potenciales evocados motores están
globalmente abolidos, los potenciales evocados somatosensitivos revelan
distintos grados de compromiso, revelando a veces extensión
posterior de las lesiones (hacia el segmento del troncoencéfalo)
(9, 14, 46, 47, 48) . Los potenciales evocados auditivos
nos pueden revelar además la presencia de sordera (14, 47).
Su utilidad radica en evaluar la extensión funcional de la
lesión , como ayudar en el diagnóstico diferencial (14,
46).
Diagnóstico Diferencial (1, 10, 11, 12, 50, 51)
- Coma. La diferencia fundamental es el profundo compromiso de
conciencia que define al coma. Wijdicks (14) sugiere descartar siempre
el SLI en todo paciente supuestamente comatoso solicitando mover los
ojos verticalmente. Más complejo es cuando se trata de un SLI
total, siendo de ayuda el complemento con EEG y potenciales evocados.
- Estado vegetativo. Término introducido por Jenett y
Posner para describir la condición subaguda o crónica
que aveces se presenta después de una lesión cerebral
grave. Estos pacientes carecen de cognición y sus reacciones
son simples, automáticas, estereotipadas y predecibles, más
que con una propositividad dirigida (1). El EEG está alterado
con patrones de enlentecimiento, supresión y/o coma alfa, manteniendo
ciclos de sueño-vigilia.
- Mutismo akinético. Cairns (10) empleó esta expresión
para describir un estado de inmovilidad silenciosa y de aparente alerta,
donde se mantiene el ciclo-sueño vigilia, pero hay ausencia total
de actividad motora espontánea y de evidencias de actividad mental.
El EEG muestra un marcado enlentecimiento difuso, con ausencia de ritmo
alfa. Las principales causas son hidrocéfalo agudo, tumores pineales
o hipotalámicos, hemorragias en el tálamo dorso-medial,
globus pallidus (52) y lesiones frontales de sustancia blanca o de su
superficie medial (especialmente el giro del cíngulo).
- Pseudocoma psicógeno. Su diagnóstico no siempre
es sencillo, la actividad motora aberrante y la pruebas de despiste
son las que dan la clave para el diagnóstico. El EEG es de vigilia.
- Muerte Cerebral. Se han desarrollado distintos criterios para
determinar la muerte cerebral (1,10), pero en general esta se define
por la ausencia de actividad encefálica. Clínicamente
se manifiesta por un coma profundo, abolición de los reflejos
de tronco, apnea y EEG isoeléctrico en ausencia de intoxicación
por barbitúricos o hipotermia (1, 10, 12, 15, 50).
Tratamiento
- Evaluación inicial. Lo primero es siempre sospechar
y buscar el SLI en todo paciente en coma. Una vez hecho el diagnóstico,
se debe definir el pronóstico según su etiología
y grado de compromiso anatómico. Debe discutirse con la familia
para definir el enfrentamiento a realizar .
Las medidas habituales a realizar durante el periodo agudo son:
intubación orotraqueal, ventilación mecánica
, hidratación, kinesiterapia respiratoria y motora precoz, nutrición
parenteral y sedación. Esta última debe ofrecérsele
al paciente y familia y se debe realizar con propofol cuando queremos
reevaluar en el corto plazo y rápidamente al paciente. Si se
plantea de más largo plazo puede usarse lorazepam- morfina
- Tratamiento específico. Dependerá de la etilogía,
en los SLI periféricos el tratamiento será el del S. de
Guillain-Barré con inmunoglobulina hiperinmune o el de la crisis
miasténica. Ante una isquemia de territorio vertebrobasilar ,
donde existe mayor tendencia al curso progresivo (53,54) y
por tanto de trombosis de la AB , clásicamente se
ha preconizado el uso de anticoagulación plena (55) incluso con
bolo de heparina (14); lo cual evitaría la progresión
(22). No obstante es necesario corroborar esta información con
estudios prospectivos randomizados. En los últimos años
ha surgido la trombolisis intrarterial con urokinasa como tratamiento
para la trombosis reciente de la AB , con una ventana terapéutica
de 12 horas (14,38) o de 24 horas según otros grupos (39). Wijdicks
establece además como requisito la ausencia de infarto a la TAC
o RNM (14). Es materia de controversia si la trombolisis
debe emplearse en pacientes ya en SLI ; Hacke no encontró beneficio
en la recanalización de la AB en pacientes con tetraparesia al
ingreso (59), mientras que Wijdicks reportó mejoría en
dos pacientes que estaban en SLI (38). En series no randomizadas
se ha obtenido hasta un 75% de recanalización (38), asumiendo
que la mejoría clínica es interdependiente con la recanalización
angiográfica (39). La principal complicación es la hemorragia
de tronco, con un 10% de morbilidad y un 5% de mortalidad (39). Actualmente
está en realización el estudio AUST, el primero doble
ciego y randomizado para evaluar la utilidad de la trombolisis intrarterial
en trombosis de la AB (56).
- Rehabilitación y manejo subagudo. Existen escasas series
de SLI crónicos de larga sobrevida (mayor a un año) (57),
incluyendo el caso de un hombre que permaneció
27 años en SLI (32); por lo tanto es poco lo que se sabe sobre
el manejo a largo plazo del SLI. En una serie de 24 pacientes de más
de un año de evolución (57), el 66% vivía en su
casa, siendo su cuidador(a) un familiar en casi todos los casos. La
mayoría requirió de traqueostomía, gastrostomía
y de recolectores urinarios. La kinesioterapia tiene un rol fundamental
en manejar la espasticidad, mantener rangos articulares y en potenciar
actividades motoras remanentes. La utilización de dispositivos
de comunicación electrónica accionados por movimientos
oculares ofrece una alternativa para mejorar la calidad de vida de los
pacientes en SLI (57).
Pronóstico
Los SLI transitorios son en su gran mayoría de causa no vascular
y del SNP, excepcionalmente un déficit isquémico transitorio
(57) del territorio posterior puede causar un SLI, o mejor aún
una trombosis inicial de AB debidamente trombolizada podría revertir
un SLI. Del resto, la gran mayoría son crónicos, irreversibles
y con una alta mortalidad. La mencionada serie de Patterson (9) nos
revela una tasa global de mortalidad de un 60% . De todas las muertes,
el 87% ocurrió antes de los cuatro primeros meses; y en el grupo
de causa vascular, el 63% murió dentro del primer mes. En la
Tabla 4 se hace un resumen de las causas de muerte, con énfasis
en la patología respiratoria, la cual da cuenta de un 75% de
ellas (57). De los pacientes de causa no vascular (y en menor grado
de los vasculares), los que sobrevivían al cuarto mes tenían
buenas posibilidades de recuperación funcional parcial e incluso
total; de ellos, todos ya habían mostrado algún grado
de recuperación antes del tercer mes. Reportes aislados han sugerido
que la recuperación de la mirada horizontal antes de cuatro semanas
(57), la ausencia de HTA y la juventud (59) son indicadores de buen
pronóstico. Obviamente, la heterogenicidad del grupo no vascular
distorsiona estos datos, pero en lineas generales estos tienen mejor
pronóstico que los de causa vascular (9).
Tabla 4
Causas de muerte en Locked.in
Causas de muerte9:
|
- Respiratorias
- neumonia
- insuficiencia respiratoria
- embolía pulmonar
- Extensión de la lesión de tronco
- Complicaciones cardíacas
- Sepsis
- Hemorragia digestiva
- Coagulación intravascular diseminada
|
Discusión
Hemos querido replantearnos el concepto de SLI , ampliando su ámbito
a todos aquellos pacientes tetrapléjicos, anártricos y
conscientes , con grados variables de compromiso de la óculomotilidad.
Se ha puesto énfasis en la búsqueda del SLI en todo paciente
catalogado como en coma y en la determinación de factores pronósticos,
en especial en relación a la etiología. Por su prevalencia
en SLI , se ha desarrollado con especial interés el infarto pontino
por trombosis de la AB, destacando la importancia del diagnóstico
precoz que ofrece alternativas terapéuticas promisorias como
la trombolisis intrarterial. No obstante se necesitan estudios prospectivos
y randomizados que permitan establecer adecuados criterios de selección
de los pacientes y que respondan las dudas que aún permanecen
sobre la ventana terapéutica, la duración de la trombolisis
y la morbimortalidad de ella. No es posible terminar esta revisión
sin plantearse el dilema de la mantención de los cuidados, considerando
el principio de proporcionalidad terapéutica. Entenderemos por
éste a aquel principio que establece "la obligación moral
de implementar todas aquellas medidas terapéuticas que guarden
una relación de debida proporción entre los medios empleados
y el resultado previsible" (60). Su aplicación en última
instancia es un juicio de conciencia, prudente, fundamentado en un profundo
respeto por la dignidad humana y un bien entendido sentimiento de compasión
por el que sufre, que busca discernir la voluntad de Dios en una situación
concreta (58). En el SLI ello precisa de un diagnóstico certero
y un pronóstico preciso, que debe considerar la gravedad particular
de cada paciente y la opinión de la familia e incluso del paciente
(61).
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