INTRODUCCION.
El CADASIL es una entidad nosológica de reciente descripción.
En 1977 se describió una enfermedad denominada Demencia Multiinfarto
Familiar (1), caracterizada clínicamente por Accidentes Vasculares
subcorticales recurrentes que comienzan en la edad media de la vida,
llevando a veces a Parálisis Pseudobulbar y Demencia.
Posteriormente se le denominó también Encefalopatía
Vascular Crónica Familiar; Demencia Hereditaria Multiinfarto;
Desorden Familiar con Infartos Isquémicos, Demencia y Leucoencefalopatía;
etc. Debido a la confusión que surgió con todos estos
nombres, en 1991 se propuso llamarle CADASIL ( Cerebral Autosomic Dominant
Arteriopathy Subcortical Infarcts and Leucoencephalophaty ), acrónimo
que resalta las principales características de la enfermedad
(12). En esta revisión intentaremos resumir las principales manifestaciones
clínico-patológicas de esta entidad.
PRESENTACION CLINICA.
La expresión fenotípica de la enfermedad es variable
incluso dentro de una misma familia, pudiendo manifestarse por: Accidentes
Vasculares subcorticales (85%), Demencia (30 a 90% según edad
de observación), Migraña (30%), y severos disturbios del
humor (20%). La edad de presentación de los síntomas es
cronológicamente estimable (4).
El promedio de edad de presentación es 45 años, afectando
igualmente hombres y mujeres, y la duración de la enfermedad
varía entre 10 a 30 años antes de la muerte, que ocurre
aproximadamente a los 65 años (3).
El primer ataque de migraña ocurre a un promedio de edad de
38 años, pudiendo ser sin aura, con aura típica, migraña
basilar, hemipléjica y con aura prolongada. Generalmente no se
presenta durante la niñez y las cefaleas son más severas
que lo habitual en jaquecas comunes, pudiendo acompañarse de
sopor, confusión y fiebre (4). Familias con este fenotipo fueron
descritas por primera vez en 1995, y los autores propusieron llamarlas
CADASILM (M por Migraña) (5).
La migraña hemipléjica familiar, que comparte el mismo
locus genético que el CADASIL, puede ser distinguida de éste
por su presentación a edades más tempranas, su pronóstico
benigno y neuroimágenes normales (4).
Los Accidentes Vasculares Encefálicos con déficit permanentes
o transitorios, comienzan generalmente en la quinta década (49
años promedio) y una característica importante es la ausencia
o rareza de factores de riesgo vascular. Dos tercios de los AVES corresponden
a los 4 síndromes lacunares clásicos, (hemiparesia motora
pura; hemihipoestesia pura; ataxia hemiparesia y disartria mano torpe).
No se han observado grandes infartos corticales (6).
La Demencia es el segundo síntoma más frecuente de inicio
de la enfermedad, de lo contrario ocurre 10 a 15 años después
del primer AVE; es de tipo subcortical con compromiso de memoria, prominentes
signos frontales (enlentecimiento del proceso cognitivo, apatía
y depresión ), sin gran afectación del lenguaje y praxia
(características de las demencias corticales). El compromiso
cognitivo ocurre en forma escalonada, asociado con eventos isquémicos
recurrentes no siempre evidentes clínicamente y con signos neurológicos
tales como parálisis pseudobulbar, alteraciones de la marcha,
signos piramidales e incontinencia esfinteriana (7).
Los cambios del humor comprometen a aproximadamente 15 al 50% de las
familias afectadas y consisten en severos episodios depresivos a veces
alternando con episodios maníacos típicos, probablemente
debido a lesiones isquémicas del núcleo caudado o lentiforme.(7)
Las crisis convulsivas son poco frecuentes en esta entidad, pero han
sido descritas incluso como manifestación inicial. Microinfartos
corticales probablemente sean los responsables de esta manifestación,
que a diferencia de los síndromes epilépticos genéticos
clásicos (Epilepsia Mioclónica Juvenil, Convulsiones Familiares
Benignas, Epilepsia Rolándica Benigna), no se presentan en la
infancia, ni tienen un patrón Electroencefalográfico típico
(11).
HISTOPATOLOGIA
La base morfológica de la enfermedad es una arteriopatía
no ateroesclerótica, no amiloidea, caracterizada por degeneración
de la media, visualizándose en ella ultraestructuralmente, un
material granular, electrodenso y eosinofílico de origen desconocido
que se asemeja el depósito vascular de inmunoglobulinas visto
en pacientes con Lupus Eritematoso Sistémico, apareciendo además
fragmentación y reduplicación de la lámina elástica
interna, con lo cual el diámetro final vascular aumenta. Afecta
a las arterias cerebrales de pequeño calibre (20-400 um de diámetro),
principalmente penetrantes de la sustancia blanca, leptomeníngeas,
y arterias de los ganglios basales, pero estas alteraciones pueden observarse
ocasionalmente en arterias de la dermis , del músculo estriado
esquelético, y en otros territorios como vasos renales, bazo,
coronarias (8, 9). No se han observado alteraciones en la estructura
de las venas (7).
Macroscópicamente se describen múltiples focos de necrosis
y lesiones quísticas postnecróticas en sustancia blanca,
cápsula interna, cápsula externa, mesencéfalo,
protuberancia, tálamo, etc.
GENETICA
Por análisis genético se detectó en 1993 que la
enfermedad es debida a una mutación en el brazo largo del cromosoma
19q12, transmitida en forma autosómica dominante. Más
recientemente se mapeó la mutación en el gen Notch 3 que
codifica una proteína de membrana cuya función por ahora
permanece desconocida (2, 8, 9,10).
DIAGNOSTICO Y DIAGNOSTICO DIFERENCIAL.
El diagnóstico parte con la sospecha clínica, especialmente
en pacientes jóvenes sin antecedentes de riesgo cardiovascular,
que presentan eventos isquémicos o demencia, con historia familiar
de este tipo de patologías.
Las neuroimágenes cumplen un rol destacado en esta enfermedad,
principalmente la RMN cerebral que detecta en el 100% de los pacientes
alteraciones de la sustancia blanca, compatibles con infartos lacunares
y leucoencefalopatía periventricular que, si bien no son específicos
de esta entidad, cobran relevancia en el contexto clínico. Estas
mismas alteraciones neuro-radiológicas se detectan en los familiares
portadores de la mutación, ya que la penetrancia de la enfermedad
es del 100%. Este último dato tiene mucha importancia pronóstica
dado que todos los pacientes portadores desarrollarán la enfermedad
clínica antes de los 60 años e incluso tendrán
cambios radiológicos compatibles antes de los 35 años;
pasada esta edad, si la RMN cerebral es normal, es altamente improbable
que se desarrolle la enfermedad. La angiografía es normal en
los pacientes enfermos, sólo ocasionalmente puede observarse
estrechamiento de las pequeñas arterias (3).
Dado que probablemente las alteraciones histopatológicas no
se limitan únicamente a los vasos cerebrales, algunos investigadores
han propuesto la biopsia de piel como método diagnóstico,
encontrando una correlación del 100% en una familia estudiada
. Este estudio no ha sido realizado en otras familias por lo cual estos
datos no están aún validados (9).
Frente a la asociación de Accidentes Vasculares con características
de enfermedad hereditaria, el diagnóstico diferencial es amplio
incluyendo: coagulopatías (deficiencia de proteína C,
deficiencia de cofactor II de la heparina, entre otros), enfermedad
de Fabry, angiopatías (como la displasia fibromuscular), dislipoproteinemias
(como la hipoalfalipoproteinemia familiar, y la hipercolesterolemia
familiar), hemoglobinopatías, entre otros. El reconocimiento
de desórdenes genéticos que pueden manifestarse por Accidentes
Vasculares tiene importantes implicancias no sólo para el paciente
sino también para otros miembros de la familia que pueden ser
portadores de la enfermedad y en quienes a veces pueden adoptarse medidas
preventivas o simplemente consejo genético (13).
La leucoencefalopatía de Bingswanger puede plantear dificultades
diagnósticas, pero en ella hay evidentes factores de riesgo vascular
(hipertensión arterial) y no es hereditaria.
CONCLUSION
El conocimiento de esta rara enfermedad nos permitirá considerarla
dentro de los diagnósticos diferenciales ante un paciente joven
con Accidentes Vasculares Encefálicos. Adicionales investigaciones,
principalmente a nivel molecular, posiblemente permitan una comprensión
más profunda del CADASIL y la posibilidad de desarrollar estrategias
de prevención y tratamiento, que lamentablemente por ahora no
existen.
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