Que las crisis epilépticas, aunque dramáticas, no son mortales
es una idea bastante arraigada en nuestra practica médica. Sin embargo,
existe creciente evidencia y consenso en que la epilepsia reduce las expectativas
de vida y, más importante aún, que las crisis convulsivas
mismas pueden resultar fatales. Por tratarse de un problema de potencialmente
grandes repercusiones prácticas, nos parece de interés revisar
este tema.
Causas de muerte en epilepsia.
Varios son los motivos por los que puede fallecer un paciente con epilepsia
y el primer punto es distinguirlos. Desde luego hay muertes producto
de condiciones médicas otras que la epilepsia (cánceres,
enfermedades cardiovasculares etc.),las hay accidentales asociadas a
convulsiones (inmersiones, quemaduras, traumatismos etc.), o debidas
a suicidio, intoxicaciones, status epiléptico, etc. Todas estas
causas son comprensibles o explicables. Queda sin embargo un grupo en
el que el deceso sobreviene sin que aparezca una causa clara, en muchos
casos sin siquiera saberse si fue próximo o no a una convulsión.
Así, ya tan tempranamente como en 1868, Bacon (10) distinguió
varias causas de muerte en epilépticos:
1.- Dependientes de efectos crónicos de la enfermedad.
2.-Producto de convulsiones sucesivas.
3.- Muerte inesperada ("súbita") durante una convulsión.
4.- Secundarias a accidentes durante una convulsión.
La tasa de mortalidad de los pacientes epilépticos es dos a
tres veces la de la población general. Hauser (4) en un estudio
comunitario prospectivo hecho en Rochester, demostró que, después
de 29 años de seguimiento la tasa de mortalidad es 2.3 veces
mayor que la general, siendo más alta durante los primeros años
de la enfermedad, en hombres, en pacientes con déficit neurológico
y en epilepsias sintomáticas. Las epilepsias idiopáticas
también tienen una tasa estandarizada de mortalidad elevada,
aunque menor (1, 8), por lo que puede deducirse que la epilepsia per
se conlleva mayor riesgo de mortalidad. Otro estudio prospectivo poblacional
practicado por Cockhrell et. al. (2) en 1994, que incluye 7 años
de seguimiento de individuos con diagnóstico reciente de epilepsia
evidencia resultados similares; la tasa estandarizada de mortalidad
fue en este caso 3.0 para pacientes con diagnóstico bien definido
de epilepsia y de 2.5 para aquellos con diagnóstico probable.
Fue también más alta en el primer año de seguimiento
(6.6), menor para la epilepsia idiopática (1.6 versus 4.3 para
la remota sintomática) y muy alta (50) para la asociada a déficit
neurológico congénito. La presencia de lesiones estructurales
subyacentes, tales como accidentes vasculares y tumores, que per se
pueden llevar a la muerte, explicaría porqué muchas de
las defunciones se presentan durante los primeros años que siguen
al inicio de la epilepsia.
Las tasas de mortalidad son también mayores en epilepsias de
inicio en la infancia; estudios en poblaciones pediátricas muestran
que llega a ser 13 veces mayor que la tasa general de mortalidad. En
un estudio efectuado en Rochester (4) la tasa estandarizada de mortalidad
en personas menores de 24 años fue 8.5.
Con relación a causas específicas de muerte, como es
de esperar, aquéllas producidas por traumatismos y accidentes
son más frecuentes que en la población general. Según
un estudio de cohorte, que incluyó 9000 pacientes (12), los epilépticos
mueren, comparados con la población general, 1.8 más por
accidentes de tránsito, 4.6 más por caídas y 10.3
más por quemaduras fatales y 8.2 veces más por inmersión
o asfixia por cuerpo extraño. Los suicidios son también
frecuentes, observándose como causa de defunción 3.5 veces
más que en la población general. Este mismo estudio revela
que la muerte por tumores malignos del sistema nervioso central presenta
una tasa que resulta 30 veces mayor que la esperada para la población
general, dato que probablemente sólo expresa lo frecuente que
es la epilepsia como forma de presentación o síntoma en
estas enfermedades.
SUDEP: muerte súbita en epilepsia
Para los casos de muerte súbita o inexplicada, los anglosajones
han acuñado la sigla SUDEP, por "sudden death in epilepsy", sigla
y concepto que ha ganado aceptación y que usaremos en esta revisión.
Nashef (10) propone definirla de la siguiente manera: "inesperada, presenciada
o no por testigos, no traumática ni secundaria a inmersión,
en pacientes epilépticos con o sin evidencias de convulsión
(excluyendo el status epiléptico documentado), con examen postmortem
que no muestre factores tóxicos o anatómicos que expliquen
la muerte". Este autor critica otros términos, tales como "muerte
inexplicada en epilepsia" porque ha sido usado ambiguamente; mientras
algunos excluyen en este concepto las muertes periictales (por estimarlas
"explicadas"), otros sí las incluyen enfatizando la ausencia
de factores tóxicos o anatómicos que expliquen la defunción.
La expresión "muerte durante una convulsión" puede resultar
también imprecisa respecto de si fue o no súbita e inesperada
(con causa suficiente conocida que la explique) y porque no establece
con claridad si el evento convulsivo debe documentarse por testigos
o sólo presumirse basándose en evidencias indirectas,
como la presencia de mordedura de lengua, incontinencia urinaria, etc.
En 1993, un comité de expertos que estudiaba una posible mayor
incidencia de muerte súbita en participantes de ensayos con Lamotrigina
(que finalmente no se demostró), propuso los siguientes criterios
para diagnosticar SUDEP (8):
- Antecedentes de epilepsia, definida como crisis recurrentes no provocadas.
- Muerte: inesperada en paciente en buen estado general de salud;
brusca, en minutos; durante actividades habituales (en la casa, trabajo
o durante sueño) y en circunstancias sin mayor peligro.
- Ausencia de causa médica obvia de muerte.
- Ausencia de status epiléptico.
Con estas definiciones queda claro que el concepto SUDEP excluye muertes
producto de accidentes, status epiléptico y causas generales.
Sin embargo debe tenerse además presente que, por ejemplo, quienes
fallecen durante una convulsión habitual pero que en la autopsia
presentan signos de enfermedad cardiorrespiratoria significativa, que
eventualmente da cuenta de la defunción, no se consideran SUDEP;
tampoco se formula este diagnóstico en pacientes que mueren durante
un episodio convulsivo bien documentado pero en los que además
se demuestra aspiración severa o presencia de cuerpo extraño
en la vía aérea. En estos dos casos, puesto que la defunción
estaría explicada, se trataría sólo de muertes
relacionadas con convulsiones. Por el contrario, si existen grados menores
de aspiración, edema pulmonar o secreciones bronquiales, incapaces
por sí solos de explicar la muerte, ésta sigue considerándose
SUDEP.
El diagnóstico de SUDEP es hecho por exclusión y en esta
situación los niveles de certeza respecto de su ocurrencia variarán
de acuerdo a la confiabilidad de los datos clínicos, disponibilidad
de autopsia, etc. Se llega así a estimar la SUDEP como inequívoca
si se cumplen todos los criterios clínicos, se conocen las circunstancias
de la muerte y se cuenta con examen post mortem. El diagnóstico
será en cambio probable si se cumplen los criterios clínicos
pero no hay autopsia y sólo posible si el caso cuenta con evidencias
clínicas insuficientes y no se cuenta con necropsia. Puede por
otra parte establecerse fehacientemente que no hay SUDEP o ésta
es improbable cuando hay causas de muerte claramente establecidas o
circunstancias que la explican por completo.
Limitaciones metodológicas en el estudio de SUDEP
Al revisar los datos de la literatura respecto de la real incidencia
de SUDEP es importante tener presentes las complejidades metodológicas
que el problema plantea. Ya hemos visto que un diagnóstico seguro
requiere de un estudio muy acabado de cada caso, incluyendo idealmente
la realización de autopsias (que además debe comprender
un examen toxicológico). No menos importante es saber si el paciente
en cuestión padecía realmente de epilepsia, conocidas
las dificultades diagnósticas que presenta esta enfermedad. Además,
se requiere conocer la prevalencia de epilepsia en la población
estudiada. De este modo, los estudios de poblaciones, aunque tienen
la ventaja de incluir todo tipo de epilepsias, son limitados por una
menor certeza diagnóstica, al incluir, por ejemplo, pacientes
evaluados por médicos generales. En cambio, los estudios de pacientes
tomados de Programas de Epilepsia, aunque más confiables en cuanto
a la real calidad de epilépticos de los enfermos incluidos, ciertamente
resultan sesgados, puesto que habitualmente representan los casos más
refractarios (candidatos a cirugía, etc.) Por último los
grupos de mayor edad resultan más difíciles de estudiar
por la frecuente coexistencia de patologías, especialmente cardiovasculares,
que pudieran explicar las muertes, particularmente las súbitas.
La diversidad de los estudios disponibles en SUDEP es amplia. Algunos
usan cifras de mortalidad de grandes poblaciones obtenidas según
certificados de defunción y exámenes practicados por médicos
legistas, otros incluyen la ingesta de drogas antiepilépticas
como marcador de epilepsia. Hay estudios tanto retrospectivos como prospectivos,
algunos que utilizan referencialmente la literatura para estimar la
prevalencia de la epilepsia. Finalmente están los estudios de
cohorte, los más difíciles de llevar a cabo pero probablemente
también los más confiables dado que la real incidencia
de SUDEP probablemente sólo puede ser determinada siguiendo una
población de pacientes por un cierto tiempo durante el cual se
identifican todas las muertes.
Magnitud del problema
La muerte súbita da cuenta de hasta un 10% de todas las defunciones
en epilépticos (6) y aunque puede presentarse en cualquier paciente
epiléptico y aún muy ocasionalmente ocurrir en relación
a una primera crisis (10), ciertamente conviene distinguir grupos con
mayor riesgo.
Un estudio canadiense de cohorte (15) de 3.688 pacientes con epilepsia,
que acumuló 33.299 personas-año de seguimiento, identificó
163 muertes, de ellas 18 SUDEP definidas o probables 21 posibles, además
de 9 desconocidas. Estos resultados dan una incidencia mínima
de SUDEP de 0.54/1.000 persona-año y una máxima de 1.35/1.000
persona-año, según se incluyan todos los casos o sólo
aquéllos definidos con más seguridad. La incidencia fue
mayor en hombres, con historia de uso de varios antiepilépticos,
hospitalizaciones por ingesta etílica, uso de drogas psicotropas
y retardo mental.
O'Donoghue et al (13) citan en su revisión tres estudios practicados
por médicos legistas en Inglaterra en los que se encontró
una incidencia de SUDEP de 1/500 a 1/1000 muertes por persona, por año,
para todo tipo de epilepsias y otro estudio irlandés, también
a cargo de médicos legistas que mostró una tasa 1/680.
En ellos, se identifican como factores de mayor riesgo el sexo masculino,
la presencia de convulsiones tónico-clónicas generalizadas
y lesiones estructurales del cerebro. A este respecto Shorvon (14) al
analizar estudios de cohorte con particular énfasis en tres de
ellos (epilépticos crónicos, pacientes externos de un
hospital londinense, niños internos en una escuelas especial
para epilépticos y pacientes con diagnóstico reciente
de epilepsia) concluye que son más susceptibles de muerte súbita
los pacientes de sexo masculino, adultos jóvenes, quienes sufren
episodios tónico-clónicos generalizados, crisis durante
el sueño, crisis en ausencia de testigos o que han sido refractarios
a tratamiento farmacológico; factores menos claros serían
el uso de ciertos antiepilépticos que puedan afectar la conducción
cardíaca (carbamazepina y fenitoína). Existe también
experiencia anecdótica que sugiere que la muerte súbita
sería más frecuente en períodos de cambio de medicamentos.
Es probable además que bajos niveles plasmáticos de anticonvulsivantes
y por ende baja adherencia a tratamiento sean factores subestimados.
Los pacientes con epilepsia refractaria a medicamentos tiene una clara
mayor incidencia de SUDEP, con cifras reportadas por distintos centros
que fluctúan entre 1/50 a 1/100 por persona-año en pacientes
de programas de cirugía de epilepsia. También se observa
SUDEP en personas mayores de 60 años, pero dado la mayor coexistencia
de enfermedades cardiacas, que de por sí conllevan mayor riesgo
de muerte súbita, no es clara una estricta relación de
esta mayor edad como factor de riesgo de muerte inexplicada adjudicable
a epilepsia. En el otro extremo etario, aunque hay pocos estudios pediátricos,
uno de ellos muestra que el 12 % de las muertes en niños con
epilepsia pueden deberse a SUDEP, especialmente en aquellos con epilepsia
sintomática.
Mecanismos propuestos.
La muerte súbita, según se ha definido, no tiene explicación
suficiente y por lo tanto, lo que se propone para explicarla es especulativo,
si bien fundado; por lo demás es razonable pensar que el mecanismo
de producción no sea el mismo para todos los casos ni único
en un mismo caso.
A.- Apneas.
Las apneas, predominantemente centrales, se presentan frecuentemente
en las crisis convulsivas generalizadas, aunque también pueden
aparecer en crisis parciales complejas o parciales simples autonómicas;
existen incluso descripciones de hipersomnias secundarias a frecuentes
apneas centrales durante sueño, producto de crisis epilépticas
(9) como única manifestación ictal. Es por lo tanto
razonable plantear que eventos respiratorios de este tipo predispongan
o lleguen a producir SUDEP (16). En un estudio de 79 crisis en 37
pacientes, (70 parciales complejas, 9 con generalización secundaria),
se observaron apneas centrales en todas las crisis generalizadas,
taquicardia en todos los episodios tónico-clónicos y
bradicardia post evento apneico en la crisis tónicas principalmente.
Casi un 40% de las crisis parciales complejas se acompañaron
de apneas, predominantemente centrales. La duración promedio
de los eventos apneicos fue de 29 segundos (10-75 segundos), asociado
a variable caída en la saturación de oxígeno,
desde niveles no significativos hasta un mínimo de 61%, con
una saturación promedio de 80%.
B.- Arritmias.
Mucha es la evidencia que permite postular la producción de
arritmias como causa de SUDEP al menos en algunos casos. Durante las
crisis convulsivas generalizadas es habitual que se presenten cambios
del ritmo cardíaco, principalmente taquicardias. Aunque pudiera
inicialmente pensarse que esto no es más que el correlato de
la intensa actividad muscular, es claro que en este tipo de crisis
hay un fuerte componente autonómico. Prueba de la existencia
de disfunciones vegetativas arritmogénicas es la documentación
de bloqueo aurículo-ventricular episódico asociado a
crisis de lóbulo temporal derecho o de taquicardia sinusal
paroxística por epilepsia de lóbulo frontal y temporal.
Por todo esto se ha acuñado el término "epilepsia arritmogénica"
(5) para señalar trastornos del ritmo cardiaco de origen cerebral;
estas alteraciones han sido reportadas tanto durante crisis espontáneas
como experimentales y entre ellas la taquicardia es el hallazgo más
frecuente, si bien la gama descrita es amplia (taquicardia supraventricular,
fibrilación ventricular, bloqueo auriculo-ventricular, asistolía,
etc.). Existe por lo demás incluso evidencia experimental que
muestra la concomitancia de disfunción autonómica cardíaca
con descargas epileptiformes intercríticas, lo que da pie a
especulaciones respecto de su rol en la muerte súbita de epilépticos
en los que no hay evidencia de crisis convulsivas (7). Finalmente
cabe también considerar que existen descripciones de arritmias
sintomáticas en enfermos que reciben tratamiento con carbamazepina,
con niveles séricos en rango terapéutico, si bien habitualmente
se trata de en pacientes con enfermedades cardíacas subyacentes
(1).
C.- Edema pulmonar neurogénico.
El edema pulmonar neurogénico es probablemente una de las
explicaciones para los frecuentes cambios radiológicos observados
en los pulmones de pacientes que han sufrido una convulsión.
Este diagnóstico es difícil y suele ser de exclusión,
lo que explica que, a falta de documentación fehaciente, las
alteraciones radiologicas suelan rotularse como neumonías aspirativas
(6). Se estima que la muerte súbita en epilépticos se
debe muy probablemente a la combinación varios factores incluyendo
edema pulmonar agudo y arritmias ventriculares; avalan esta opinión
estudios patológicos que muestran evidencias de edema pulmonar
agudo en muchos de estos pacientes.
D.- Asfixia
Aunque habitualmente se piensa en la asfixia como posible causa de
muerte en SUDEP, la mayoría de los pacientes no son encontrados
en la típica posición descrita en esta situación
(boca abajo sobre la almohada), por lo que se ha puesto en duda su
rol en estos eventos (10). Hay que considerar sin embargo que la información
sobre la posición del cuerpo y la presencia de factores obstructivos
extrínsecos suele ser incompleta y que, por otra parte, la
obstrucción intrínseca de la vía aérea
puede ocurrir en posiciones aparentemente benignas. Aunque el examen
necrópsico debiera poder demostrar la existencia de este mecanismo,
actualmente se sabe que las petequias, antes consideradas patognomónicas
de interferencia mecánica de la respiración, no son
específicas de asfixia y pueden, por ejemplo observarse cuando
el sujeto ha sido sometido a maniobras de resucitación, por
lo que la autopsia puede no llegar a precisar inequívocamente
la existencia de asfixia.
Recomendaciones
Por lo dramático que resultan las crisis convulsivas generalizadas,
los familiares de pacientes epilépticos suelen plantearse la
posibilidad de un desenlace fatal como directa consecuencia de estos
eventos y no rara vez consultan específicamente por esta posibilidad;
menos habitual es que lo hagan los propios pacientes. A la luz de lo
revisado conviene ser cautos en la respuesta a esta inquietud. Por una
parte no se debe ser alarmista, ya que para las epilepsias, en globo,
las posibilidades de que esto ocurra son bajas, pero por otra parte
no puede negarse que, por diversos mecanismos, la tasa de mortalidad
de los epilépticos al menos duplica la de la población
general. Es prudente primero explicar las limitaciones que la epilepsia
impone respecto de la práctica de actividades laborales, deportivas
de riesgo (trabajo en altura, con fuego o sustancias peligrosas, buceo,
pesas, andinismo etc.) o conducción de vehículos, ejemplificando
así la posibilidad de accidentes que pueden llegar a ser fatales
de un modo enteramente comprensible para el paciente y los familiares.
También puede comentarse el riesgo que conlleva el status epiléptico,
educando de paso respecto de la conducta frente a crisis subintrantes.
Finalmente creemos que es prudente mencionar la posibilidad de una muerte
súbita a los familiares de pacientes de mayor riesgo (epilepsias
refractarias, asociadas a daño neurológico significativo,
etc.), en un momento que se estime oportuno. No parece apropiado negar
terminantemente esta última posibilidad si se la ha planteado
directamente, especialmente si se tiene en cuenta que los familiares
que sufren esta situación habitualmente se quejan que nunca se
les mencionó esta posibilidad o que se les negó (3)
Enfrentados a la muerte de un paciente epiléptico, sin causa
aparente clara que lo explique, importa tener presente las siguientes
recomendaciones:
- En lo posible intentar que se practique autopsia y examen toxicológico.
- Si debe extenderse Certificado de Defunción incluir como
diagnósticos "muerte súbita" y "epilepsia".
- No atribuir la muerte a un "status epiléptico" si éste
no se encuentra documentado.
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