Los síndromes miotónicos constituyen un grupo heterogéneo
de enfermedades musculares congénitas que presentan en común
el fenómeno denominado miotonía. Se define como tal a la contracción
prolongada e indolora de ciertos músculos que ocurre luego de una
breve estimulación mecánica (miotonía de percusión)
y que también se expresa como un retardo en la relajación
después de una contracción voluntaria (miotonía de
acción). Clásicamente la miotonía mejora con el ejercicio
muscular, sin embargo, también existe la miotonía paradojal
(paramiotonía) que se agrava con las contracciones musculares repetitivas
(1, 22, 35).
Electrofisiológicamente la miotonía se caracteriza por
tres fenómenos: actividad de inserción prolongada, salvas
de potenciales de unidad motora a alta frecuencia y ráfagas miotónicas
(1, 19, 22).
La base fisiopatológica de los síntomas miotónicos
es una hiperexcitabilidad de la membrana de la fibra muscular.
La clasificación de las miotonías es aún poco clara
dado que existen muchos pacientes que presentan superposición de
rasgos clínicos, sin embargo, es posible reconocer síndromes
bien definidos.
I. MIOTONIA DISTROFICA
Se denominan distrofias musculares a las enfermedades degenerativas,
progresistas y hereditarias que afectan al músculo esquelético.
La única de estas miopías que se asocia a miotonía
es la Distrofia Miotónica, descrita por Steinert en 1909. Es
una enfermedad multisistémica de gran variabilidad fenotípica
que se caracteriza por atrofia muscular, miotonía, anormalidades
cardíacas y cambios distróficos en tejidos no musculares
(1, 13).
La atrofia muscular aparece generalmente en la tercera década
de la vida y afecta principalmente al elevador del párpado, musculatura
facial, masétero, esternocleidomastoídeo, músculos
de antebrazo, mano y pretibiales. El compromiso muscular facial asociado
a ptosis palpebral, arrugas y calvicie frontales determinan una facie
característica en estos pacientes (1, 13).
La miotonía es fácilmente evocada por percusión
de la eminencia tenar y de la lengua en más del 95% de los pacientes
y en la musculatura proximal de extremidades en la mitad de los casos.
Puede preceder a la paresia por varios años, no existiendo relación
directa entre miotonía y distrofia (1, 13).
Las alteraciones cardíacas son frecuentes, afectando a más
del 90% de los pacientes y se deben a defectos del aparato excito-conductor.
Pueden presentar taquicardia, aumento del intérvalo PR o bloqueo
cardíaco que puede determinar muerte súbita en algunos
casos. Menos frecuentemente hay prolapso de la válvula mitral
o disfunción ventricular izquierda (1, 13,
19).
Las afecciones no musculares más frecuentes son las opacidades
del cristalino, que se presentan en 90% de los pacientes. Puede haber
retardo mental de grado leve a moderado y en algunos casos una neuropatía
sensitivo-motora hereditaria asociada. La alopecía frontal progresiva
comienza precozmente y es un rasgo característico. También
son frecuentes la atrofia testicular con deficiencia androgénica,
impotencia y esterilidad. A veces puede haber ginecomastía y
aumento de la secreción de gonadotrofinas. Hay otras anormalidades
inespecíficas como hiperostosis de huesos frontales y calcificación
de ganglios basales (1, 6, 13).
Esta enfermedad progresa lentamente con posterior y gradual compromiso
de la musculatura proximal de extremidades y de tronco. La mayoría
de los pacientes requieren silla de ruedas o quedan postrados dentro
de quince a veinte años y mueren tempranamente por infección
pulmonar o falla cardíaca. Sin embargo, dado su gran variabilidad
fenotípica, hay pacientes con inteligencia normal y con miotonía
y paresia tan leves que permanecen asintomáticos (1,
6).
Existe una forma congénita de esta enfermedad que corresponde
al 10 a 15% de todos los casos y que se caracteriza por severa hipotonía
y diplejía facial evidentes desde el nacimiento, con dificultad
en la succión y deglución e insuficiencia respiratoria
de grado variable que puede producir muerte neonatal. Hay frecuentemente
retraso del desarrrollo psicomotor, retardo mental leve a moderado y
deformación articular generalizada. La miotonía se evidencia
clínicamente y en la electromiografía sólo a partir
del segundo o tercer año de vida y está siempre presente
después de los 10 años de edad. Al llegar a la adolescencia
la enfermedad evoluciona como la forma adulta descrita. Un 25% de los
pacientes muere antes de los 18 meses de vida y la sobrevida es de 50%
a los 30 años (1, 5, 10,
22).
En los casos más avanzados puede haber elevación de CPK.
La electromiografía revela descargas miotónicas y potenciales
de unidad motora miopáticos y en algunos pacientes existe leve
enlentecimiento de la velocidad de conducción motora y sensitiva
(13).
La biopsia muscular revela atrofia selectiva de fibras tipo 1 y aumento
de núcleos centrales. En algunos casos se ha observado también
hipertrofia de fibras tipo 2. Característicamente no hay necrosis.
Estudios histopatológicos cardíacos muestran reemplazo
de miocardio y del sistema excito-conductor por tejido fibroso y graso
(5, 10, 13, 19).
La resonancia nuclear magnética cerebral muestra en hasta 2/3
de los casos atrofia difusa y lesiones de la sustancia blanca subcortical,
las que se correlacionan con el grado de retardo mental y con la duración
de la enfermedad (2).
Características genéticas
Esta miopatía se caracteriza por tener herencia autosómica
dominante con penetrancia casi completa. El defecto genético
responsable se ubica en el brazo largo del cromosoma 19. Se ha documentado
la existencia de un fragmento de DNA inestable que al amplificarse
anormalmente produce Distrofia Miotónica. Este fragmento está
conformado por una serie de trinucleótidos denominada CTG (citosina,
timidina, guanidina). Este defecto molecular se transcribe a un RNA
mensajero que codifica la proteína kinasa miotonina (4,
20, 28).
En los casos de comienzo en la vida adulta, la transmisión
es predominantemente paterna, al contrario de lo que ocurre en la
forma congénita donde el progenitor afectado es casi siempre
la madre (11, 22). La expresión
clínica es variable aún dentro de la misma familia,
a pesar de haber homogeneidad genética. Tanto la edad de inicio
como la variabilidad en la severidad de la enfermedad se correlacionan
claramente con el tamaño de la expansión del defecto
genético referido, siendo los casos congénitos más
severos los que tienen secuencias más largas (4,
20, 24, 38).
Patogenia
A pesar de conocerse las características de la mutación
responsable de la Distrofia Miotónica poco se conoce acerca
de su fisiopatología y de la relación entre la disfunción
de la proteína kinasa miotonina y sus diversos síntomas.
Hasta ahora sólo se ha demostrado expresión de esta
proteína en corazón y músculo esquelético
por lo que las alteraciones de otros órganos estarían
determinadas por mecanismos aún no dilucidados (20).
La base electrofisiológica de la miotonía también
es incierta. Se ha observado en biopsias obtenidas de estos pacientes
alteraciones en la actividad de los canales de sodio, con una permeabilidad
a este ión aumentada. Se ha propuesto una alteración
de la actividad Na+K+ATPasa que determina disminución del potencial
de membrana en reposo, con hiperpolarización de la membrana,
responsable a su vez de las descargas miotónicas (13,
22, 35).
II. MIOTONIAS NO DISTROFICAS
Constituyen un grupo complejo de enfermedades con fenotipos clínicos
y electrofisiológicos que a veces se superponen y que a diferencia
de la Distrofia Miotónica no muestran destrucción muscular.
Los cuadros mejor caracterizados son la miotonía congénita,
la paramiotonía congénita, el síndrome de Schwartz-Jampel
y la parálisis periódica hiperkalémica (1,
12, 22).
1. Miotonía Congénita
Este es un síndrome heterogéneo tanto del punto de
vista clínico como genético. La enfermedad fue primero
descrita por Julius Thomsen en 1876, sin embargo, a partir de los
estudios de Becker, dos formas de ella son actualmente reconocidas
(1):
A. Enfermedad de Thomsen.
Corresponde a la forma autosómica dominante de la miotonía
congénita. Se caracteriza por miotonía desencadenada
por una contracción voluntaria forzada y que es más
pronunciada después de un período de inactividad.
Las contracciones repetitivas alivian la miotonía y permiten
que los movimientos posteriores sean más rápidos y
efectivos. Puede ser agravada por la exposición al frío
en casi la mitad de los pacientes (1, 5).
Los signos clínicos pueden ser evidentes desde el nacimiento,
con lentitud en la apertura de los ojos del niño después
de llorar o estornudar. Luego al iniciar la marcha, las extremidades
inferiores aparecen notablemente rígidas y hay torpeza en
los movimientos.
Cuando la miotonía es severa puede afectar a todos los músculos
esqueléticos, siendo más prominente el compromiso
de las piernas, lo que dificulta el caminar y correr e incluso el
paciente puede caerse. También la miotonía puede afectar
los miembros superiores, cara y la musculatura extraocular, determinando
estrabismo (1, 5).
La miotonía se induce por percusión de un músculo
o de la lengua y dura varios segundos. Los pacientes en general
tienen una musculatura normalmente desarrollada, pudiendo haber
en algunos casos hipertrofia leve.
Esta es una enfermedad rara y de diagnóstico habitualmente
difícil ya que el fenotipo es más bien benigno, por
lo que muchos que la presentan nunca llegan a solicitar atención
médica (1, 16, 22).
Puede haber CPK normal o levemente elevada. La electromiografía
muestra miotonía con potenciales de unidad motora normales
(1, 16).
B.- Enfermedad de Becker.
A través de sus estudios, Becker demostró que también
había herencia autosómica recesiva en miotonía
congénita y la denominó miotonía generalizada.
La prevalencia estimada de esta patología es de 1:50.000
y predomina en hombres en razón de 3:1 (1,
14).
Los síntomas pueden aparecer desde los dos años de
edad hasta el inicio de la tercera década siendo, por lo
tanto, de inicio más tardío que la enfermedad de Thomsen.
La mayoría de los pacientes notan primero rigidez muscular
transitoria en las extremidades inferiores. Dentro de pocos años
ésta se se extiende a tronco, brazos, cuello y musculatura
facial y tiende a ser más severa que la miotonía de
la variedad dominante. Además presentan marcada hipertrofia
de los músculos de piernas, antebrazos y hombros. Si la miotonía
es severa y persistente, los músculos se encuentran firmes
y tensos continuamente (1).
En algunos pacientes el aspecto más incapacitante es la
paresia transitoria que sigue a la contracción muscular inicial
después de un período de reposo, que es particularmente
pronunciada en extremidades superiores y que se hace más
evidente después de la adolescencia. Este es un criterio
clínico útil en la diferenciación con la variedad
de Thomsen (14, 33, 36).
Después de los 30 años de edad aproximadamente, la
enfermedad permanece sin modificaciones (1, 15).
La electromiografía revela abundantes descargas miotónicas
en todos los músculos esqueléticos. Los potenciales
de unidad motora son generalmente normales pero en algunos músculos
pueden registrarse potenciales miopáticos. Puede haber elevación
de CPK (1, 33).
La biopsia muscular de pacientes con miotonía congénita
de Thomsen y de Becker muestra, en aquellos más afectados,
cambios que incluyen variabilidad del tamaño de fibras, numerosas
fibras atróficas, engrosamiento de éstas en los músculos
hipertróficos y aumento del número de núcleos.
Cuando se estudia el subtipo de fibras, se observa una ausencia
completa del tipo 2B. La microscopía electrónica no
muestra cambios morfológicos significativos (5,
22, 34).
Características genéticas
La enfermedad de Thomsen se hereda en forma autosómica dominante
y la enfermedad de Becker es de herencia autosómica recesiva.
En varias familias con miotonía congénita de ambos tipos
se ha confirmado relación con un marcador genético a
nivel del cromosoma 7q, donde se encuentra el gen CLCN1, el que se
correlacionaría con una anormalidad en la conductancia al cloro
a nivel muscular (1, 22, 35).
Patogenia
La rigidez muscular en estos pacientes es el resultado de la descarga
repetitiva de potenciales de acción de fibras musculares, es
decir, de ráfagas miotónicas. Hay dos mecanismos propuestos
para explicar la hiperexcitabilidad muscular intrínseca observada
en los síndromes miotónicos: uno es la disminución
de la conductancia al cloro y el otro se refiere a alteraciones en
la actividad del canal de sodio. Los canales de sodio son responsables
de la iniciación y propagación del potencial de acción
y los canales de cloro están involucrados en la mantención
del potencial de membrana en reposo. Estudios electrofisiológicos
in vitro han demostrado que la reducción de la conductancia
al cloro en miotonía congénita es de un 25 a 50% respecto
del músculo normal. Esta alteración determina disminución
de la velocidad de repolarización luego de terminado el potencial
de acción, lo que induce la aparición de ráfagas
miotónicas (8, 14, 29,
35).
Hay fuerte evidencia que indica que las miotonías congénitas
de Thomsen y de Becker son producidas por defectos en el canal de
cloro del músculo esquelético denominado CIC-1, codificado
por el gen CLCN1 que se ubica en el brazo largo del cromosoma 7. Hasta
ahora se han encontrado seis mutaciones responsables de este defecto
lo que sugiere que estos dos fenotipos son entidades alélicas
y por ello son también clasificadas como enfermedades del canal
de cloro muscular (14, 15, 16,
35).
Hay también reportes acerca de alteraciones en los canales
de sodio en los dos tipos de miotonía congénita, sin
embargo, ya que ambas han sido ligadas al locus génico del
canal de cloro, estos cambios han sido interpretados como secundarios
(8).
Por otra parte, la paresia transitoria observada en la variedad de
Becker es también causada por alteraciones de la membrana muscular
que resultan en una fuerte disminución de la velocidad de conducción
del potencial de acción, con el consecuente bloqueo en la depolarización
de las fibras musculares (36).
2.- Paramiotonía Congénita
Las características clínicas de esta enfermedad, primero
descritas por Eulenberg y Rich y posteriormente por Becker, son:
a.- Miotonía paradojal, es decir, rigidez muscular que aparece
durante el ejercicio y que aumenta mientras éste continúa.
b.- Agravación severa de la rigidez miotónica con el
frío.
c.- Predilección de la miotonía por la cara, cuello
y músculos de las manos.
d.- En la mayoría de los casos, paresia después del
ejercicio prolongado y de la exposición al frío (29).
Algunos pacientes también presentan episodios de parálisis
muscular generalizada hiperkalémica no asociados a miotonía,
cuadro denominado parálisis periódica paramiotónica
(5, 22).
Los síntomas paramiotónicos están presentes
al nacer aunque más frecuentemente se desarrollan después
de los 8 ó 10 años de edad y permanecen básicamente
sin cambios durante la vida. Los episodios de paresia e hiperkalemia
comienzan a aparecer en la adolescencia si es que ocurren. Característicamente
los pacientes no presentan atrofia ni hipertrofia muscular (7,
21).
Características genéticas
Esta patología es heredada en forma autosómica dominante
y se transmite con penetrancia completa. Se han descrito hasta ahora
siete mutaciones a nivel del cromosoma 17q que pueden determinarla,
que afectan al gen SCN4A que codifica la subunidad alfa del canal
de sodio en el músculo esquelético. Los rasgos heterogéneos
que la caracterizan serían producto de defectos que afectan
distintas porciones dentro del mismo gen (7, 15,
22, 23, 29).
Patogenia
Estudios in vitro realizados en tejido muscular de estos pacientes
han demostrado conductancia de sodio anormalmente aumentada a través
de la membrana, sin alteraciones a nivel de los canales de cloro (22).
Los canales de sodio son proteínas de membrana responsables
de la génesis del potencial de acción muscular. Todos
ellos contienen una gran subunidad alfa que es fundamental para la
modulación del flujo de iones sodio hacia la fibra muscular.
Producto de las mutaciones que afectan el gen que codifica el canal
de sodio, hay una inactivación de éste, lo que determina
apertura persistente, con reducción del potencial de reposo
de la membrana y con la consecuente mayor excitabilidad muscular que
se manifiesta como miotonía (7, 12).
Una caída más severa en el potencial de reposo es la
responsable de los episodios de parálisis. Tanto el reposo
post ejercicio como el frío reducen este potencial de membrana,
mecanismo a través del cual pueden desencadenar los mismos
síntomas (12).
3.- Síndrome de Schwartz-Jampel
También se denomina miotonía condrodistrófica
y fue descrita por Schwartz y Jampel en 1962. Es un raro síndrome
hereditario, cuyos principales rasgos clínicos incluyen miopatía
miotónica generalizada (esta miotonía es continua y
es la más intensa de todos los síndromes aquí
descritos, lo que determina extrema rigidez muscular), estatura baja,
anormalidades esqueléticas (pectum carinatum, displasia congénita
de caderas, huesos largos arqueados, vértebras aplanadas y
deformaciones de la columna) y una facie características. Frecuentemente
presentan hipertrofia muscular, además de blefarofimosis, blefaroespasmo,
estrabismo, labios fruncidos, retrognatismo, estridor laríngeo,
voz de tono agudo, paladar ojival y sudoración excesiva. En
la mayoría de los casos la inteligencia es normal, pero se
han descrito algunos pacientes con retardo mental, estimándose
su prevalencia en 25% (1, 18, 31,
32).
Los síntomas aparecen dentro de los primeros 3 años
de vida o incluso al nacer, siendo el grupo de pacientes clínicamente
heterogéneo, aunque el rasgo constante en ellos es la alteración
de la función muscular que perturba la marcha (1).
Hay muy escasa información acerca del pronóstico de
esta enfermedad, pero según algunos reportes en pacientes adultos
es aparentemente no progresiva o de lenta evolución, salvo
en casos que presentan síntomas desde el período neonatal
y que tienen problemas respiratorios y en la alimentación (1,
31).
La electromiografía se caracteriza por descargas eléctricas
espontáneas persistentes, a alta frecuencia, máximas
durante la inserción, iguales o similares a ráfagas
miotónicas, en todos los músculos de extremidades y
faciales. Los potenciales de unidad motora, aunque muy difíciles
de aislar, son normales. La velocidad de conducción motora
y sensitiva es normal (31). Las enzimas musculares
pueden mostrar leve elevación (31).
La biopsia muscular en la microscopía de luz no muestra alteración
en proporción ni diámetro de fibras 1 y 2. La microscopía
electrónica ha revelado hallazgos inespecíficos como
aumento del espacio subsarcolemal, vacuolas entre las miofibrillas
e interrupción de la banda Z (1, 3,
31).
Características genéticas
Esta patología se hereda en forma autosómica recesiva,
existiendo prácticamente en todos los casos consanguinidad
entre los padres, los que son sanos. Se ha demostrado recientemente
asociación con un locus ubicado en el cromosoma 1p en distintas
familias, lo que sugiere homogeneidad genética. Dado que la
severidad varía de un individuo a otro, incluso dentro de una
misma familia, otros factores, genéticos o no, podrían
contribuir al fenotipo (9).
Patogenia
La fisiopatología que subyace a esta hiperexcitabilidad eléctrica
muscular no está aclarada (18). Se ha observado
en biopsias de pacientes con esta enfermedad alteraciones en la actividad
del canal de sodio que se caracterizan por apertura tardía,
planteándose que la conductancia anormal de la membrana es
reponsable de la miotonía en estos casos (15,
18). Además se ha encontrado que la concentración
de calcio mioplásmico es significativamente mayor que la de
músculos normales y también se ha visto que hay reducción
de la conductancia al cloro en algunos grupos de fibras musculares
(18).
4.- Parálisis Periódica Hiperkalémica
Esta patología, descrita en 1950, se caracteriza por episodios
de parálisis generalizada que se inician en la primera década
de la vida. Comúnmente se inician en la mañana y duran
desde 15 minutos hasta 1 hora o, a veces, varios días y desaparecen
espontáneamente. El reposo, ingestión de algunos alimentos
que contienen potasio o un test de provocación con potasio
pueden inducir un ataque y el ejercicio enérgico previo agrava
el episodio (7, 12, 22).
La paresia es generalmente asociada a un aumento significativo de
la concentración de potasio sérico (sobre 5 a 7 mmol/L),
sin embargo, a veces, el potasio permanece en rango normal superior.
La paresia es aliviada por la ingestión de carbohidratos y
por el ejercicio. Generalmente la frecuencia de los ataques declina
durante la segunda mitad de la vida. Algunos pacientes pueden desarrollar
una paresia progresiva y permanente en relación al desarrollo
de una miopatía crónica (7, 21,
22, 29).
La mayoría de estos pacientes tienen signos leves de miotonía,
demostrable por electromiografía, la que también es
sensible a cambios en el potasio sérico (12,
23).
Características genéticas
Es de herencia autosómica dominante con penetrancia completa
en ambos sexos, aunque se han reportado casos esporádicos.
La alteración genética se ubica en el cromosoma 7q y
determina alteraciones en la subunidad alfa del canal de sodio del
músculo esquelético. El gen responsable es el SCN4A
y se han descrito hasta ahora dos mutaciones a este nivel que producen
la enfermedad, lo que podría explicar sus rasgos heterogéneos,
y que son distintas de las mutaciones descritas en paramiotonía
congénita (7, 12, 21,
22).
Patogenia
Las mutaciones referidas determinan falla en la inactivación
de canales de sodio, con excesiva acumulación de este ión
en el músculo, lo que desencadena la miotonía y la parálisis
por depolarización prolongada de la membrana (7,
15, 21). La entrada sostenida
de sodio resulta en una salida de potasio del músculo, lo que
eleva los niveles séricos de éste (12).
La ingesta de potasio reduce el potencial de la membrana en reposo
lo que precipita los ataques de miotonía y/o parálisis
(12).
OTRAS MIOPATIAS QUE PRESENTAN MIOTONIA
Recientemente se han descrito otras raras formas de miotonía
que comparten rasgos clínicos con algunos síndromes ya
descritos pero con características propias que las diferencian
de los mismos.
1.- Miotonía Fluctuante
Descrita por un grupo de autores en 1990, esta rara miopatía
de herencia autosómica dominantes se caracteriza por miotonía
de severidad variable, que se inicia en la adolescencia, que se alivia
con el ejercicio, sin paresia, que aumenta con ingestión de
potasio y que no se modifica mayormente con el frío. Lo que
la diferencia de la miotonía congénita es la gran fluctuación
en la miotonía, teniendo los pacientes muchos días o
incluso semanas en que están totalmente asintomáticos
(27, 29). Presentan elevación
de CPK y ráfagas miotónicas en la electromiografía.
La biopsia muscular puede ser normal o con anormalidades inespecíficas
(27). Se asocia a mutaciones del gen que codifica
el canal de sodio muscular SCN4A (27, 29).
2.- Miotonía Miotónica Proximal
Afecta a familias que presentan un trastorno multisistémico
similar a la distrofia miotónica, pero en los que no se ha
demostrado la alteración genética asociada a esta enfermedad
(24). Generalmente comienza entre los 20 y 40 años
de edad con miotonía distal intermitente, que puede ser asimétrica,
agregándose después leve a moderada paresia proximal
de extremidades, sin mayor atrofia, con dolor muscular proximal y
en muchos casos cataratas. Rara vez hay arritmias cardíacas.
El pronóstico parece ser más favorable que el de distrofia
miotónica. Puede haber CPK elevada. La electromiografía
muestra descargas miotónicas y leves cambios miopáticos
en muslos (24, 25). Es de herencia
autosómica dominante pero aún no se conoce el defecto
genético asociado (24).
TRATAMIENTO
Los síndromes miotónicos son entidades poco frecuentes,
lo que hace difícil documentar la eficacia de los tratamientos
hasta ahora utilizados (22). En el caso de la distrofia
miotónica, la miotonía rara vez es tan severa como para
justificar el tratamiento. Muchos de los síntomas no miotónicos
de esta enfermedad, como el bloqueo cardíaco, cataratas y deficiencia
de testosterona son susceptibles de tratar, pero no hay tratamiento
disponible para la paresia y atrofia muscular (17,
19, 22). En los casos en que se
requiera drogas antimiotónicas, la Fenitoína, que actúa
como estabilizador de la membrana, es el agente de elección dado
la alta incidencia de anormalidades cardíacas que contraindican
el uso de otros fármacos (13). Se ha usado
Fenitoína en dosis de 300 hasta 600 mg/día, demostrándose
mejoría de la miotonía en algunos casos, pero otros no
reportan beneficios. Es frecuentemente la droga de primera elección
en miotonía congénita ya que tiene el perfil de efectos
adversos más benignos, con efectividad razonable (1,
17, 34).
Desde la introducción de la quinina, las drogas antiarrítmicas
de Clase I han sido los principales agentes en el tratamiento de la
miotonía, siendo Tocainide (derivado de Lidocaína) y Mexiletine
los más poderosos de estos compuestos (17,
33). Estos fármacos deprimen la rápida
entrada de sodio en la fibra muscular, alargando el período refractario
efectivo y retardando el retorno de la excitabilidad muscular. Ambos
han sido reportados ser más efectivos que otras drogas en enfermedad
de Becker y paramiotonía congénita, sin embargo Tocainide
(dosis de 1200 mg/día) puede producir problemas hematológicos
graves, por lo que algunos autores no recomiendan su uso (7,
22, 33). Con Mexiletine se ha observado
mejoría clínica con dosis relativamente bajas y seguras
(400 a 600 mg/día), manteniendo su efectividad en el tiempo y
con efectos colaterales mínimos (17). Sulfato
de quinina, en dosis de 0,3 a 0,6 gr/día y procainamida 250 a
500 mg/día han sido beneficiosos en estos pacientes con miotonía
congénita (1, 34).
Se ha utilizado Acetazolamida en miotonía congénita,
125 a 750 mg/día en dosis divididas, siendo variable la respuesta
de una familia a otra (34). En el caso de la parálisis
periódica hiperkalémica y en paramiotonía congénita
asociada a episodios de parálisis, los ataques pueden ser prevenidos
por la administración de este mismo fármaco, reduciéndose
en la mayoría de los casos la frecuencia y severidad de estos.
Su efecto es a través de la reducción sistémica
de potasio, lo que modifica el potencial de membrana (12).
Con el mismo fin se ha administrado Hidroclorotiazida a pacientes con
parálisis periódica hiperkalémica (7,
22).
Se ha reportado que el uso de corticoides en dosis moderadas sería
capaz de reducir la miotonía, sin embargo, los efectos adversos
de éstos probablemente superen sus beneficios (1).
En estudios in vitro afectuados en músculo de pacientes con
síndrome de Schwartz-Jampel se ha demostrado efectividad de Procainamida,
Tocainide y Fenitoína en suprimir la actividad espontánea.
Algunos pacientes han sido tratados con Procainamida en dosis de 500
mg x 4/día, con lo cual ha mejorado la movilidad y ha disminuído
la miotonía clínica (18, 31).
Existen también reportes de niños con esta enfermedad
tratados con Carbamazepina, la que ha producido marcada y mantenida
mejoría de la miotonía, incluso disminuyendo la clásica
displasia esquelética probablemente por relajación de
la musculatura (32).
En casos de miotonía fluctuante se ha usado Mexiletine o Acetazolamida,
con buena respuesta (24, 27). En
miopatía miotónica proximal es más problemática
la paresia que la miotonía clínica, sin embargo se ha
administrado Mexiletine y Fenitoína, observándose alivio
del dolor muscular (30).
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