Varias son las características que hacen particularmente interesante
la medicina del sueño y una de ellas es el ser una disciplina en
pleno desarrollo, "emergente" en palabras actuales. Por esta razón
se encuentran, por ejemplo, pendientes definiciones consensuales respecto
de algunos parámetros normales del sueño o de estándares
claros para ciertas patologías. De especial interés resulta
la descripción de condiciones nuevas, como el sindrome de resistencia
de la vía aérea superior, el trastorno conductual del sueño
REM y el insomnio familiar fatal o una mejor caracterización de entidades
clínicas ya conocidas, como el antes llamado mioclonus nocturno.
I.- RONCADORES HIPERSOMNES SIN APNEA: EL SINDROME DE RESISTENCIA DE
LA VIA AEREA SUPERIOR (SRVAS)
Los síntomas claves para sospechar un sindrome de apnea obstructiva
del sueño son la hipersomnia y la roncopatía, especialmente
si se dan en un hombre de edad media de la vida o adulto mayor. Desde
hace años clínicamente ha llamado la atención la
existencia de pacientes que, pese a un perfil clínico altamente
sugerente, estudiados con polisomnografía convencional no muestran
eventos apneicos ni desaturación de oxígeno significativa.
Analizando con detención los estudios polisomnográficos
de estos pacientes, Guilleminault y colaboradores (1)
notaron en ellos una importante fragmentación de la arquitectura
de sueño, condicionada por frecuentes microdespertares (también
llamados "reacciones de despertar"), caracterizados por la aparición
de actividad alfa de 3-14 segundos de duración (2).
Hasta hace poco este hallazgo no se valoraba y los pacientes completaban
su estudio con el test de latencias múltiples de sueño
(diseñado para documentar la presencia e intensidad de la hipersomnia
diurna). Este último examen solía mostrar acortamiento
de la latencia de sueño sin elementos de narcolepsia, con lo
que se les formulaba el diagnóstico de "hipersomnia idiopática".
Fisiopatología del sindrome de resistencia de la vía
aérea superior.
Guilleminault y colaboradores demostraron que en realidad estas frecuentes
reacciones de despertar eran producto de un aumento del esfuerzo respiratorio
durante el sueño, evidenciado por un aumento de la negatividad
de la presión intraesofágica (normal: - 10 cms agua).
En las respiraciones previas al despertar hay un breve período,
abrupto y limitado, de reducción de la vía aérea,
que provoca una disminución del volumen corriente y que lleva
a la reacción de despertar, que se produce dentro de las tres
primeras respiraciones con volumen corriente disminuído. Termina
así la obstrucción parcial de la vía aérea
y evita caídas en la saturación de oxígeno (1).
A diferencia de las apneas, en que la reacción de despertar
se produce probablemente por la caída de la saturación
arterial de oxígeno, en el SRVAS ésta se debe al incremento
del esfuerzo requerido para respirar. El gran número de microdespertares
explica la hipersomnia diurna, como ocurre en el sindrome de apnea obstructiva
del sueño.
Este nuevo sindrome tiene otras diferencias clínicas con la
apnea obstructiva. Guilleminault y colaboradores (1),
en un grupo de pacientes con clínica característica de
SRVAS, confirmado con medición de presión intraesofágica
y neumotacografía, encuentran distribución similar en
ambos sexos, con edad promedio (37 años) e índice de masa
corporal (23 +3) menores que en el sindrome de apnea del sueño,
lo que también ha sido encontrado por otros autores (3).
Los pacientes con SRVAS parecen ser entonces más jóvenes
y delgados que los que tienen sindrome de apnea obstructiva del sueño
(SAOS). Las mujeres jóvenes con una vía area superior
estrecha tenderían a desarrollar más SRVAS que SAOS.
Aproximadamente el 44% de los hombres y el 28% de las mujeres en la
edad media de la vida ronca habitualmente. Dentro de ellos habría
tanto pacientes con SAOS o SRVAS y roncadores "primarios", sin otra
patología reconocible. Estas tres condiciones corresponden probablemente
a un continuo, en el que el ronquido primario representa el extremo
leve de un trastorno de la respiración durante el sueño,
el SRVAS el nivel intermedio y el SAOS el caso más extremo (4).
Para documentar un SRVAS se requiere demostrar asociación entre
despertares y presión intratoráxica anormalmente negativa
durante la inspiración. La medición de la presión
esofágica (que refleja la presión intratoráxica)
se logra usando un delgado catéter que se introduce vía
nasal, lleno con agua y conectado a un transductor (3).
Antes del registro en sueño se debe obtener mediciones basales
de 30 minutos, en reposo vigil y decúbito dorsal (1).
En pacientes con historia de hipersomnia diurna que desarrollan repetitivamente
presiones intratoráxicas más negativas que -10 cms de
agua, asociados a frecuentes microdespertares de corta duración,
se confirma el diagnóstico de SRVAS.
El diagnóstico puede formularse cuando se cumplen las siguientes
condiciones:
A. Clínicas
1.- Roncopatía
2.- Hipersomnia diurna
B. Polisomnográficas
1.- Indice de eventos respiratorios (número por hora de sueño)
normal.
2.- Indice de reacciones de despertar sobre 10 por hora de sueño.
3.- Ausencia de desaturación patológica de oxígeno
4.- Reducción significativa de etapas III-IV de sueño
noREM
Tratamiento
El CPAP NASAL ("continous positive airway pressure": presión
positiva continua sobre la vía aérea superior) es un dispositivo
que inyecta aire ambiental a una cierta presión y evita el colapso
de la vía aérea superior durante el sueño (5).
El uso de presión positiva continua nasal (CPAP nasal) es el
tratamiento de elección del SAOS de intensidad moderada o severa.
Puesto que el SRVAS comparte un mecanismo fisiopatológico común
con esta condición resulta racional proponerlo también
como tratamiento. Aunque en el SAOS la presión del CPAP nasal
a usar se determina titulando presiones crecientes hasta obtener desaparición
de los eventos apneicos y normalización de la desaturación
de oxígeno, esto no es posible en el SRVAS, ya que en este sindrome
no hay apneas ni desaturación de oxígeno. Se utiliza entonces
el restablecimiento de presiones intraesofágicas a niveles comparables
con los obtenidos en el registro basal de vigilia como parámetro
para definir el nivel de presiones terapéutico de CPAP nasal.
Después de tres semanas usando esta presión, idealmente
debe repetirse el polisomnograma (sin necesidad de medir nuevamente
la presión esofágica), a fin de corroborar los cambios
esperados en la arquitectura de sueño (reducción del número
de despertares y aparición de etapas III-IV noREM), que debieran
correlacionarse con una mejoría sintomática.
TABLA 1
COMPARACIÓN CLÍNICA Y POLISOMNOGRÁFICA
ENTRE SAOS Y SRVAS.
|
|
SIND. RESISTENCIA AREA SUPERIOR
|
APNEA OBSTRUCTIVA DEL SUEÑO
|
Sexo
|
distribución homogénea
|
franco predominio masculino
|
Roncopatía
|
frecuente
|
de regla
|
Hipersomnia
|
de regla
|
de regla
|
Desaturación O2
|
no
|
sí
|
Eventos apneicos
|
no
|
sí
|
Polisomnografía
|
más de 10 microdespertares /hora de sueño
|
más de 5 eventos apneicos /hora de sueño
|
Pes (*)
|
menor de - 10 cms agua
|
- 10 cms. agua
|
Tratamiento
|
Cpap (**) nasal/cirugía
|
Cpap nasal/cirugía
|
*Pes: presión intraesofágica ** Cpap: presión positiva
continua.
II.- TRASTORNO CONDUCTUAL DEL SUEÑO REM (TCR).
La estructuración del sueño nocturno es cíclica
y contiene períodos de gran atonía muscular asociada a
aparición de movimientos oculares rápidos, semejantes
a los observados en vigilia. En este estadio, que se ha denominado REM
(rapid eye movements: movimientos oculares rápidos), encontramos
tanto fenómenos permanentemente presentes (tónicos) y
otros que aparecen episódicamente (fásicos). Entre los
factores tónicos se reconocen la pérdida completa del
tono muscular, elevación del umbral de despertar y actividad
electroencefalográfica asincrónica y de bajo voltaje.
Los fenómenos fásicos son en cambio los movimientos oculares
rápidos, ligeras contracciones (de la lengua y otros músculos)
y cambios autonómicos (frecuencia cardíaca y respiratoria
entre otros).
El REM es considerado un "sueño activo", tanto por el alto nivel
de actividad cerebral que presenta, medido electroencefalográficamente,
como por el flujo sanguíneo cerebral, consumo de oxígeno,
glucosa etc. Se le considera por otra parte "sueño paradójico"
por la ausencia de actividad motora en el contexto de un cerebro muy
activo. Existen sin embargo condiciones clínicas en los que estos
cambios fisiológicos aparecen disociados del estado de conciencia.
Por ejemplo, en la narcolepsia, períodos de atonía sobrevienen
en vigilia, dando lugar a las crisis catalépticas o a la así
llamada parálisis del sueño. El trastorno conductual del
REM, que aquí tratamos y que fue descrito hace pocos años
en humanos, sería otra forma de disociación en la que,
a la inversa de la narcolepsia, durante el REM la atonía es incompleta.
Aunque modelos experimentales de trastornos conductuales del REM (gatos
con lesiones pontinas) se conocían desde 1966 (6),
sólo en 1986 Schenck y colaboradores definieron clínicamente
esta condición. Se trata de una parasomnia caracterizada por
la aparición de episodios de descontrol conductual durante el
sueño, generalmente muy violentos y que parecen corresponder
al correlato motor de la actividad onírica. Estos pacientes refieren
habitualmente ensoñaciones muy vívidas; si son despertados
durante estos eventos relatan un contenido onírico que suele
guardar correspondencia con la actividad motora que presentaron. La
conducta es generalmente agresiva o exploratoria y nunca relacionada
con apetitos tales como alimentación o deseo sexual. Frecuentemente
se autoagreden o agreden al cónyuge; algunos han llegado a atarse
a sus camas para evitar lesiones. Los episodios se presentan con frecuencia
variable, que van desde pocos al mes hasta varios por noche, con tendencia
al incremento progresivo. Las alteraciones conductuales ocurren dentro
del REM y frecuentemente se asocian a taquicardia; no se producen durante
los despertares que puedan aparecer intercalados dentro de este período.
Quienes sufren el TCR no tienen alteraciones conductuales en vigilia.
El 25% de estos pacientes tiene un período prodrómico,
a menudo prolongado hasta por años, con conductas motoras menos
notorias, que incluyen p.e. somniloquia, pequeños movimientos
de extremidades (7). A pesar de la intensa actividad
motora desplegada por estos pacientes, pocos se quejan de interrupción
del sueño y fatiga diurna, excepto cuando el TCR está
asociado con narcolepsia.
Por parecer de interés transcribimos aquí la historia
del primer caso descrito. "Un hombre de 67 años, diestro, fue
referido por presentar conducta violenta durante el sueño. No
tenía antecedentes de trastornos del sueño en la adolescencia,
cuando dormía en una pieza con tres hermanos. En la noche de
bodas, su esposa quedó sorprendida y asustada por la actividad
presentada por el paciente durante el sueño: somniloquia, gruñidos,
rechinar de dientes y movimientos corporales menores. Estos se mantuvieron
sin cambios y sin provocar mayores consecuencias hasta una noche, cuatro
años antes de ser referido a un centro especializado, cuando
tuvo el primer sueño "actuado", en esa ocasión se encontró
fuera de la cama, haciendo lo mismo que soñaba. Este episodio
marcó el comienzo de un progresivo y severo trastorno del sueño;
podía dar puñetes y patear a su esposa, caerse de la cama,
chocar con objetos y autoagredirse. Su esposa debió trasladarse
a otro dormitorio, sin embargo ellos permanecen felizmente casados y
creen que esas conductas nocturnas escapan del control del paciente
y son discordantes con su personalidad diurna" (8).
El cuadro es propio de adultos mayores, de sexo masculino. En la mayoría
de los casos no se encuentra lesión estructural del sistema nervioso
central pero en un tercio de ellos hay asociación con enfermedades
degenerativas del sistema nervioso central, como parkinsonismos, demencias
(9), degeneración multisistémica, etc.
El TCR puede ser una manifestación inicial de la enfermedad de
Parkinson en un subgrupo sustancial de pacientes inicialmente estimados
idiopáticos. Recientemente Schenck y colaboradores han descrito
que un tercio de los pacientes inicialmente rotulados como idiopáticos,
desarrolla con el tiempo signología extrapiramidal. En su estudio
siguieron prospectivamente 29 hombres, de 50 o mas años, portadores
de TCR idiopático. El 38% de ellos (11/29), evoluciona con parkinsonismo
(presumiblemente enfermedad de Parkinson), en un seguimiento promedio
de 3.7 + 1.4 años. Al momento del diagnóstico el grupo
que posteriormente desarrolló Parkinson y el que permaneció
como idiopático tenían similares características,
con dos excepciones: los que desarrollaron parkinsonismo tenían
un elevado índice de movimientos periódicos de extremidades
durante el sueño NREM y un elevado porcentaje de sueño
REM (10).
Los registros polisomnográficos (PSG) muestran característicamente
carencia de atonía permanente durante el REM y aumento de las
etapas III-IV de sueño no REM. Hay además frecuentemente
movimientos de extremidades (periódicos o aperiódicos)
y ocasionalmente verbalizaciones. El ciclaje NREM-REM permanece conservado.
Es muy importante destacar que la pérdida de la atonía
submental no es requisito para la liberación de la actividad
muscular fásica del REM ni para la expresión del trastorno
conductal, por lo que para optimizar el registro se hace necesario estudiar
la actividad electromiográfica de extremidades superiores, además
de la piernas, con registro videográfico asociado.
El tratamiento es farmacológico y la droga de elección
el clonazepam (0.25 a 2 mg, media hora antes de acostarse), lo que consigue
controlar el cuadro en la gran mayoría de los casos. Cabe hacer
notar que esta respuesta es específica para esta benzodiazepina,
puesto que no se observa con otras. La suspensión del clonazepam
produce una inmediata recaída y rebote de los eventos conductuales
del REM. Actúa suprimiendo la actividad EMG fásica, más
que restaurando la atonía muscular. Tratamientos alternativos
para pacientes que no responden a clonazepam o que no lo toleran, incluyen
desipramina o imipramina, carbamazepina, clonidina, carbidopa/levodopa,
l-triptofano y gabapentina. Se tiene además que aconsejar al
paciente retirar objetos que puedan causarle y proteger las ventanas.
En ocasiones puede recomendarse colocar el colchón sobre el piso
o almohadones alrededor de la cama para evitar daño físico.
En 1965 Jouvet y Delorme observaron que lesiones del tegmento dorsolateral
del puente, simétricas y bilaterales en gatos, producían
pérdida permanente de la atonía muscular del REM. Cuando
esto ocurría los animales presentaban conductas motoras durante
el REM, semejantes a los sueños.
Los mecanismos supraespinales responsables de la atonía del
REM se originan en la protuberancia, en el núcleo alfa peri locus
coeruleus (LC). Este centro excita neuronas del núcleo reticularis
magnocelularis bulbar, que a su vez genera impulsos inhibitorios que
alcanzan a las neuronas alfa espinales, produciendo una hiperpolarización
y por ende atonía muscular. Así la atonía es el
resultado de un proceso de inhibición activa que compromete un
circuito neuronal específico y no el simple resultado de un cese
pasivo del tono muscular (8).
Se ha encontrado asociación del TCR con subtipos HLA específicos,
al igual que lo observado en epilepsia, Schenck y colaboradores encontró
en 25 pacientes con TCR, sin narcolepsia asociada, que el el 84% (n=21)
eran portadores de HLA DQw1 (11).
Episodios de iguales características pero ya no crónicos
sino agudos, transitorios y reactivos pueden presentarse en una serie
de condiciones clínicas entre las que cabe mencionar la privación
alcohólica y de hipnóticos sedantes, intoxicación
con anticolinérgicos y esporádicamente el uso de antidepresivos
tricíclicos o inhibidores de la MAO, así como también
encefalopatías tóxico-metabólicas.
Criterios Diagnósticos
1.- Documentación de conducta anormal en el REM durante el estudio
polisomnográfico (ej: movimientos prominentes de tronco o extremidades,
conductas violentas, vigorosas) o una historia de conducta anormal durante
el sueño.
2.- PSG alterado durante sueño REM: tono electromiográfico
submental elevado o excesiva actividad muscular fásica submental
o de extremidades.
3.- Ausencia de actividad electroencefalográfica epileptiforme
durante el sueño REM.
III.- MOVIMIENTOS PERIODICOS DE EXTREMIDADES DEL SUEÑO (MPE (ANTIGUO
MIOCLONUS NOCTURNO).
Corresponden a movimientos periódicos, estereotipados, de una
o ambas piernas, menos frecuentemente de extremidades superiores, que
se producen principalmente durante el sueño superficial. Pueden
condicionar tanto hipersomnia diurna como insomnio, pero también
presentarse en sujetos asintomáticos. Lugaresi y Coccagna (12)
fueron los primeros en registrar polisomnográficamente estos
movimientos y demostrar su asociación con el sindrome de piernas
inquietas (compulsión irresistible a mover las piernas). Estudios
posteriores han mostrado que el 80% de los pacientes con sindrome de
piernas inquietas (SPI) tienen MPES asociados , lo que no se cumple
en sentido inverso (12). Su frecuencia está
estrictamente relacionada con la edad; prácticamente no se observan
en sujetos menores de 30 años y alcanzan su máxima incidencia
sobre los 50 años (29%).
La fisiopatología de los MPES y del SPI no está completamente
establecida (13). Una hipótesis plantea que
los movimientos periódicos de extremidades son el resultado de
una alteración de los impulsos inhibitorios generados por el
troncoencéfalo y dirigidos a la médula espinal durante
el sueño. Esta hipótesis de desinhibición suprasegmental
es avalada por datos neurofisiológicos que muestran reflejos
polisinápticos hiperexcitables en los movimientos periódicos
de extremidades (MPE) que se presentan en mielopatías y durante
la anestesia espinal. Watanabe y cols. relacionan la presencia de MPE
a la supresión de vías inhibitorias descendentes, asociadas
a disfunción del tracto piramidal, tal como ocurre en el sueño
o en ciertos periodos de la anestesia espinal. La similitud de los MPES
al movimiento observado en el signo de Babinski (extensión del
ortejo mayor y apertura en abanico de los restantes) también
avala la disfunción del tracto piramidal.
La periodicidad de los MPES y algunos de los síntomas de vigilia
del SPI apoyan el compromiso de un oscilador reticular o subcortical,
similar a los que determinan los ritmos de presión arterial,
respiración y despertares electroencefalográficos. La
ausencia de compromiso de la cara en el SPI demuestra que el generador
comprometido está por debajo del nivel del núcleo facial
en el troncoencéfalo. La falta de actividad cortical previa a
los movimientos excluye al mioclonus cortical como la fuente de los
movimientos involuntarios del SPI.
La eficacia de ciertos medicamentos usados en el sindrome de piernas
inquietas, revela el compromiso de sistemas opiodes, adrenérgicos
y dopaminérgicos, en la patogénesis del SPI. El empeoramiento
de los MPE con antidepresivos tricíclicos y la reduccción
de la sintomatología con bloqueadores alfa adrenérgicos
avalan la presencia de una hiperactividad adrenérgica o noradrenérgica
en la génesis de los MPE. Otras observaciones en el mismo sentido
muestran que la vasoconstricción simpática con disminución
del flujo sanguíneo periférico y extremidades frías
pueden producir MPE espontáneos o evocados por anestesia espinal.
Además el bloqueo simpático puede mejorar estos movimientos.
Estudios preliminares con PET (positron emission tomography) con deoxiglucosa,
muestran un metabolismo cerebral normal. Hay también captación
normal de levodopa en mediciones con fluorodopa. Un único estudio
preliminar con SPECT (single photon emission computed tomography) sugiere
un déficit de receptores dopaminérgicos D2 en el sindrome
de piernas inquietas.
Para determinar la presencia de movimientos periódicos de extremidades
del sueño, es obligatorio incluir en el PSG registro de electromiograma
de ambos músculos tibiales anteriores. Se consideran movimientos
periódicos la aparición de secuencias de al menos cuatro
contracciones musculares de 0.5 a 5 segundos de duración, con
un intervalo entre cada sacudida de 5 a 90 segundos (13).
Los movimientos pueden ser seguidos de un microdespertar o despertar
completo (vigilia) y ocasionalmente por movimientos o sacudidas musculares
generalizadas. Cuando el evento motor provoca un despertar prolongado
con períodos repetidos de vigilia de duración variable,
el paciente se quejará de insomnio mientras que si causan sólo
microdespertares frecuentes, el resultado es hipersomnia diurna. En
ambos casos el cónyuge suele referir el sueño de su acompañante
como muy desordenado (14). Pueden sin embargo también
presentarse sin repercusión en la continuidad del sueño,
es decir sin insomnio ni hipersomnia, constituyendo un hallazgo del
estudio polisomnográfico. Cuando provocan fragmentación
de la arquitectura de sueño, estos movimientos se asocian a complejos
K (vértex y huso de sueño) o a actividad alfa (microdespertares:
3-14 seg) en los canales electroencefalográficos, condicionando
hipersomnia diurna. Si los despertares son más prolongados, además
de la fragmentación del sueño producirían disminución
de su eficiencia. Los pacientes con MPE o SPI muestran un aumento de
la frecuencia de los movimientos durante las etapas I y II de sueño
no REM, disminuyendo durante el sueño delta (etapa III/IV de
sueño no REM) y etapa REM.
Clínicamente estos movimientos son similares al de triple flexión
de la cadera, rodilla y tobillo. Tienen una oscilación característica,
tanto los asociados con SPI como los puros, con frecuencia máxima
en la primera mitad de la noche. Pueden presentarse aislados o en combinación
con otros trastornos del sueño, como apnea del sueño,
narcolepsia y trastorno conductual del REM. Los MPE asociados con otros
trastornos del sueño tales como apnea o narcolepsia, pueden tener
una distribución homogénea a lo largo de la noche (14).
Tal como ocurre an el sindrome de apnea del sueño, también
se usa un índice para determinar su severidad, que considera
el número de eventos motores seguidos de reacción de despertar
por hora de sueño.
El valor así obtenido, llamado índice de despertares
con movimientos periódicos de extremidades, es considerado patológico
si resulta mayor de cinco.
Tratamiento
Sólo requieren tratamiento los pacientes sintomáticos
y no aquellos en los que la condición es sólo un hallazgo
polisomnográfico.
a) Benzodiazepinas:
Clonazepam (0.5-2 mg) antes de acostarse, produce control de los
fenómenos motores y sensitivos (15). Boghan
y cols. no encuentran diferencias significativas entre clonazepam
y placebo. Otros autores no observaron disminución significativa
de los MPE después de la admisnistración de clonazepam,
si bien hubo mejoría de los parámetros del sueño.
Hay consenso en que es efectivo para reducir los despertares pero
no siempre disminuye el número de los movimientos. También
se han reportado como útiles el Nitrazepam (2.5-10 mg) y el
Temazepam (30 mg) al acostarse.
b) Dopaminérgicos:
Otros fármacos usados con buenos resultados son la levodopa
(50-100 mg) y bromocriptina (2.5-5.0). La levodopa es considerada
la droga de eleccción según algunos autores, pero puede
tener rebote en ciertos pacientes, los que sin embargo habitualmente
responden a un aumento de la dosis o al cambio a bromocriptina.
c) Opiáceos en bajas dosis:
Se ha recomendado el uso de dosis única nocturna de Metadona
( 5-20 mg ), Propoxifeno (130 - 260 ) y Codeína ( 30 - 120
mg ). Tienen como problema la adicción, empeoramiento de los
síntomas con la suspensión del tratamiento y depresión
respiratoria (particularmente en ancianos) etc por lo que su uso debiera
reservarse a los casos más severos.
d) Otros:
Baclofeno (20-40 mg) produce un aumento del tiempo total de sueño,
probablemente por efecto sedante, pero el número de MPE permanece
sin cambio y ocasionalmente aumentan.
Para la gran mayoría de los autores el tratamiento de elección
son las benzodiazepinas y específicamente el Clonazepan, pero
para otros es la Levodopa. Los opiáceos tienen el grave problema
de la adicción.
Como ocurre con las benzodiazepinas , el efecto de muchos de estos
fármacos es sintómatico y puede o no verse reflejado en
el PSG. Además varios de estos medicamentos presentan algún
grado de tolerancia al cabo de varios meses de tratamiento.
Actualmente se siguen probando nuevas terapias, incluyendo la Gabapentina
que administrada en bajas dosis en la noche, tiene un beneficio subjetivo
en la mitad de los pacientes con MPES, por lo que sería de gran
utilidad en aquellos pacientes con epilepsia asociada.
INSOMNIO FAMILIAR FATAL (IFF)
Se trata de una enfermedad familiar, con herencia autosómica
dominante, que comienza en la edad media de la vida (35 a 60 años)
y que lleva a la muerte en 7 a 32 meses (16). Fue
descrita originalmente por Lugaresi y cols en 1986 en una familia de
origen italiano, con 14 miembros afectados en al menos tres generaciones.
Se caracteriza por la aparición de un insomnio severo e intratable,
de intensidad progresiva, acompañado de alteraciones autonómicas
(fiebre, diaforesis, miosis, trastornos esfinterianos, taquicardia e
hipertensión arterial), signos motores cerebelosos y piramidales
(disartria, temblor, mioclonías), demencia y finalmente coma
y muerte. Los signos neurológicos de las fases mas avanzadas
son incoordinación, trastornos del habla y espasmos musculares.
En esta etapa el insomnio es completo, entremezclado con episodios de
conducta automática similares a la "actuación de un sueño".
Seis casos estudiados longitudinalmente mostraron una precoz reducción
de los husos y complejos K así como drástica disminución
del tiempo total de sueño. En pacientes con menos de un año
de evolución hay abolición completa del sueño no
REM y persistencia de breves periodos residuales de sueño REM
sin la típica atonía. El sueño REM desaparece después
de dos años de evolución de la enfermedad (17).
El cuadro es provocado por una degeneración selectiva de los
núcleos dorsomedial y anterior del tálamo, lo que pone
en evidencia el rol del tálamo en la regulación del ciclo
sueño-vigilia. Neuropatológicamente el rasgo mas característico
es la severa atrofia con pérdida neuronal y gliosis asociada
de los núcleos anterior y dorsomedial del tálamo. Se ha
encontrado una proteina prion, proteasa resistente, isoformada en el
cerebro de estos pacientes, hallazgo comúnmente asociado con
la transmisión de encefalopatías espongiformes tales como
el Scrapie (en ovejas), enfermedad de Jakob-Creutzfeld y Kuru (18).
Los estudios de detección de la proteina prion, proteasa resistente,
muestran trazas en el tálamo (que presenta el mayor compromiso
neuropatológico), moderada cantidad en el área frontotemporal
y ausencia en el resto del cerebro. El gen de la proteina prion presenta
una mutación en el codón 178, correspondiente a la sustitución
del ácido aspártico por la asparagina y polimorfismo de
la valina-metionina en el codon 129 (19).
La activación vegetativa se asocia a un marcado y persistente
aumento del cortisol plasmático y catecolaminas y a un bajo nivel
de adrenocorticotropina. Hay pérdida de las oscilaciones circadianas
de temperatura, frecuencia cardíaca, presión arterial
y hormonas, tanto de las relacionadas con el sueño (prolactina,
hormona del crecimiento) como de las no relacionadas (adrecorticotropina,
cortisol y melatonina). La elevación nocturna de la somatotropina
desaparece simultáneamente con la pérdida del sueño,
mientras que la prolactina se mantiene presente varios meses después
de la disrupción total del ciclo sueño-vigilia. La pérdida
del patrón secretorio de la prolactina se produce sólo
en las fases más avanzadas de la enfermedad (20).
En relación a la melatonina, en las fases iniciales hay un ritmo
circadiano que va disminuyendo progresivamente, hasta la desaparición
total, al final de la enfermedad (21). Las lesiones
talámicas del IFF parecen determinar una progresiva interrupción
del ciclo sueño-vigilia, con una disminución de los niveles
circulantes de melatonina y progresivas alteraciones de su ritmo circadiano;
esta dismunución de secreción de la melatonina puede contribuir
a los trastornos del sueño en el IFF.
El insomnio familiar fatal no tiene tratamiento.
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