El tejido óseo se desarrolla
siempre por sustitución de un tejido conjuntivo preexistente.
Osificación intramembranosa es la forma en la cual el feto
forma básicamente los huesos planos. Tiene lugar en condensaciones
de tejido mesenquimatico muy vascularizado en las cuáles
ciertas células mesenquimáticas se dividen formándose
el blastema óseo. A partir de estas células se forman
los osteoblastos que sintetizan y secretan al osteoide el cuál
posteriormente se mineraliza y que va englobando a los osteoblastos
los que se transforman en osteocitos (Figs. 1 y 2). Las trabéculas
de hueso primario así formada son posteriormente remodeladas
de acuerdo al hueso que pertenezcan.
Osificación endocondral
Es la forma en la cual el feto forma los huesos largos y cortos.
El proceso se produce en la siguiente forma (Figs. 3 y 4):
- se desarrolla un modelo cartilaginoso que adopta una forma parecida
a la del hueso que va a dar origen y que está rodeado de
su pericondrio
- en la zona media de la diáfisis se desarrollan en el
pericondrio células osteoprogenitoras y de ellas se originan
osteoblastos los que producen un collar óseo subperiostico
mediante un proceso de osificación directa o membranosa.
- simultáneamente ocurren en el cartílago subyacente,
modificaciones similares a los descritos previamente en el cartílago
epifisario, formándose un centro de osificación
endocondral primario (diafisario). Las epículas óseas
formadas sobre restos de la matriz cartilaginosa calcificada se
unen al mango de hueso cortical que sigue engrosándose
a partir de la capa osteógena del periostio.
Posteriormente se forman centros de osificación secundario
a nivel del cartílago de las epífisis (Fig. 5) a partir
del cual se formará el hueso esponjoso y cesará primero
la osificación endocondral del cartílago hacia las
epífisis.
El cartílago que permanece constituye la placa cartilaginosa
epifisaria o cartilago de crecimiento de los huesos ya formados.
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